45. Indirectas

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¿Para que no haya bebés? ¿Por qué alguien usaría esto en el momento de la reproducción? La verdad no le veo sentido.

—No tiene lógica —Se lo devuelvo —no veo una razón para usar eso.

Byron sonríe.

—Hay una muy rica —Se relame los labios.

—¿Qué dices? —Lo observo confundida y algo disconforme.

—Placer.

—¿Placer? —Ladeo la cabeza.

—Sinceramente, cuando alguien hace esto, lo disfruta. Aunque para la mujer la primera vez no lo es, después no hay comparación, también les gusta. Digamos que puede ser, que no solo es para reproducirse, si no para pasarla bien entre ambos y para que no haya problemas, está este amiguito —Mueve el preservativo entre sus dedos —tambien puedes llamarlo condón.

—Y tú estás diciendo que quieres usar eso —Lo señalo —¿Conmigo?

—No lo voy a negar —Camina hasta la mesita de luz y lo guarda en un cajón —pero no será hoy, no te preocupes, quita esa cara, no haré algo que tú no quieres —Sonríe —. Además, la ducha sigue encendida, ¿Quién va a pagar lo que gasta? Tengo que ir pronto.

Se va a bañar y me quedo sentada en la cama, estando pensativa. Cuando termina, al salir del baño, ya vestido, me observa sorprendido.

—¿Aún no te has cambiado? Tienes que ir a tu casa, prometí que te llevaría y además, te resfriarás si te quedas así.

Frunzo el ceño.

—No soy una niña, no me digas que hacer —exclamo algo parecido a la otra vez, la cual termino en una conversación de adultos o eso creo.

Me pregunto ¿Por qué estoy mandando indirectas?

Byron sonríe.

—No seas caprichosa.

—Pero... —Hago puchero y al bajar la vista de repente siento su respiración —¿Byron? —expreso cuando levanto mi visión y lo veo en frente de mí.

—Entendi la indirecta, pero la respuesta es no —Me da un leve beso y me alcanza el suéter que va arriba de la remera que tengo puesta —hoy hace frío, pontelo —Deja de estar agachado y me levanto, cuando se gira lo brazo por detrás —. Abril...

—Enseñame —lo interrumpo mientras siento mis mejillas arder. Agarra la mano que sostiene su chaqueta, pero insisto entonces se detiene —Por favor.

Se gira y me observa, se forma un silencio mientras lo hace, no deja de mirarme.

—No escuchaste la parte en que te duele ¿cierto?

Bajo la vista.

—Sí, sí la escuché.

—¿Y entonces? —Levanta una ceja.

—No... no me importa, yo quería seguir y tú me lo cortaste —Me oye con atención, estando sonriente —. A... además, es lo que siento y yo siempre hago lo que siento, aunque a veces no me dejen.

—Te controlaban mucho ¿no? —Se cruza de brazos.

—Mis papás no son malos, ellos me protegen, son buenos.

—Y ahora que te cuida tu tía, te haces la rebelde ¿Estoy en lo correcto? —Se toca la barbilla.

—Un poquito —digo avergonzada.

—De acuerdo, seamos rebeldes.

Camina hacia adelante, haciéndome retroceder, mi espalda termina en su cama y él encima de mí. El corazón me late a mil, pero no me importa nada más, ni mis nervios, yo solo quiero a Byron.

Inocencia AisladaWhere stories live. Discover now