Capítulo doce

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El dolor de la caída recorrió desenfrenadamente su columna vertebral, el pelo le azotó la espalda y sus anteojos salieron volando por la lujosa habitación. Se alejó de su improvisado oponente con ayuda de sus talones, este la jaló por los tobillos con la intención de abrirle las piernas.

Hanji chasqueó la lengua.

Como odiaba los estúpidos juegos de los malditos burgueses, por culpa de esos hijos de perra ahora vestía un jodido vestido ceñido al cuerpo, tacones altos y el cabello suelto. En las fiestas que ellos suelen organizar, la Legión de reconocimiento, la mayoría de las veces, era excluida en la lista de invitados, y ellos lo agradecían.

Pero ahora, uno de esos locos burgueses le propuso a Erwin financiar la próxima expedición si eran capaces de encontrar el dinero dentro de su casa mientras se realizaba su estúpida fiesta. Obviamente el Comandante no se negó. Las condiciones de aquel juego sin sentido eran: encontrar el dinero escondido sin llamar la atención ni detener su tonta fiesta.

No será la gran cosa, pensó cuando Erwin les encomendó la tarea. Luego le informaron que habría guardias en las habitaciones intentando entorpecer sus intentos por encontrar el puñetero dinero.

Golpeó con fuerza el rostro de su agresor ocasionando que soltara un alarido. No tenía tiempo para esas estupideces, debía encontrar el supuesto paquete para irse lo antes posible de esa asquerosa mansión. Hanji jaló con fuerza la oreja de aquel gordo barbón que intentaba abrir sus piernas.

Estaba furiosa, rabiosa, tormentosa y todo lo que terminara en "osa". Joder, y es que todo lo había estado salido mal en esos últimos días. Deseó estar sentada frente al fuego, o sobre su escritorio... con Levi entre las piernas.

–Suéltame. –ordenó entre dientes.

Pero no, tenía a ese gordo barbón intentando obstaculizar su objetivo. Pudo soltar su pie izquierdo del agarre y encestarle una patada en el rostro, sonrió con malicia al percatarse que su golpe había roto la nariz de aquel hombre bien vestido.

Aun así no fue suficiente para que soltara su pie derecho. Volvió a golpear su cara, esta vez con la intención de lastimar su ojo. No la soltó. Volvió a intentarlo. No recuerda cuantas veces volvió a intentarlo, sin embargo se detuvo cuando el sujeto cayó de cara contra el suelo, inconsciente claro está.

Un sonido de irritación abandonó su garganta, recogió sus anteojos, se puso de pie y sacudió su trasero. Comenzó a soltar palabrotas al tiempo que buscaba por todas partes el asqueroso dinero. Bajo el sillón, detrás de los muebles, entre los libros, bajo la silla, entre las ropas de aquel barbón, bajo la alfombra, golpeteó las paredes en busca de algún hueco, y nada.

Era la última estancia de esa inmensa mansión que faltaba por revisar y no había ni una maldita moneda. Se dejó caer pesadamente sobre el sillón, suspiró de alivio al descansar sus pies de esos altos zapatos.

–¿Dóndedóndedónde? –masculló escudriñando la estancia.

Ya habían terminado de registrar las habitaciones, todas y cada una de ellas, si el caudal no estaba ahí...

Cerró los ojos.

Si no estaba ahí, ¿dónde estaba entonces? Si ella fuera ese asqueroso burgués ¿dónde escondería tal cantidad de dinero? ¿Bajo el colchón de su cama? No, Nanaba ya había revisado ahí y no encontró nada. ¿Bajo las mesas? Menos aún, Levi se había dado el tiempo de revisar cada una de las mesas en el salón, y tampoco estaba. ¿En uno de sus cajones? Según Mike no había nada ahí.

¿Entre sus ropas?

No sería posi...

Abrió con fuerza sus ojos.

Dirty Hands // LeviHan [DH#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora