Capítulo 12 - Once días

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¡Hola cositas bonitas! Me sentía mal por no haber podido actualizar ayer así que me he puesto a escribir en cuanto he vuelto a casa y aquí os traigo un capítulo nuevo. Espero que os guste.

Gracias por todo el amor que me dais siempre, no sabéis lo que significa para mí que esta historia os guste.

Solo voy a añadir que se vienen cosas importantes....

¡Nos leemos pronto!

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Amaia llegó a casa agotada después de un largo día con los alumnos. El trabajo la llenaba muchísimo y poderse dedicar a la música, aunque no fuera de la manera que ella había soñado, era maravilloso. Agradecía cada día aquella loca casualidad que se cruzó en su camino hacía ya más de un año.

Cuando le dieron el alta, Amaia tomó consciencia de que no solo se había perdido a sí misma sino que también había perdido su vida. Y volver a construirla no fue nada fácil. Sabía que Aitana estaría a su lado siempre para apoyarla y cuando le propuso compartir piso, ni pudo ni quería negarse, pero no podía evitar sentirse mal porque su amiga no se fuera a vivir a Madrid. Aitana le decía que le encantaba vivir en Barcelona y que así estaba más cerca de su familia, y aunque fuera cierto, Amaia sabía que su plan desde hacía mucho tiempo había sido mudarse con Luis, y que lo siguiera posponiendo por su causa era algo que la llenaba de amargura.

Esa fue una de las razones que Amaia tenía más presentes a diario para dar lo mejor de sí misma y luchar por recomponer los trozos en los que se había convertido. Era un motivo poderoso sin duda, pero todos sabían que lo que más movía a Amaia en su lucha, era Alfred. Amaia quería volver a merecerse tenerlo a su lado, quería que llegara el día en que coger el teléfono y decirle que volviera no fuera una maldita locura. Sabía que debía quererse y perdonarse a sí misma antes de mover ficha, que nadie podría quererla antes de que ella lo hiciese. Y, cuando después de tres meses internada le dieron el alta en el hospital, estaba convencida de que ese día llegaría, que llegaría el momento en que sintiera la fuerza necesaria para recuperar a su chico del trombón.

Durante muchos meses luchó por convertirse un día en un huracán imparable. Por volver a afirmarse como persona y volver a conocerse y reconocerse a sí misma.

Vivir con Aitana fue de las cosas más agradables que era capaz de recordar en años. Se entendían a la perfección e incluso las peleas eran peleas de hermanas que terminaban siempre con un abrazo y viendo una película con palomitas en el sofá. La quería tanto que se sentía en deuda con ella y compartían una relación tan especial, que las dos luchaban tanto por su propia felicidad como por la de la otra, cargando en silencio con la culpabilidad que sentían. Aitana, que nunca se perdonaría haberla abandonado al abismo, y Amaia que se sentía un lastre cada vez que escuchaba a su amiga decirle a Luis que lo echaba de menos.

No fue un camino de rosas. En el conservatorio no quisieron saber nada de Amaia, se habían tomado muy mal las formas en las que se había ido, dejándolos en la estocada y teniendo que buscar de urgencia a un profesor suplente. Así que Amaia envió currículos a todas las escuelas que conocía, hizo entrevistas y se tragó muchos "ya te llamaremos" que nunca llegaron a buen puerto. Hasta que un día, cuando volvía cansada de otra entrevista sin éxito, vio un local en alquiler en su barrio. No lo recordaba muy bien pero le sonaba que aquello fuera una antigua discoteca y se acordó de aquella vecina pesada que había venido buscando firmas para que la cerraran por el barullo que se montaba por las noches. Copió el número y en los siguientes días no dejó de darle vueltas a la misma idea.

Ojalá - AlmaiaWhere stories live. Discover now