18. 『Principe oscuro』

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Aunque era mi clase más interesante por mucho, no estaba de humor para literatura. Quería pasar más tiempo con Jungkook, estar separado de él siempre me causaba dolor físico, como un calambre en el pecho.

Cuando llegamos al salón de clases, estreché sus dedos con más fuerza y lo atraje hacia mí. No importaba cuánto tiempo pasáramos juntos, nunca parecía ser suficiente; siempre quería más. Cuando se trataba de él, tenía un apetito voraz que nunca se podía satisfacer.

—No importará si llego sólo unos minutos tarde —lo persuadí.

—No —dijo Jungkook, quitando uno por uno los dedos que estaban ahora agarrando su manga—. Vas a entrar a tiempo.

—Te estás convirtiendo en un abuelo —rezongué.

Él ignoró mi comentario y me puso los libros en mis brazos. Ahora casi nunca me dejaba llevar algo más tiempo del necesario. Debo haber parecido un perezoso ante todos los demás, siempre caminando por ahí con Jungkook a mi lado, obedientemente cargando mis pertenencias.

—Ya sabes, yo puedo llevar mis propias cosas, Kookie, no soy un inválido.

—Lo sé —respondió, lanzándome su adorable media sonrisa—. Pero a mí me gusta estar a tu disposición.

Antes de que pudiera detenerme, le eché los brazos al cuello y lo arrastré a un hueco entre los casilleros. Era su culpa en realidad, por plantarse ahí delante con su suave cabello cayéndole sobre los ojos, con la camisa de la escuela por fuera y el cordón de cuero trenzado ciñéndole la muñeca como si fuera una parte de él. Si no quería que lo atacara, no debería haberse puesto en mi camino.

Jungkook dejó caer sus libros y me devolvió el beso con pasión, con sus manos sujetándome el cuello y su cuerpo presionado contra el mío. Los pocos estudiantes que corrían a sus clases nos miraron abiertamente.

—Búsquense una habitación —soltó alguien, pero lo ignoramos. Durante ese momento el espacio y el tiempo no existían: sólo estábamos nosotros dos, en nuestra propia dimensión personal, y yo no podía recordar dónde estaba y ni siquiera quién era. No podía distinguir dónde terminaba mi ser y empezaba el suyo. Me hacía pensar en una línea de Jane Eyre cuando Rochester le dice a Jane que la ama como si fuera su propia carne. Así era exactamente como se sentía amar a Jungkook.

Entonces se separó de mi.

—Es usted muy malo, Kim —dijo, respirando pesadamente, con una sonrisa en los labios. Puso una voz distinguida—. Y yo estoy totalmente indefenso ante sus encantos. Ahora creo que ambos llegaremos tarde a clase.

Por suerte para mí, la señorita Song no era el tipo de profesora que se preocupaba por la puntualidad. Ella me dio una carpeta cuando entré y tomé asiento al frente del salón.

—Hola, Tae —me dijo—. Estábamos discutiendo acerca de la introducción al tercer trimestre. He decidido asignarles un trabajo de escritura creativa por parejas. Tienen que preparar juntos y leer en clase un poema sobre el amor, como preludio para el estudio de los grandes poetas románticos: Wordsworth. Shelley, Keats y Byron. Antes de empezar, ¿alguien tiene algún poema favorito que desee compartir con nosotros?

—Yo —dijo una voz refinada desde el fondo del salón.

Le eché un vistazo a los rostros para identificar a quién poseía aquel inconfundible acento. Un intimidante silencio calló sobre el resto de la clase. Era el nuevo.

"Qué valor...", pensé, "meterse en semejante compromiso en su primer día..." Eso o era enormemente vanidoso.

—¡Gracias, JiHan! —dijo la señorita Song con entusiasmo—. ¿Quieres venir a recitarlo?

Halo『KookTae』Where stories live. Discover now