7: El Caldero Chorreante

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Fuimos a la botica para aprovisionarnos de ingredientes para pociones, y como a Harry la túnica del colegio le quedaba ya demasiado corta tanto por las piernas como por los brazos, visitó la tienda de Túnicas para Cualquier Ocasión de la señora Malkin y compró otra nueva. Y lo más importante de todo: teníamos que comprar los libros de texto para las dos nuevas asignaturas: Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación.
Al mirar el escaparate de la librería, fruncí el ceño; En lugar de la acostumbrada exhibición de libros de hechizos, repujados en oro y del tamaño de losas de pavimentar había una gran jaula de hierro que contenía cien ejemplares de El monstruoso libro de los monstruos. Por todas partes caían páginas de los ejemplares que se peleaban entre sí, mordiéndose violentamente, enzarzados en furiosos combates de lucha libre.
Harry sacó del bolsillo la lista de libros y la consultó por primera vez. El monstruoso libro de los monstruos aparecía mencionado como uno de los textos programados para la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas.
—¡LO QUIERO! ¡LO QUIERO!—chille tomando el brazo de Harry, emocionada.
Cuando entramos en Flourish y Blotts, el dependiente se acercó.
—¿Hogwarts? —preguntó de golpe—. ¿Vienes por los nuevos libros?
—Sí —respondió Harry—. Necesito...
—Quítate de en medio —dijo el dependiente con impaciencia, haciendo a Harry a un lado. Se puso un par de guantes muy gruesos, cogió un bastón grande, con nudos, y se dirigió a la jaula de los libros monstruosos.
—Espere —dijo Harry con prontitud—, ése ya lo tengo.
—¿Sí? —El rostro del dependiente brilló de alivio—. ¡Cuánto me alegro...
—Yo no—añadí; el dependiente parecía como si le hubiera escupido en el rostro y pensó algo...bueno...no fue de lo más bonito, y hoy aprendí una nueva palabra en mi lista de groserías.
Desgarró el aire un estruendoso rasguido. Dos libros monstruosos acababan de atrapar a un tercero y lo estaban desgarrando.
—¡Basta ya! ¡Basta ya! —gritó el dependiente, metiendo el bastón entre los barrotes para separarlos—. ¡No pienso volver a pedirlos, nunca más! ¡Ha sido una locura! Pensé que no podía haber nada peor que cuando trajeron los doscientos ejemplares del Libro invisible de la invisibilidad. Costaron una fortuna y nunca los encontramos—metió la mano temerosamente antes de rápidamente tomar uno de ellos, el libro se le tiró encima cual animal salvaje y comenzó a morderlo, el dependiente dio un alarido y lo tomó con las dos manos, mientras el libro se seguía retorciendo  en sus guantes, él tomó una especie de cinturón mientras que el libro luchaba contra él, lo amarró con enojo mientras que el libro seguía temblando y siguió retorciéndose en sus manos solo que esta vez sin morder, me lo entrego y lo acepte el libro todavía temblando en mis manos, luego vio a Harry—. Bueno, ¿en qué más puedo servirles?
—Disipar las nieblas del futuro, de Cassandra Vablatsky —dijo Harry, consultando la lista de libros mientras yo trataba que el libro no se me escapara de las manos.
—Ah, van a comenzar Adivinación, ¿verdad? —dijo el dependiente quitándose los guantes y conduciéndonos a la parte trasera de la tienda, donde había una sección dedicada a la predicción del futuro. Había una pequeña mesa rebosante de volúmenes con títulos como Predecir lo impredecible, Protégete de los fallos y accidentes , Cuando el destino es adverso.
—Aquí tienen—dijo el dependiente, que había subido unos peldaños para bajar dos gruesos libros de pasta negra—: Disipar las nieblas del futuro, una guía excelente de métodos básicos de adivinación: quiromancia, bolas de cristal, entrañas de animales...
Pero Harry no escuchaba. Su mirada había ido a posarse en otro libro que estaba entre los que había expuestos en una pequeña mesa: Augurios de muerte: qué hacer cuando sabes que se acerca lo peor.
—Yo en tu lugar no leería eso —dijo suavemente el dependiente, al ver lo que Harry estaba mirando—. Comenzarás a ver augurios de muerte por todos lados. Ese libro consigue asustar al lector hasta matarlo de miedo.
—Nah, no nos gusta leer—dije encogiéndome de hombros.
Pero vi la portada del libro. Mostraba un perro negro, grande como un oso, con ojos brillantes. Eso me hacía recordar a mis vagas memoria de un perro negro, eran borrosas, aveces recordaba acurrucarme con un perro, debió haber sido una mascota que alguna vez tuvimos.
El dependiente puso en las manos de Harry el ejemplar de Disipar las nieblas del futuro y luego puso uno encima de mi libro monstruoso que dejó de retorcerse e hizo una especie de quejido.
—¿Algo más? —preguntó.
—Sí —dijo Harry, algo aturdido—Uh...Transformación, nivel intermedio y Libro reglamentario de hechizos, curso 3o.

Cuando llegue a mi habitación mis abuelos estaban ahí, y mi equipaje estaba ahora en su tamaño normal, ambos estaban leyendo un libro y estaban tomados de la mano; honestamente gracias a ellos creía en el amor, eran de lo más tierno.
—¡He llegado!—dije dramáticamente, abriendo la puerta con el pie, mis abuelos levantaron la vista, y dejé los libros en el escritorio, sin embargo tome el libro monstruoso—. Abuelo Newt ¿puedes ayudarme? Me gustaría abrir este libro sin perder un dedo.
—Claro—mi abuelo se paró de su asiento y fue hasta mi, tomando el libro inquieto en mi mano—. Oh veras, solo tienes que acariciarle el lomo.
Mi abuelo hizo como dijo y el libro que estaba inquieto en sus manos se calmó poco a poco, y volviéndose más y más dócil.
—Debieron haberlo puesto en las instrucciones—murmure, tomando el libro ahora tranquilo en mis manos y poniéndolo en el escritorio. Mi mirada pasó a mi varita que estaba guardada en mi infaltable abrigo—. Abuelos hay algo que no entiendo.
—¿Qué es?—preguntó mi abuelo frunciendo el ceño.
—Entiendo lo de no querer que vaya a Hogwarts por este asesino, pero...¿Qué hay con mi varita?
Pude sentir a mi abuela tensarse pero mi abuelo me vio con una sonrisa cálida.
—Tu varita, mi cielo, está hecha con pelo de thestral y...
—Lo se, leí sobre ella.
—Entonces también sabes que nadie puede saber como es tu varita—siguió él—. Mucha gente querrá hacerte daño, y no dejaremos que eso pase.
—Por favor no me hagan devolverla.
—No lo haremos, pero te pedimos que seas cuidadosa—añadió mi abuela Tina, luego me vio, ahora se veía nerviosa—. También hay, hay algo más, y...y espero que no te disgustes.
—¿Qué pasa ahora?—suspire, sentándome en la cama.
—Tus...tus abuelos, los padres de tu madre, nuestro hijo y su esposa vendrán a Inglaterra.
Me paré rápidamente y los ojos casi se me salieron de tanto que los abrí, es como si me hubieran dado un golpe en el estómago o peor, por lo menos no hice una gran exageración.
—¿QUÉ?—grite, ambos ya estaban acostumbrados a mis reacciones excesivas—. ¿Angelique y Apollo? ¿Vienen a Inglaterra?
—Si—confirmó mi abuelo Newt.
—¿Y que hacen aquí en Inglaterra después de 13 años?–dije hastiada, de verdad no quería ver a esa gente.
—Solo vienen a...—mi abuela parecía querer encontrar las palabras—. A visitar a la familia.
Bufé.
—Debieron haber pensado eso antes de no quererme con ellos.
—Laila, porfavor—me pidió mi abuela Tina, sabía que era un tema delicado, pero sinceramente no quería nunca oír el nombre de esas dos personas.
—¿Saben que? No me interesa, de verdad, ellos ni siquiera van a querer verme, entonces no importa—dije yendo hacia la puerta.
—¿Adonde vas?—preguntó mi abuelo.
—¡Con Potter!—grite enojada antes de salir y cerrar la puerta con fuerza.
Inhale profundamente antes de entrar sin siquiera tocar a la habitación de Harry. Él estaba acostado en la cama con pereza, seguramente estudiando, levantó la mirada para ver quien había entrado.
—¿Sabes? Podría estar desnudo.
—Oh si—rodé los ojos—. Eso seguramente me detendría.
—¿Qué pasó?—preguntó casi tirando el libro al suelo, gatee en la cama mientras me dejaba un espacio, y me acosté a su lado.
—Uh...resulta que mis abuelos, no mis abuelos Newt y Tina, si no los padres de mi madre,um...vuelven a Inglaterra. Y creo que quieren verme...pero eso es imposible, no les he importado en trece años.
—Tal vez solo quieren saber que...estas...bien.
—No lo creo, tal vez querrán ver a mi primo Rolf y a el resto de la familia, al parecer no soy tan importante como él...
—Eres asombrosa ¿de acuerdo?— dijo viendo el techo—. ¿Qué pasó con Laila Scamander, la chica más fabulosa que existe según ella misma?
—Si, tienes razón—asentí—. Esa gente no merece mi tiempo.
Nos quedamos en silencio.
—¿Y que hacemos ahora?—preguntó.
—¿Comer helado y dormir? Suena bien para mi, hasta que Hermione y Ron lleguen.
—Suena bien.

¿UN PERRO NEGRO?
*guiño* *guiño*
Todo quien shippee a Haila va a amar y a odiar este libro...
Por ciertoooo ya estoy comenzando a escribir la historia de Lizzy Scamander pero no se cuando la publicare 💖

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora