Capítulo 12

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El rizado atravesó la puerta principal con una expresión ¿cansada?, ¿frustrada?, ¿enojada?, ¿decepcionada? No podía descifrarlo desde el sofá.

-¡Papá!- En cuanto escuchó la puerta cerrarse, el pequeño giró velozmente su cabeza, tanto, que el ojiverde creyó que se iba a lastimar el cuello, corrió hasta el recien llegado y saltó a sus brazos, Joel lo recibió gustoso en un gran abrazo y su rostro cambió totalmente a una gran sonrisa.

-¡Maxi!- Dejó pequeños besos por todo su rostro, haciendo reír al pequeño.

Erick, al ver la distracción del rizado, salió corriendo a las escaleras a vestirse, no contaba con que Joel llegaría tempraño del trabajo, y no estaba vestido muy decentemente que digamos, seguía con el pantalón de pijama y sin camisa. No dejaría que Joel lo viera así.

"¿Mi camiseta abotonada azul oscuro? No, es demasiado formal. ¿La que tiene cuello de tortuga? No, es demasiado exagerada. ¿Mi camiseta sin estampado que aveces utilizo para dormir? NO, ES MUY INFORM.. ¿Qué me pasa?, ¿Desde cuándo me importa el cómo me veo?"

Niega con la cabeza y se dirge al armario y saca lo primero que encuentra. Algo deportivo pero cómodo a la vez.
Termina de vestirse y baja hasta la cocina donde encuentra a los dos rizados cocinando mientras el más pequeño le cuenta lo que soñó la noche anterior. Lo sabe porque le contó lo mismo a él comiendo golosinas en el sofá.

-Y entonces el gato se acercó al elefante y le regaló una bola de estambre, yo le grité al tigre que corriera tras el conejo que se había robado la mía, el trigre rugió, pero se equivocó y persiguió al dinosaurio que llevaba un ratón en sus manos, yo los perseguía montando mi unicornio de colores y comiendo mucho, mucho helado, hablando de helado, papi Erick, me dio mucho helado esta mañana, pero ahora que recuerdo la mañana anterior a ésta tú le dijiste que no debía darme mucho helado porque entonces, yo no dejaría de hablar en todo el día y en la noche no me querría dormir pero..- Joel ríe, por todo lo que hijo le está contando sin detenerse a respirar. Pero el pequeño se detuvo en cuanto notó lo que su padre acababa de sacar del refrigerador. -¡Oh!, ¡Yo quiero papá!

-¡Pídele al elefante de tu sueño!- Los dos corretearon hasta el jardín trasero. Uno tratando de alcanzar las donas y otro trantando de quitarlas de su alcance.

(...)

Me acerco a la oficina de Joel, la cual tiene en casa, y después de debatirme en tocar o mejor no molestar, decido por fin hacerlo y escucho su voz exclamando un "Pasa, Erick", por que claro, soy el único que toca para poder pasar, Maxi casi nunca lo visita en la oficina, y cuando lo hace, simplemente le grita un "¡Papá, quiero entrar!",  para segundos después y sin esperar respuesta, hacerlo, por otro lado, Israel entra como si fuese su misma habitación, así que sí, soy el único que toca. Después de pasar, me dirijo hasta el rizado sentado detrás de su escritorio liso apoyando sus codos en éste.

-¿Problemas en la empresa?- Pregunto un tanto preocupado por su expresión.

Asiente. -Problemas con algunos clientes, pero se arreglaran rápido.- Corrige. Se encoge de hombros apoyándose en su escritorio.

Frota su rostro y me sonríe burlón, seguro ya se enteró lo de ésta mañana.

-¿Problemas para recordar los días de la semana?- Suelta una risa divertida, ganándose un golpe de mi parte en su hombro. -No es mi culpa que tengas un problema con los fines de semana.- Se queja sobando la parte afectada y hace una mueca de dolor falsa que me hace reír.

-¡No molestes!, ¡Creí que era viernes!- Me excuso.

Ríe de nuevo y se levanta de su silla y comienza a deambular por su pequeña oficina tarareando una melodía desconocida, gira en la esquina de un mueble y acomoda un pequeño retrato que se encontraba boca abajo, sigue caminando y yo lo único que puedo hacer es seguirlo con la mirada. -Si sigues mirándome así, me voy a sentir acosado.- Ruedo los ojos mientras él gira sobre sus talones dedicándome una sonrisa cínica. Camina hasta que nos encontramos frente a frente y mi corazón se sentía desbocado en mi pecho. Su mirada mielosa no se apartaba de la mía. Las risas habían desaparecido, nos estabamos acercando demasiado, y conforme lo hacíamos, creí que mi pecho estallaria en cualquier momento, ni siquiera puedo creer que logre eso en mí, o simplemente no lo quiero admitir, porque, ¡Piénsenlo! ¡lo conozco hace apenas un mes! Retrocedo unos pasos más porque su mirada comienza a intimidar. Noto que ya no puedo retroceder y mi cuerpo está siendo retenido por su escritorio.
Un brillo cruzó sus ojos y no pude decifrar de qué era. Ya no sabía qué hacer, me sentía prisonero entre su cuerpo y su escritorio, mis brazos estaban inmóviles a mis costados. Esto nunca lo había sentido. Nunca. Hasta ahora.

Esposo por contrato • Joerick • TerminadaWhere stories live. Discover now