Prólogo

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La noche antes de cada expedición fuera de los muros era un verdadero tormento para los soldados de la Legión de Reconocimiento debido a que siempre había bajas que lamentar. La presión y el miedo eran palpable en cada uno de los cadetes; ¿Quién perdería la vida? ¿Quién seguiría luchando?

El sargento Levi no era la excepción a la regla, aunque claramente no lo demostraba abiertamente. No tenía miedo a la muerte, es más, han sido escasos los momentos en los que él ha sentido temor. Pero de todos modos era difícil, tanto para él como para todos los soldados.

Pasaban de las tres de la mañana, la oscuridad se apoderaba de todo lo que tocaba a excepción de la sala del comedor, donde una lámpara de aceite mantenía iluminada la estancia y la presencia de Levi. Una pequeña taza de té descansaba en la mano derecha del sargento, su contenido oscilaba de un lado al otro bajo la mirada atenta de este.

-¿Sigues despierto enano? -a pesar de estar de espaldas a la puerta pudo distinguir de quien se trataba, después de todo, solo había una persona en todo el mundo que estando en su sano juicio lo llamaba así.- ¿O no has dormido aún?

-Acabo de despertar, cuatro ojos.

El silencio se apoderó de la sala, extrañado se volteó para verla; vestía un camisón que le llegaba hasta la mitad de los muslos, los primeros dos botones estaban desabotonados lo que permitía que parte de sus clavículas se mostraran, sus pies estaban descalzos, su cabello suelto y sin sus anteojos. Estaba bostezando.

-Aunque el insomnio es normal en ti, deberías intentar dormir más- dijo mientras se encaminaba a la cocina.- Estas nervioso, ¿verdad?

Al cabo de unos segundos apareció Hanji con un vaso en las manos, aunque el contenido le era indiferente pudo notar que era agua cuando la muchacha posicionó el vaso sobre la mesa. Ella tomó asiento a su derecha.

-Tsk- la confianza que había tomado con Hanji, no la tenía con absolutamente nadie más, exceptuando a Erwin. Pero de todos modos le ponía nervioso saber que, quizá, Hanji no traía nada bajo aquella camisola blanca- Claro que no.

La mirada de Hanji descansó sobre él por unos segundos para luego dirigirla a la lámpara de aceite, golpeteó el cristal del vaso con sus pulgares.

-Me parece que tu cuerpo te delata enano- dijo sin despegar la mirada de la lámpara. Bebió del contenido de su vaso.

-¿A qué te refieres, cuatro ojos?- la atención de Levi se centró en su compañera, al igual que su mirada.

Ella sonrío ante el insulto, era propio de ellos tratarse de esa manera.

-Tu mano.- Levi se miró la mano pero solo vio en ella el aza de la taza. -Cuando algo te molesta e inquieta; tomas la taza por el aza. Mientras que cuando estás con tu estúpido humor de las narices, es decir, normal; la tomas por los bordes superiores.

Eso era verdad y él también lo sabía. Pasó por alto eso de "estúpido humor de las narices" y dirigió la mirada a la lámpara nuevamente. Hanji en cambio se bebió el contenido de su vaso rápidamente. Cuando se dispuso a levantarse, él habló, ocasionando que se detuviera en seco.

-Muchas personas morirán mañana y nosotros no podemos hacer nada, estamos reducidos a la nada. No debería importarme, sin embargo lo hace. Nuestro objetivo es devolverle la libertad a la humanidad pero también es reducir las bajas. Una mierda. No puedes hacer las dos cosas, tienes que elegir una, y aunque me importa la vida de mis hombres, prefiero la libertad. ¿Confuso, verdad? Es todo una maldita mierda.

¿Qué debería hacer? ¿Decirle que todo va a estar bien? Pues claro que no van a estar bien, muchas personas perderían la vida mañana, y como él dice, no podrán hacer nada.

Sabía que Levi no era bueno expresando sus sentimientos, decirle algo que él no considerara adecuado haría que se sintiera incómodo y aunque a ella le encantaba hacer de las suyas y molestarlo, ese no era el momento.

Se puso de pie de un salto y bajo la vacilante luz que les proporcionaba la lámpara, abrazó a Levi por la espalda. Sus brazos rodeaban el cuello del sargento y su cabeza reposaba sobre la de él. Sabía que era algo arriesgado puesto que él no era de los que se dejaran llevar por las emociones, pero era lo único que podía hacer por él.

Levi quedó perplejo ante tal acto, ella siempre podía sorprenderlo. Sonrió cansado, decirle a esa mujer que no lo tocara era como hablarle a una pared, de todos modos no le molestó.

Parsimonioso posó su mano en una de las muñecas de la castaña y le dio un leve apretón. Esa muchacha era especial en todos los sentidos; no odiaba a los titanes como una persona normal, se enojaba raramente y hacía muecas que se detenía a ver cada vez que podía. Tras el paso de un minuto o dos, Zoë deshizo el abrazo.

No había incomodidad, era todo como un sueño. Hanji tomó el vaso vacío y se encaminó a la cocina.

-Jusqu'à l'aube, nain.*- dijo al pasar por su lado.

Hanji se retiró sin esperar respuesta, pero a pesar de que el sargento notó su ausencia dijo en un susurro:

-Jusqu'à l'aube, sorcière.*

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Jusqu'à l'aube, nain: Hasta el amanecer, enano.

Jusqu'à l'aube, sorcière: Hasta el amanecer, bruja.

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now