Capítulo veinte

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Ya le hubiera gustado a Levi estar tan cansado como Hanji; quien apenas puso la cabeza sobre su pecho comenzó a roncar suavemente. Se removió inquieto bajo el liviano cuerpo de la castaña.

Intentó contar ovejas, pestañear varias veces e incluso pensó en bajar al comedor por una taza de té. Lo dudó al principio; Hanji estaba sobre él, podría despertar si hacía el mínimo movimiento. Pero lo descartó al sentir el estruendoso sonido de un ronquido, aguantó una risita. Hanji era de todo... menos un estereotipo femenino.

Una de las cosas que me llevaron a ella, pensó.

Con cuidado la apartó de su pecho para poder levantarse. Zoë ni siquiera lo notó, simplemente se encogió hasta quedar con las rodillas en el pecho. Intentando atrapar el calor.

No perdió el tiempo admirándola; se puso una camisa, pantalones, zapatos y una chaqueta que, luego de un rato reconoció, era de la mujer sobre su cama. Se encogió de hombros restándole importancia. No tenía nada de malo que las parejas intercambiaran ropa, ¿verdad?

Intentó mantenerse sereno cuando el chirrido de la puerta resonó por el inmenso silencio. Tragó duro y miró por sobre su hombro al escuchar un quejido ahogado. Hanji no se había despertado, pero sí había cambiado de posición.

Cerró lo puerta repitiendo una y mil veces en su mente que la puta bisagra no se quejara. No recuerda si sonó o no, aunque ya después no le pareció importante. Por lo que pudo notar, Hanji no despertaba con nada.

Bajó la escalera afirmándose del barandal. Cualquiera con un poquito del sentido de la observación notaría que el muchacho aplicaba demasiada fuerza en su mano derecha, la misma que sujetaba la baranda, y que prácticamente no apoyaba su pie dañado. Agradeció que no hubiera nadie cerca para recordarle lo patético que se veía. Se tomó su tiempo para llegar abajo, no quería tener complicaciones con su pie malo, así que fue a su ritmo.

Soltó un suspiro de alivio cuando por fin tocó el suelo.

Cojeó con una muy buena máscara de indiferencia en el rostro, intentado lucir aburrido. Lo cierto es que se había cansado, aunque eso no lo reconocería nunca en la vida. Jamás, si había que precisar.

Se sorprendió cuando notó que había luz en el comedor; era tenue y parpadeaba de vez en cuando, sin embargo era suficiente para iluminar la estancia. Deben ser Nanaba y Mike, pensó. Pero su sorpresa fue mayor al notar la presencia de cierto sujeto sentado donde usualmente lo hacía él.

Frunció el ceño.

Moblit siempre le pareció indiferente, nunca le prestó demasiada atención. No era tampoco alguien que la llamara. Él solo se limitaba a ir tras Hanji para bajarle la euforia, o para contemplarla cuando esta se relajaba. Esto último lo había notado no hace mucho; cada vez que la cuatro ojos sonreía, se quedaba pensativa o se mordía el labio, Moblit se quedaba observándola como quien descubre un diamante.

Antes nunca reparaba en la presencia del chico, jamás se enteraba cuando estaba presente. No le importaba en lo más mínimo. Claro que eso se acabó cuando notó que el castaño compartía los mismos sentimientos que él por la castaña.

Se animó a no decir nada que pudiera poner en peligro su, no presente, calma. Obviamente no cojeó, ergio la espalda, alzó el mentón y caminó intentando no mostrar una mueca de dolor. Lo que Moblit nunca sabría es que Levi agradeció en lo más profundo de su corazón haberse sentado en la silla más cercana.

-Sargento Levi.

El azabache se limitó a devolverle el saludo con un asentimiento.

-¿Necesita algo?

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now