Capítulo catorce

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–¡Cúbranse con la capucha! –temió por una milésima de segundos que sus dos compañeros no hayan oído la orden; la velocidad a la que corrían sus caballos provocaba que el aire se colara al interior de sus orejas. Pero descartó la idea al notar como ambos, Jean y Reiner, cubrían con la verde prenda el color de su cabello. – No dejen ver su rostro. No va a matar descuidadamente hasta que sepa con certeza quienes somos.

–¡Entiendo! No matará a alguien que podría ser Eren. –acotó Reiner.– ¡Esperemos que su visión sea mala!

La primera vez que Jean reparó en la presencia de Armin Arlet fue cuando, este mismo, intentaba a toda costa hacer que Eren mantuviera el culo pegado a la silla y que no cayera en sus constantes provocaciones. La primera impresión nunca se olvida, eso se lo había dicho su madre, pero ahora tenía la experiencia suficiente como para impugnar tan torpe creencia. Para él, Arlet era un sodomita incapaz de alejarse unos minutos de Eren, aunque no se podía negar que una pequeña flor de envidia le brotó del pecho cuando se dio cuenta que Mikasa era parte de su círculo de amigos.

Sin embargo, en ese mismo momento notó como Armin era más independiente de lo que alguna vez creyó, tenía una inteligencia que te dejaba con la boca abierta y una capacidad de análisis superior a la de cualquiera. Lo observó detenidamente; sus azulados ojos no mostraban signos de vacilación y eso se podía observan en su postura también.

Intentó mantenerse firme y no dejar que la sorpresa lo arremetiera; no era el momento para una tontería así. Aunque debía reconocer que se había equivocado con él, la estupidez de Eren no había contagiado al rubio de cabello largo.

–Armin, –lo llamó. Los ojos del recién nombrado se posaron sobre él con curiosidad. –pensaba que eras solo un marica incapaz de apartarse a más de medio metro de Eren. Pero me equivoqué; ahora sé que eres un hombre al momento de la verdad.

–Ah... gracias. –no sabía cómo tomarse algo así, decidió hacerlo como un alago; después de todo era Jean admitiendo un error. Aunque de igual manera agregó en un susurro: –Pero eso fue cruel.

Se posicionaron tras la atlética figura femenina de aquel titán supuestamente ajeno a la emboscada planeada por Armin; una perfecta formación en triángulo. El leve asentimiento que Arlet dio hacía sus dos camaradas dio inicio a su plan para detenerla por unos minutos.

Mientras notaba por el rabillo del ojo como Jean se ponía de pie sobre su caballo, la figura de su asiática amiga y la del capitán Levi hicieron una breve aparición en su mente; ellos tenían la habilidad suficiente para asesinar al peligroso monstruo frente a él.

Apenas el frío metal del equipo tridimensional perforó la rosácea piel al titán, esta lanzó un manotazo al aire con la suficiente intensidad para provocar una ráfaga, la verde tela dejó de proteger la identidad de Jean. Sin embargo, no se detuvo a asesinarlo, corrió con dirección a Armin. No le costó trabajo alcanzar al caballo preso del pánico; una bofetada bastó para que el cuerpo del rubio saliera disparado hacia delante y que el caballo volara cual pájaro por los aires.

Dio incontables vueltas por el suelo antes de azotarse duramente contra el mismo. Por unos pocos segundos su conciencia de nubló, fue como el tintineo de una vela, el rostro de una mujer de baja estatura, cabellos rubios y mirada hastial saboteó su mente.

Sintió como un cálido líquido se deslizaba por su cabeza.

Susurró el nombre de esa mujer antes de escuchar como Jean lo llamaba desesperado.

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Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now