Capítulo diez

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–¡Nos vamos en cinco minutos!

La estrepitosa voz de Auro hizo que el dolor de cabeza de Levi se intensificara, le dio una mirada de pocos amigos. Esas que solía llevar siempre en su rostro. Auro tragó duro y salió por la puerta principal a toda prisa, de pronto recordó que era importante ver el estado de su caballo.

–Por ahora solo debes esperar con tu escuadrón, Levi. –a pesar de ya estar más descansando, Levi seguía estando de mal humor, y el dolor de cabeza no ayudaba para nada. –Al anochecer llegará Hanji y su escuadrón a tu cuartel, probablemente con los chicos de la antigua tropa de Eren, para hacerle los experimentos. Intenta mantenerla a raya, ya sabes cómo se pone cuando está excitada. Este tipo de cosas la pone eufórica.

Sí, ya lo sabía. No tenían que repetírselo, lo tenía claro.

–¡Ah! Y otra cosa... lo que te dije ayer, sobre amar a Hanji. –dijo en tono confidencial, susurrando. –No los denunciaré a la corte, no podría, aun así, intenten mantener oculta su relación. Tengo muy pocos cadetes como para que sacrifiquen a dos de los mejores solo porque no pudieron controlar sus hormonas.

–No sé de qué relación hablas.

–Sí, claro. Y mis cejas son normales. –rodó los ojos, un gesto muy poco frecuente en el rubio. –Solo pacen desapercibidos, ¿sí? No es mucho pedir.

–No es como si entre ella y yo hubiera algo como... una relación. Como sea, ya lo hablaré con ella.

–Eso está muy bien, pero ¿sabes qué estaría mejor? Que cambies esa cara. –golpeteó su hombro. -¿Te pasa algo?

La expresión de Levi era más amarga que otras veces, pese a haber dormido dos horas más sobre el pecho de Hanji y haber sido despertado a besos, no podía creer que Petra se le haya confesado. Bien, es algo que lo veía venir, pero era de esas mierdas que sabes que pasaran, pero que no lo asimilas hasta que te pasa. Y lo peor de todo es que no sabe si debería contárselo a Hanji.

¿Cómo reaccionaría ella ante eso?

¿Se enojaría?

No, lo dudaba.

Aunque no lo descartaba, Hanji podía ser un saco lleno de sorpresas.

–Es mi cara de siempre, Erwin. No sé de qué hablas. –dijo secamente.

–Ajá.

–Ya me voy, Cejotas. –se dio media vuelta y caminó hasta la puerta. Miró por sobre su hombro para ver la expresión de Erwin. –Estaré esperando a la Cuatro ojos.

–¿Solo a Hanji? –musitó coqueto.

–Jódete.

Erwin soltó una risotada, esperó a que su pequeño amigo se subiera al caballo para despedirse. Levi lo ignoró e hizo partir a su, tan adorado, caballo.

Cerró despacio la puerta.

Le agradaba ver a su amigo más feliz. Bueno, Levi no iba por ahí con una sonrisa en los labios, pero se le notaba en la mirada lo bien que le estaba haciendo la científica en la vida. A Levi le había tocado vivir cosas duras, sin embargo, esa loca mujer de anteojos no era la excepción.

Se encaminó al patio donde estarían entrenando los demás cadetes.

La sonrisa permanente de Hanji, o mueca de alegría como la llamaba Levi, hacía que a las personas les fuera difícil imaginarla en otras emociones, como la tristeza por ejemplo. O la Rabia.

Si bien era verdad que hacer enojar a Hanji era muy, muy difícil, no era la misma historia con la pena. Hanji es una mujer fuerte y con actitud de oro, no deja que la pasen a llevar y eso lo ha dejado claro muchas veces. Era cosa de ver como dejó al pobre Jared. Pero aún recuerda como vio la mirada de la chica apagarse por completo al recibir la noticia de que Flagol, ese con el que siempre discutía, peleaba y reía, había muerto.

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Where stories live. Discover now