8. 『YeonTan』

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No tenía idea de qué hora era cuando me desperté. Yo sólo era consciente de las palpitaciones en mi cabeza y sentía mi lengua como el papel de lija. Me tomó un tiempo antes de que pudiera poner los acontecimientos de la noche anterior en orden coherente, pero cuando lo hice, deseé no haberlo hecho. Sentí una oleada de vergüenza al recordar mi estado desorientado, mi dificultad para hablar, la falta de apoyo de mi propio peso.

Recordé a Jin sosteniéndome en sus brazos y la preocupación se mezclaba con la decepción en su voz. Recordé estar desnudo y la mirada de consternación en el rostro de Yoongi cuando el me acomodaba para dormir como un niño pequeño.

Cuando Yoongi me cubría con las mantas, oí a Jin reiterar las gracias a alguien en la puerta. Entonces empecé a recordar que pase la mayor parte del tiempo en la fiesta de Jimin, me desplome desamparadamente contra el cuerpo confortante de un extraño. Gemí en voz alta cuando la cara del desconocido destellaba vívidamente en mi mente.

De todos los caballeros galantes que podrían haber venido en mi ayuda, ¿por qué tenía que ser Jeon Jungkook? ¿Qué pensaba nuestro Padre en su infinita sabiduría? Me esforcé en recordar los fragmentos de nuestra breve conversación, pero mi memoria se negó voluntariamente a tales detalles.

Me invadió una mezcla de pesar y humillación. Enterré mis mejillas ardientes bajo el edredón y me encrespé en una bola, con la esperanza de que pudiera quedarme así para siempre. ¿Qué debe pensar de mí Jeon Jungkook, el capitán de la escuela Suncheon College, ahora? ¿Qué pensara todo el mundo de mí? Yo apenas llevaba en la escuela una semana y ya había deshonrado a mi familia y proclamado al mundo que yo era un novato en la vida. ¿Cómo podría yo no haberme dado cuenta de lo poderosos que eran esos cócteles? Encima de todo, había demostrado a mis hermanos que era incapaz de estar fuera de su cuidado y cuidar de mi mismo.

Oí voces silenciosas flotando hasta mí desde la planta baja. Jin y Yoongi discutían algo en voz baja. Las llamas volvieron a mis mejillas al pensar en la posición en que los había puesto. ¡Qué egoísta por mi parte no considerar que mis acciones los afectarían también! Sus reputaciones se encontraban en la línea, así como la mía, y la mía estaba, sin duda, ahora en ruinas. Me planteé la posibilidad de que nosotros empacáramos y comenzáramos de nuevo en una nueva ubicación.

Seguramente Jin y Yoongi no esperarían que me quede en Suncheon después del espectáculo que había hecho de mí mismo. Esperaba que en algún momento vinieran a anunciar la noticia y que hiciéramos las maletas y nos trasladáramos a una nueva ciudad. No habría tiempo para despedidas, los momentos que forme aquí se reducirían a nada más que buenos recuerdos.

Pero no vino nadie, y finalmente, no tuve otra opción que bajar y afrontar las consecuencias de lo que había hecho. Me eche un vistazo en el espejo del pasillo. Parecía frágil y había sombras azuladas debajo de mis ojos. El reloj me dijo que era cerca del mediodía.

En la planta baja, Jin estaba leyendo en la mesa de la cocina y Yoongi estaba de pie junto a la ventana, derecho como un pastor en el púlpito. Tenía las manos cruzadas a la espalda y miraba pensativo hacia el mar. Fui a la nevera y me serví un vaso de jugo de naranja, que tome rápidamente para saciar mi sed violenta.

Yoongi no se dio vuelta a pesar de que sabía que él estaba consciente de mi presencia. Me estremecí, una discusión furiosa habría sido mejor que esta recriminación silenciosa. Me importaba demasiado Yoongi como para perder su respeto. Por lo menos, su ira habría ayudado a aliviar mi culpa. Deseé que se diera la vuelta para que pudiera al menos ver su rostro.

Jin dejó el libro y me miró.

—¿Cómo te sientes? —Me preguntó. El no sonaba enojado ni desilusionado, y eso me confundió.

Halo『KookTae』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora