39. Una sola pregunta

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Devuelta en la escuela, entro en el aula, veo como siempre a Ángel sentado en su banco leyendo un libro, Inna está sobre una de las mesas inflando un chicle, Mark baila, Alen toma de una botella y cuando giro mi cabeza hacia el pupitre de Byron, lo veo, allí, quieto, mirando a la nada.

—Hola —Le sonrío y parece que lo saco de sus pensamientos porque reacciona.

—¿Qué?

—Dije hola —Hago puchero.

Se ríe.

—Hola.

—¿En qué estás pensando? —Agarro una silla como si nada y me siento al lado de él. Alzo la vista, entonces visualizo entrar al aula a Leia, aunque en mi descuido Byron no me responde —¿Hola?

—¿Qué pasa? —Me mira.

—Te pregunté lo que piensas, me estás ignorando —Frunzo el ceño.

—Eres muy exigente ¿no?

—Yo también tengo mi carácter —Alzo la cabeza con confianza.

Ríe otra vez.

—Lo noté.

Otra vez con sus contradicciones.

—¡No te entiendo! —Me inclino hacia la mesa —¿Qué quieres de mí?

—¿Sinceramente? —dice serio —No lo sé.

—Te pareces a mí —Me río.

—¿Tú crees? Pienso que me falta una bonita melena rubia —bromea y apoya su codo en la mesa, para luego sostener su barbilla con su mano, entonces se queda observándome con una sonrisa —y ser mujer.

—No me refería a eso —Hago una risilla y bajo la cabeza estando sonriente.

—¿Quieres ser mi novia? —dice de repente y un enorme silencio se forma en el aula.

Mi corazón late con fuerza.

De repente Alen se atraganta con su bebida, Mark deja de baila, Ángel no está leyendo, Inna levanta una ceja y Leia nos mira con rabia.

Es como si el mundo se hubiera detenido por culpa de una sola pregunta.

Inocencia AisladaWhere stories live. Discover now