Chapter 4

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, esta pertenece a camnz y esta historia fue beteada por Flame's Child.

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Hermione probó suerte en todas las tiendas del Callejón Diagon y de Hogsmeade, pero nadie le daría ningún trabajo. Incluso fue al Ministerio, donde una de las personas encargadas de los empleos la escuchó, pero desafortunadamente le dijeron que, si bien disponían de trabajos de barrido de calles, sólo eran para hombres. Aparentemente, al mundo mágico no le gustaba ver a las mujeres barriendo las calles. Sólo otra de las pequeñas peculiaridades hipócritas del mundo mágico: no nos importa que las mujeres mendiguen, pero barrer las calles es algo indecoroso.

Luna intentó darle a Hermione un poco de trabajo vendiendo El Quisquilloso, pero no logró muchas ventas, sólo la de los suscriptores constantes. No era lo suficiente como para ayudarla de todos modos.

Neville y Luna le darían hasta su último centavo si lo necesitara, pero no quería pedirles su dinero. ¿Cuánto tiempo podría seguir así?

Hermione pasó más tiempo caminando en su habitación. Se estaba quedando sin opciones. Ella tendría que comenzar a mendigar pronto. O la otra alternativa era ser acompañante, esas eran las damas que atendían a los sangre pura borrachos que buscaban un poco de entretenimiento.

Las prostitutas eran tratadas de forma horrible por todos. Les pagaban para abusar de ellas y, a veces, hasta eran violentadas, y todos las culpaban por poseer una dudosa moral. Hermione estaba bastante segura de que ninguna de ellas eligió por gusto esa profesión. Ganaban lo suficiente como para sobrevivir, pero también pagaban un precio alto para poder vivir.

Era un destino al que Hermione le temía más que a nada, quedar atada al comercio de la calle, siendo abusada y golpeada por quien quisiera.

La mendicidad era la única alternativa, pero depender de la generosidad de estas personas era algo de lo que Hermione desconfiaba por completo. Los ancianos generalmente tenían que recurrir a la mendicidad. Hermione había evitado que Edna y Delia lo hicieran, pero tal vez ya no podría mantenerlas. La sociedad tampoco era amable con los mendigos.

Hermione deseó poder cerrar los ojos y que todo desapareciera. La comida se estaba acabando y el apartamento estaba helado. Edna y Delia estaban en la habitación más grande envueltas en cada pieza de tela que tenían.

El día de hoy, Hermione no había comido y llegó a la conclusión de que tendría que empezar a suplicar, si querían comer mañana. Nunca había estado en una situación en la que no tuviera idea de dónde sacaría su próxima comida.

Hermione obtuvo tres knuts mendigando. Dos de ellos se los dio Percy Weasley. El otro lo recibió de un hombre, quien también le propino una terrible caricia en su trasero. La mendicidad era vergonzosamente incómoda, pero tenía suficiente como para comprar pan, y tener comida en sus vientres compensaba la vergüenza.

Ella no tenía nada con que acompañar el pan, pero no importó, el sabor era fantástico. Hermione sabía que sólo era el hambre, pero era increíble lo que un poco de hambre le hacía al paladar.

Hermione mendigó otro par de días, y consiguió algo de comer para todas esas noches, pero no alcanzaría para pagar el alquiler. Hermione se sentía como Fagin del libro de Oliver Twist, tendría que pedirles a las ancianitas que se unieran a ella si querían tener oportunidad de juntar dinero para el alquiler. Pero ella simplemente no tenía el corazón para decirles que lo hicieran y las pociones medicinales de las mujeres se estaban acabando, lo que les dificultaba mucho más estar en las calles.

Absolutamente despreciableWhere stories live. Discover now