Capítulo tres

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Hanji pasó la peor noche de su vida gracias al maldito café que se bebió hasta no dejar gota. Bueno, a eso y a otras cosas, puesto que su mente no había dejado de indagar en lo que había sucedido con Levi en el comedor.

Los primeros rayos de sol comenzaban a asomarse tímidamente por las altas mullas que los protegían y su cuerpo seguía sin la intención de dormir. Después de darse incontables vueltas sobre la cama, decidió que lo mejor sería levantarse y bajar a cumplir sus obligaciones como líder de escuadrón.

Suspiró mientras se ponía de pie, los acontecimientos de las pasadas veinticuatro horas la abrumaban por completo. Desde que vio al pequeño frente a la lámpara de aceite hasta que sintió como sus manos se apoderaban de sus glúteos, todo eso le estaba consumiendo la mente.

Intentó buscarle una explicación razonable a todo lo que había sucedido, no era normal que Levi tuviera esos arrebatos de... humanos. Comenzó a descartar una por una las ideas que aterrizaban en su alocada cabeza hasta que por fin llegó la que terminó por convencerla.

Levi estaba cansado!" Quizá la falta de sueño había atrofiado el cerebro del enano y por eso se comportó de esa manera.

Feliz por haber encontrado una explicación lógica, se vistió rápidamente con su uniforme del cuerpo de exploración, aprisionó su alocada cabellera y bajó a desayunar.

Un pequeño murmullo llegó a sus oídos cuando ingresó al dichoso comedor, como era de esperarse todos los miembros del equipo estaban presentes. Su vista viajó al lugar donde habían acontecido los hechos la noche anterior, encontró a un muchacho sentado donde anteriormente se había montado sobre Levi.

Intentado espantar los pensamientos que le habían mosqueado la mente toda la noche, se encaminó a la mesa en la que los veteranos se reunían.

-Mayor Hanji.

Tardó unos momentos en identificar la voz que mencionó su nombre.

-¿Petra?

-Buenos días, mayor. –Hanji era de esas personas que solían sonreír mucho, quizá más de lo necesario a veces pero... diablos, ¿alguien ha visto la sonrisa de esa mujer? Era perfecta.- ¿Cómo se siente esta mañana? Luce muy cansada.

-No es nada. –dijo al mismo tiempo que reanudaba su caminata hasta la mesa de los veteranos.

-¿Quiere qué le prepare una infusión de hiervas? Tal vez eso ayude con su estado anímico.

-No estoy deprimida, Petra.

-Bueno, eso no es lo que parece.

Un tanto irritada por la persistencia de la soldado, llegó hasta su asiento en la mesa de los superiores. Maldijo por lo bajó cuando alzó la mirada y se encontró con la enana figura de Levi. Dios, debería tener más cuidado. Afortunadamente apartó la mirada lo suficientemente rápido. Levi pareció prestarle más atención a su té que a la recién llegada.

Siendo testaruda como es, se negó a mirarlo nuevamente.

-Buenos días.

-Buenos días.-respondieron a coro.

-Entonces... ¿qué me dice?

Suspiró resignada.

-Bien, de acuerdo. –contestó al fin.

Petra tomó la taza que descansaba frente a su mayor y se dirigió a la cocina; se marchó cual adolescente enamorada.

Erwin retomó la conversación que, sin querer, ella había interrumpido.

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now