32. 『Secuelas』

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Durante las semanas siguientes, mis hermanos hicieron todo lo posible para limpiar la estela de destrucción que JiHan había dejado atrás.

Visitaron a las familias afectadas por los crímenes que había perpetrado y emplearon mucho tiempo tratando de reconstruir la confianza en SunCheon.
Jin se hizo cargo de Jimin y los demás que habían caído bajo el hechizo de JiHan. Los espíritus oscuros que poseían sus cuerpos habían sido succionados de vuelta al infierno junto con aquel que los había alzado. Mi hermano limpió de sus mentes la memoria de las actividades de JiHan, con cuidado de no tocar ninguno de los recuerdos no relacionados. Era como suprimir las palabras de un libro de cuentos teniéndolas que seleccionar con mucho cuidado o podría deshacerse de algo importante.

Cuando terminó su trabajo, sólo recordaban los primeros días de JiHan, pero nadie recordaba que hubieran tenido relación con él. La administración de la escuela había recibido un mensaje según el cual JiHan había dejado el colegio a instancia de su padre para regresar a un internado en Inglaterra. Fue el tema de los chismes durante un día o dos antes de que los estudiantes se trasladasen a preocupaciones más inmediatas.

—¿Qué pasó con ese chico que estaba tan bueno? —me preguntó Jimin dos semanas después de su rescate. Estaba sentado al borde de mi cama sin hacer mucho— ¿Cuál era su nombre... JiHoon, JeonHan?

—JiHan —le dije—. Se ha regresado a un internado.

—Qué lástima —comentó Jimin—. Me gustaban sus tatuajes. ¿Crees que debería hacerme uno? Estaba pensando en uno que dijera simplemente: Ignooy.

—¿Quieres un tatuaje del nombre de Yoongi al revés?

—Maldita sea, ¿es tan obvio? Voy a tener que pensar en otra cosa.

—A Yoongi no le gustan los tatuajes —dije—. Dice que el cuerpo humano no es una valla publicitaria.

—Gracias, TaeTae —me dijo Jimin con gratitud—. Suerte que te tengo alrededor para evitar que tome malas decisiones.

Me resultaba difícil hablar con Jimin en la forma en que solíamos hacerlo. Algo había cambiado dentro de mí. Yo era el único miembro de mi familia que no se había recuperado del conflicto con JiHan. De hecho, semanas después del incendio, todavía no había salido de casa. Al principio era porque mis alas, habían sufrido graves quemaduras y necesitaban tiempo para sanar adecuadamente. Después, se trataba simplemente de que me faltaba el valor. Me sentía a gusto así. Después de toda mi sed de experiencias humanas, ahora no quería nada más que el refugio del hogar. No podía pensar en JiHan sin que mis ojos se llenaran de lágrimas. Procuraba que los demás no se dieran cuenta, pero cuando estaba solo, mi auto control fallaba y lloraba abiertamente, no sólo por el dolor que había causado, sino también por lo que él podría haber sido si me hubiera permitido simplemente ayudarle. No lo odiaba. El odio era una emoción poderosa, y me sentía demasiado agotado para eso.

Me encontré a mí mismo pensando en JiHan como una de las más tristes criaturas del universo. Había venido a ensombrecer deliberadamente nuestras vidas, pero no había logrado nada en realidad. Sin embargo, traté de no pensar en lo que podría haber sucedido si Jin  no hubiera irrumpido en mi prisión. Pero la idea se seguía arrastrando por mi mente y me retenía en la seguridad de mi dormitorio.

A ratos observaba pasar el mundo a través de mi ventana. La primavera se deslizaba hacia el verano, y notaba que los días se hacían más largos. Me di cuenta de que la luz del sol llegaba antes y duraba más tiempo. Miraba como algunos gorriones construían sus nidos en los aleros del tejado de la casa. A lo lejos podía ver el chapoteo perezoso de las olas en la orilla.

Halo『KookTae』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora