Capítulo dieciséis 1/2

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El viento frío sacudió con fuerza su coleta, algunos cabellos golpearon su rostro. Dirigió la mirada en dirección al bosque, pero fue inútil, hace más de media hora que se habían alejado de la gran arboleda. Ni los colosales árboles ni el pequeño sargento podían ser captados en su campo de visión.

-Hay demasiados heridos.

La preocupada voz de su amiga la hizo volver la mirada, Nanaba estaba sentada a un lado de la carreta, bebía agua de una cantimplora. Se la tendió a Hanji.

-Gracias.

-A uno de los soldados le faltan las piernas, ambas. Me gustaría saber quién fue el idiota que lo salvó.

-No me gustaría vivir sin alguna parte esencial del cuerpo. -dijo limpiándose las comisuras- Si logra sobrevivir será dependiente todo lo que le reste de vida. No hay nada más mierda que esa.

Nanaba asintió mientras recibía la cantimplora.

-Todo es una mierda. -concordó.

Habían estado más de media hora instalados a campo abierto, esperando a que Levi apareciera junto a su equipo. Nanaba estaba igual de preocupada que Hanji por su amigo, pero también había otra cosa que la mantenía alerta; de todo el tiempo que han estado parados en medio de la nada, ningún titán había hecho aparición.

Echó un vistazo en busca de algún fisgón pendiente de su coloquio, pero no encontró a nadie, todos estaban más pendientes en ayudar a los heridos. Suspiró. Había demasiado de ellos.

-¿Y qué me dices? -llamó la atención de Hanji, esta nuevamente había desviado la mirada al Norte- ¿Ya le dijiste?

La castaña frunció levemente el ceño en señal de confusión.

-¿De qué hablas?

-De Levi. -sonrió- ¿Le has dicho lo mucho que lo quieres?

Nanaba soltó una pequeña risita al vislumbrar como el rostro de Hanji se teñía de rojo, la boca se le abrió ligeramente, no como sus ojos, los cuales se abrieron de par en par.

-¡De qué hablas! -repitió. Se quedó quieta unos momentos, pero los ojos escudriñadores de la rubia fueron demasiado para ella, se dejó caer pesadamente a su lado. Mantuvo los ojos cerrados hasta sentir el calor de las mejillas aligerarse. Nanaba la miraba con cariño. -Se lo digo cada vez que lo estimo necesario. -admitió en un susurro.

-¿Así tal cual? ¿"Te quiero"? -cuestionó sorprendida. Imaginarse a Hanji siendo excesivamente dulce y a Levi recibiendo desmesurado afecto, le costaba un poco.

-¡NO!

-Estoy a tu lado, cariño. No grites.

-¿Imaginas a Levi correspondiéndome si le digo tales cosas?

-¿Cómo lo haces entonces?

Hanji cerró la boca de golpe y apretó sus labios hasta dejarlos en una fina línea, las mejillas volvieron a colorearse, esta vez de rosa, aunque un rosa pálido.

-No te rías. -murmuró.

-No lo haré.

Percibía el nerviosismo de su amiga, casi podía escuchar el latido acelerado de su gran y cálido corazón. Bufó graciosa, Hanji era algo así como una moneda. No en un mal sentido, sino que era... era como una dulce niña dispuesta a contagiar su amor y dosificarlo en tus malos días, pero también era una perra capaz de atormentar hasta al imbécil más rudo. Un equilibrio perfecto, pensó.

Se dio cuenta que la castaña seguía sin pronunciar palabra. Posó su cabeza en el hombro de su amiga.

-No me rei...

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now