4. 『Terrestre』

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Cuando sonó la última campana, recogí mis libros y traté literalmente de escapar, deseoso de evitarme los pasillos atestados de gente. Ya me habían dado bastantes empujones por un día; ya me habían interrogado y observado lo suficiente.

A pesar de mis esfuerzos, no había tenido ni un momento de tranquilidad; durante las horas libres Jimin me había arrastrado de aquí para allá para presentarme a sus amigos, que me habían acribillado a preguntas como auténticas ametralladoras. A pesar de todo había llegado al final del día sin ningún contratiempo y eso ya me parecía un motivo de satisfacción.

Mientras esperaba a Yoongi me entretuve frente a la reja de la entrada, guarecido bajo la sombra de las palmeras. Me recliné contra una de ellas y apoyé la cabeza en su superficie fresca e irregular. Me maravillaba la variedad de la vegetación terrestre. Las palmeras, sin ir más lejos, me parecían una creación tan extraña como sorprendente. Tenían cierto aire de centinelas con aquellos troncos tan rectos y esbeltos, y la explosión de sus ramas en lo alto me recordaba los cascos con penacho de la guardia de un palacio.

Mientras permanecía allí, observé a los alumnos que iban saliendo y se subían a los coches. Tiraban la mochila, se quitaban la chaqueta y enseguida se les veía mucho más relajados. Algunos se iban al pueblo, a reunirse en algún café o en sus locales favoritos. Yo no estaba nada relajado: me sentía sobrecargado de información; la cabeza me zumbaba mientras intentaba ordenar todo lo que había observado en aquellas horas. Ni siquiera la energía inagotable con la que habíamos sido creados podía impedir la sensación de agotamiento que me estaba entrando. Lo único que deseaba era volver a casa y ponerme cómodo.

Divisé a Yoongi bajando por la escalinata principal, seguido por un grupito de admiradores; la mayoría, chicas. Viendo el interés que había despertado, cualquiera habría dicho que era un personaje famoso. Las chicas siguieron tras él un buen trecho, aunque procurando que no se notara demasiado. A juzgar por su aspecto, Yoongi se las había arreglado para mantener la compostura y el aplomo durante todo el día, aunque su manera de apretar la mandíbula y el aire algo alborotado de su pelo me decían que ya debía de tener ganas de volver a casa. Las chicas se quedaron con la palabra en la boca cuando se volvió a mirarlas. Conocía a mi hermano y deducía que, a pesar de su serenidad aparente, a él no le hacía gracia aquel tipo de atención. Parecía más avergonzado que halagado.

—Pobrecito, ya tienes un club de admiradoras —le dije, dándole unas palmaditas en el brazo, mientras echábamos a caminar hacia casa.

—No soy el único —respondió Yoongi—. Tú tampoco has pasado inadvertido precisamente.

—Sí, pero nadie ha intentado hablar conmigo. —No quise contarle mi encuentro con Jeon Jungkook. Algo me decía que Yoongi no lo vería con buenos ojos.

—Demos gracias, podría haber sido peor —añadió secamente.

🍃

Cuando llegamos a casa, le conté a Jin nuestra jornada punto por punto. Yoongi, que no había disfrutado ni mucho menos de cada detalle, permanecía en silencio.

—Las adolescentes pueden ser poco sutiles en ocasiones —comentó, pensativo—. Los chicos no son tan transparentes. Es muy interesante, ¿no te parece?

—A mí me parece que están todos muy perdidos —dijo Yoongi—. Me pregunto si alguno de ellos sabe realmente de qué va la vida. No se me había ocurrido que tendríamos que empezar de cero. Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.

Se quedó en silencio y los tres recordamos la tarea épica que teníamos por delante.

—Ya sabíamos que no iba a ser fácil —murmuró Jin.

Halo『KookTae』Where stories live. Discover now