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Me levanto y veo en mi celular que ya eran las 7 de la mañana. ¡Sumamente tarde! Así que me levanté de golpe de la cama, me puse lo primero que vi en el montón de ropa y salí despavorida del apartamento.

Corrí lo más rápido que pude hasta la estación de trenes que quedaba a unas 4 cuadras. Pasé mi tarjeta y me subí al primer tren que vi. Llegué a las justas pues apenas entré y se cerraron las puertas. Estaba demasiado lleno. Apenas podía mover mis brazos. Aprovechaba las estaciones para acercarme a la ventana dónde para mí no era tan sofocante. En una de esas, me senté rápido en un asiento cuando una señora bajó en una de las estaciones. Entonces aproveché en organizar mis notas, que estaban todas desordenadas en papelitos de colores. Aunque no pude hacer tanto pues un pequeño a mi costado estaba llorando y me dolía la cabeza. Cuando escuché que mi destino era la siguiente parada, me paré e iba acercándome a la puerta. Cuando se abrió, bajé de golpe, al parecer me habían empujado. No me importó y seguí corriendo hacia la universidad que quedaba muy cerca. Miré mi reloj y vi que eran las 7:50 ¡Estaba muerta! No me iban a dejar entrar. Aún así, seguí corriendo y me paré enfrente de la gran puerta: Estaba cerrada. Me lamenté por un largo momento de haber estado viendo hasta tarde doramas la noche anterior. Luego veo a alguien acercarse por detrás mío.

_Hola, amor -me dice Hojin- ¿decidiste perdonarme?

_No me llamaste para nada

_Lo siento -dijo con la misma voz que siempre hacía cuando se disculpaba, muy tierna- No pensaba que era importante decirte sobre mi familia.

_Quiero saber todo, como tú sabes todo -le dije- Y tú también te molestaste de la nada

_Lo siento -dijo de nuevo- A veces cuando se molestan conmigo, me molesto por eso.

Sonaba estúpidamente tierno.

_Ándale -dice dándome un pequeño empujón- Perdóname. Y si quieres, te puedo dejar entrar sin recibir castigo.

Muestra las llaves en su mano.

Hojin era nieto del dueño e hijo del director. Aún así, pienso que ellos no saben que el pequeño Choi tiene la llave. Estaba tan desesperada en entrar, y a parte, quería estar con él, que decidí perdonarlo. Entré dando pasos largos casi corriendo. Las clases ya habían comenzado pero lo bueno que estaban  parados seguro haciendo alguna actividad y aproveché en escabullirme entre los alumnos hasta llegar a mi sitio y copiar a todos. El profesor no se dió cuenta, pues creo que ni sabe que existo. Cuando empezó en break, Hojin se acercó y se sentó en la silla vacía que estaba en frente mío.

_Cariño, ¿quieres salir hoy? -dice jugando con mis dedos- Puede ser después de tu trabajo.

Hojin siempre me decía "amor" o "cariño". Al comienzo lo encontraba muy cursi pero con el tiempo uno se acostumbra. Por mi parte, solo le digo Jinny cuando estoy de buenas, pero hoy no era mi día.

_Puede ser... -digo con pocos ánimos.

_Si quieres vamos a comer pizza, ¿sí?

Hojin sabía que yo amaba la pizza. Y siempre que quería llamar mi atención me lo compraba.

_Pero prométeme que no me vas a ocultar nada -le dije retándolo.

Empezó a pensar.

_¡Choi Hojin! -le dije un poco molesta- ¡Prométemelo!

_Lo prometo -dijo no tan convincente- Te lo prometo.

Chasqueé la lengua como si estuviera molesta pero un poco cómica. Luego empezamos a dibujar animales en la parte de atrás de mi libreta. No sabemos dibujar mucho pero al menos se podría diferenciarlos.

Amor platónicoWhere stories live. Discover now