Capítulo cuatro

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Debido a que el juicio se había extendido más de lo previsto, gracias a todas las mentes retorcidas que deseaban la muerte del castaño, Eren tendría que pasar la noche en el cuartel general. Sin embargo, al día siguiente debería marcharse, junto al escuadrón de Levi, a primera hora de la mañana hasta otra base, algo alejado de la sociedad, para mayor seguridad.

Se encontraban cabalgando para volver al cuartel cuando el rojizo crepúsculo se adueñó por completo el cielo.

Todos estaban cansados, en especial Hanji, quien se había pasado la mayor parte de la mañana experimentando con los titanes pese a no haber dormido nada en toda la noche anterior. Sentía como sus hombros cargaban un peso inexistente, pero de todos modos plúmbeo e inaguantable para ella. Sus ojos, siempre llenos de vida y expresivos, se encontraban a escasos centímetros de cerrarse y en variadas ocasiones dio pequeños saltos sobre su caballo al despertarse de golpe.

Suspiró.

No era la primera vez que se desvelaba, pero si era la primera vez que se sentía tan cansada. Intentó buscar en sus recuerdos el porqué estaba tan fatigada, pero no encontró nada.

Cuando, por fin, tuvieron el cuartel dentro de su campo de visión se dirigieron al establo y, ya en el lugar, se dejaron caer de sus caballos para luego dejarlos en sus respectivas cuadras.

Eren fue uno de los primeros en terminar su labor, sentía su cuerpo cansado, literalmente estaba exhausto; solo quería descansar. Aunque todos esos días en los que estuvo preso en la cárcel subterránea no hizo otra cosa que estar sobre la cama, sus huesos le dolían un montón, eso sin contar el dolor de cabeza que le perforaba las cienes. Tampoco ayudaba mucho el hecho de que le acabaran de dar la paliza de su vida.

Esperó frente a la entrada del cuartel, era lo único que podía hacer ya que desconocía por completo el interior de este, a que el sargento de menor tamaño terminara de acomodar a su caballo.

-Tendrás que dormir en el calabozo subterráneo.- respondió una vez Eren le hubo preguntado donde estaría su habitación.

La mente del castaño estaba demasiado fatigada como para replicar, por lo que decidió atenerse a la norma. Con voz baldada pidió las indicaciones del lugar, Hanji, interrumpiendo a Levi, se ofreció a llevarlo.

Recibió una sonrisa cansina por parte del joven castaño.

Siguiendo las indicaciones que recibía por parte de Hanji, llegaron al subterráneo del cuartel. Eren había preparado su nariz para recibir, otra vez, aquel asqueroso hedor a humedad, pero su reacción fue de sorpresa al no recibirla.

-Tu sargento es muy bueno con la limpieza.- dijo Hanji al notar la expresión de Eren.

-Oh.

Sin más respuesta que esa, ella lo ayudó a hacer su cama e inmediatamente al acabar, Eren se dejó caer de boca al lecho. Hanji soltó una pequeña risita.

-Has tenido un largo día, descansa.-ordenó de forma maternal.

-Aunque me molieron a golpes, todos se han portado muy bien conmigo... gracias.

La imagen del capitán Erwin tendiéndole la mano se apoderó de la mente del muchacho, como deseaba contarle eso a Armin y Mikasa. Sus ojos se ensancharon, el recuerdo de la declaración en el tribunal lo había dejado boquiabierto. Se le contrajo el estómago; él había intentado matar a Mikasa. Eso lo llenaba de vergüenza.

-No me lo perdonaré. -soltó más para él que para su mayor.

A Hanji no le costó trabajo entender a qué se refería, escenas como esa había presenciado muchas veces, sobre todo cuando volvían de las expediciones. Se volteó para darle la espalda a los barrotes y se quedó mirando como Eren se incorporaba.

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now