Capitulo 1 - Te admiro incluso más de lo que te quiero

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- ¡Estoy harta, Alfred! Es que tú eres don perfecto, a ti nunca se te puede decir nada. ¡Pues no! ¡Pues a lo mejor me he cansado de que tengamos que hacer todo siempre como a ti te da la gana!

Amaia notaba las lágrimas que deseaban asomarse por sus ojos pero luchaba contra las ganas de llorar y la garganta le ardía en consecuencia. Sentía la rabia consumirla, ya no sabía ni el por qué. Estaba explotando. Mentalmente porque no podía encasillar más cosas, no podía guardar más cosas para sí. Pero estaba prácticamente explotando de manera literal: no podía estarse quieta, se movía por todo el salón como una bestia enjaulada, haciendo aspavientos con las manos, pegando patadas al aire y levantando cojines con furia que luego lanzaba contra el sofá. Tenía tanta energía que verla desde el exterior era casi cómico. Sin embargo escuchar los gritos que estaba lanzando no le estaba haciendo ni pizca de gracia a Alfred. Amaia podía leer en su mirada que no la reconocía, nunca la había visto así. Nunca la había creído cuando le decía que tenía mucho genio cuando se enfadaba. Ahora lo estaba viviendo en su propia carne. Alfred estaba en el quicio de la cocina, observando la escena, como un animal al que están dando caza y que no tiene escapatoria. No se atrevía a hablar más después de haber lanzado la bomba.

-¿Te quieres ir? ¡Pues vete! Pero de mí te olvidas, estoy harta de ser "la novia de Alfred", "la novia del cantante", un cero a la izquierda, la imagen de todas las portadas del corazón por ser el mai de "almaia", la que te espera después de cada gira para escuchar las maravillas de tus conciertos pero a la que ya no llama nadie de la compañía que se suponía que confiaba en mí...

Amaia se dejó caer en el sofá, apretando uno de los cojines contra su pecho mientras temblaba por el esfuerzo físico. Cada músculo de su cuerpo estaba en tensión y le picaba la garganta. Sabía que estaba a punto de romperse.

Muy en el fondo de su ser ella era consciente de que en realidad no estaba enfadada con él si no con su propia suerte, con Universal, con el futuro brillante que tenía y que se había apagado delante de sus narices.

Después de ganar el concurso musical en el que se habían conocido y de representar a España en Eurovisión, Amaia junto con Alfred había sido el centro de la prensa rosa del país durante muchos meses a pesar de sus esfuerzos por que la prensa se centrara en su música. Los dos habían triunfado con la gira de OT, llenando todos los estadios en los que actuaban. Ese mismo verano, Alfred había disfrutado como un crío de una pequeña gira de verano que se había sacado de la manga antes de publicar su disco. Amaia lo había acompañado cuando podía, y verlo disfrutar de algo por lo que llevaba años luchando la llenaba de orgullo. Ella no se había quedado atrás, había hecho una decena de conciertos por pequeñas salas de Madrid y Barcelona que se habían iluminado con su luz y con la magia que desprendía su voz. Nadie podía negar que escucharla cantar y tocar era una experiencia casi espiritual, como levitar durante los minutos que dura la canción y luego aterrizar suavemente en la tierra de nuevo, olvidando todo lo que te rodea. Como bien le decía Alfred, cuando ella canta, los problemas desaparecen.

Sin embargo no todo había sido un camino de rosas. En aquel otoño de 2018 dio comienzo la nueva edición de Operación Triunfo y los ahora extriunfitos dejaron de estar en el ojo del huracán para verse envueltos en él. Porque sí, la industria musical era como un huracán. Te mareaban, te intentaban comprar como producto en vez de como persona, y hacerse oir era muy difícil. Había que tener las cosas muy claras y saber muy bien en quién confiar para no perderse por el camino. Por suerte Alfred siempre había sabido quién quería saber, qué música quería tocar, qué letras quería cantar y con quién quería trabajar. Ser un cabezón le había ayudado mucho para abrirse camino y había terminado publicando dos discos que eran el reflejo exacto de su ser, sus entrañas abiertas de par en par para un público que estaba perdidamente enamorado de su música y de sus letras. Por fin podía decir que lo había logrado: estaba viviendo de su música, publicando discos, escribiendo temas para otros, componiendo bandas sonoras para algunos musicales en los que destacaba el último de los javis, incluso había publicado un libro en el que explicaba su vivencia en la academia y que había sido todo un éxito en ventas. Estos últimos 3 años habían sido un sueño para él, pero una de las gloriosas razones había sido sin duda tener a su lado a la que ahora le estaba recriminando que hubiera dicho sí a una gira por Latino America y Estados Unidos y a la propuesta de Universal de grabar allí su tercer disco. Era una oportunidad de oro, no podía negarse, ni aunque eso conllevara pasar casi un año alejado de su país. Albergaba la esperanza de que Amaia viniese con él, por muy egoísta que eso fuera.

Ojalá - Almaiaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن