Capítulo 19

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-¿Tienes frío?

El ojiverde no responde.

-¿Tienes frío?

Nada.

-Erick, ¿puedo abrazarte?

-¿Qué?- El azabache se gira desconcertado.

Era la primera vez que dormían juntos. Desde que llegó, se instaló en la habitación de invitados, esta vez, Maxi hizo muchísimas preguntas, incluyendo "¿Por qué no duermen juntos?", Erick le mintió diciendo que era una simple tradición de su familia, ya no pudieron hacer nada más que dormir juntos esa noche.

Erick estaba tiritando, tenía mucho frío, más no le quería decir nada a Joel.

El rizado encontró la forma, aunque no era la única, de quitarle el frío, tal vez no sería lo más correcto, pero para él era la mejor, o la más conveniente, quizá era lo que quería, quizá quería ser correspondido, muy en el fondo sentía la necesidad de abrazarlo.

-Que si, puedo abrazarte- Repitió.

Hubo un pequeño silencio en el que el azabache se debatió la idea de dormir abrazado a Joel. Un miedo recorrió sus pensamientos, sabía que si acepataba no querría irse, pero si se negaba, moriría de frío y vacío en el corazón.

Finalmente soltó. -Sí.

El mayor enredó sus brazos alrededor de la cintura del menor y lo atrapó en un millón de sensaciones, sus cuerpos estaban pegados el uno al otro,enviando su calor corporal a través de ondas superficiales de cariño abrazable, el ojiverde se acomodó más, recargando su cabeza en el pecho del mayor. Inconscientemente sus pies subieron enredandose unos con otros, creando una red de fuerza como si alguien pudiese llegar en cualquier momento y separarlos, sinteron el fuego fluir y marcar cada espacio entre ellos, flamante y lleno de luz, luz de una paz eterna y comodidad en cada extremidad. La mano de Joel viaja hasta el cabello del azabache y le da pequeñas caricias dudosas, como preguntando si está bien que haga eso, al escuchar el suspiro del menor, sigue con su trabajo.

El ambiente ya no era frío, ahora en el aire se estaba concentrando el calor, un calor pacífico, un calor emanando de sus cuerpo recorriendo la habitación, salía hasta la ventana y gritaba cuánto amor estaba surgiendo en lo profundo de sus almas sin si quiera darse cuenta, un amor abrasador, inminente y fogoso.

-¿Cómo le diremos a Maxi que esto acabará?

El rizado baja su mirada sorprendida hasta la del ojiverde, pues, preguntó de la nada una interrogante que, muy en el fondo, esperaba evitar toda la vida.

El rizado se reprende que no debe volver a actuar por impulso, debió pensar en eso antes.

-Siendo sincero, no lo sé- Dice en medio de un suspiro.

-Joel, en menos de dos meses me iré- Pronuncia el ojiverde con seriedad.
Tal vez tenía miedo, miedo de que acabara, miedo a irse, tal vez, en el fondo de su ser, quería que el rizado y el pequeño lo detuvieran. Pero no lo demostraría, Erick nunca ha sido así, no le gusta que lo vean débil, sin embargo, desde que llegaron a su vida los Pimentel, ha tenido muchos ataques sorprendentes de preocupación y ganas de llorar inmensas.

El mayor resopla con frustración. Odia tener que recordar cada dos minutos ese maldito contrato.

-¿Puedes dejar de pensar en eso?- Suelta sin darse cuenta de su tono.

-Creí que te importaba- Susurra el menor incorporándose. El rizado le sigue a su acción y se sienta a su lado recargando su peso en una de sus manos, lo mira por unos segundos, un brillo de decepción o tal vez tristeza corre por las orbez verdes.

El ojimiel se acerca, demasiado, hasta el rostro del contrario.

Sus labios rozan los de Erick y, por inercia, cierran los ojos.

No sabe cómo pasó, pero se encontraba besándolo, el menor debajo de su cuerpo, sus brazos apoyados uno a cada lado de su cabeza para no caer completamente sobre él.

Y otra vez estaba ahí, la llama chocaba de nuevo en todas partes, el fuego estaba colapsando a su alrededor y ellos en su propio mundo.

Joel se separa lentamente y lo observa, lo admira.

-¿Tú crees que no me importa?- Pregunta con una sonrisa divertida al ver el rojo intenso que abarcaba desde el cuello hasta las orejas del ojiverde. -¿Crees que no me importa saber que pronto ya no te veré caminando de un lado a otro por esta casa, haciendo desayuno para Max y para mí, jugando con Max y llenándome de felicidad al ver que te quiere como su padre, gritarnos por hacer desastres, o gritarme a mi por no recoger mi ropa sucia, besarte hasta que mis labios ya no puedan moverse, abrazarte hasta que mis brazos ardan de dolor, tomarte de la mano y sonreír al mundo demostrando que somos felices cuando se supone que esto es falso?- A estas alturas el ojiverde ya no podía parar sus lágrimas.

-¿Pe-pero q-qué hay del contrato?

-Esto ya no es por el contrato, Erick.- Niega con la cabeza. -¿Sabes?, yo, no creí necesitar el amor de una pareja, nunca me importó porque tenía asuntos más importantes de los qué preocuparme- Ríe de lo patético que suena ahora, si le hubiesen dicho dos meses antes que tendría que hacer toda esta locura y enamorarse en el intento, no se lo hubiera creído. -Llegaste a mi vida y me demostraste que estaba equivocado. Que necesitaba más de lo que creí necesitar de alguien. Te necesitaba a ti.






Esposo por contrato • Joerick • TerminadaWhere stories live. Discover now