Capítulo diesiciete

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Dedicado a todos mis lectores fantasmas. Esos que no comentan ni votan, pero disfrutan de mi trabajo. ¡Un beso desde Chile! 

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¿Había escuchado bien? Parpadeó unas cuantas veces para sacarse el estupor, abrió la boca intentando responder la confesión, pero la cerró rápidamente al notar que nada salía de ahí.

–Po... podrí...

Sin oír el tartamudeo de la castaña, dio un leve apretón a las manos entrelazadas. La azulada mirada de Levi parecía opacada a causa del cansancio. En un nuevo intento de responder abrió la boca.

–Yo... –le ardía la cara, las orejas le quemaban y el llanto estaba atrapado en su garganta– ¿Qué... podrías repetir...lo? Por favor.

Con gran esfuerzo mantenía los ojos abiertos; el calmante se adueñaba sin permiso de su sistema. Pero, aun en esa condición, logró soltar una risita. Tomó el rostro de Hanji entre sus manos y le besó la nariz.

–¿No has oído bien? –Hanji se limitó a negar con la cabeza, no estaba segura si las palabras le saldrían– ¿Ya te he dicho que tienes la increíble habilidad de arruinar momentos?

Claro que había oído, sin embargo quería volver a hacerlo. No terminaba de creerse que el hombre más fuerte de la humanidad acabara de decirle te amo. Tragó saliva al notar seca la garganta.

–Creo que lo has mencionado. –susurró al borde de las lágrimas.

–Te amo, Hanji. –juntó sus frentes– Y estoy muriendo de ganas por hacerte el amor.

Solo eso bastó.

Las lágrimas comenzaron a descender hasta perderse por completo en su cuero cabelludo, una sonrisa adornaba su rostro. Hacer el amor; no coger, ni follar. Hacer el amor.

–Quiero creer que lloras de felicidad.

–No seas egocéntrico. –dijo limpiándose el rostro– Lloro porque quiero llorar, ¿y qué? Además, ¿qué esperas para quitarme la camisa?

–Apenas puedo seguir despierto; el calmante me hace efecto.

–Dejémoslo para otra ocasión. Encima estás herido, no darías lo mejor de ti. –sonrió coqueta mientras terminaba de limpiar el rastro de lágrimas.

–No sabes cómo me gustaría cerrarte la boca.

–Ven aquí.

Abrió los brazos para que Levi se acurrucara sobre su pecho. Le pareció tardar mil años, pero descartó la idea de que así fuera, después de todo, solo a él se le movía el mundo más lento. Al llegar, los acogedores brazos de la castaña rodearon su espalda; bueno, solo uno. Ya que con el otro le acariciaba el cabello.

–Descanse, sargento.

Levi cerró los ojos. Sintió como todo dejó de pesar, notó como la oscuridad, poco a poco, dejaba de ser su enemiga y se volvía su aliada; ya no se empeñaba en montar esos escenarios exóticos con actores interpretando la muerte de sus amigos, al contrario, los apagaba. Les quitaba la luz para que dejaran de actuar. Los ocultaba.

Agradeció que así fuera.

Agradeció también que Hanji le diera de su calor; comenzaba a tener frío.

Lo último que sintió, fueron los labios de la castaña sobre su coronilla y un susurro apenas audible. Sin embargo, lo suficientemente alto como para ser captado por sus oídos.

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now