16: Una terrible clase de pociones

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Malfoy no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estabamos en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas para mi pesar. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.
—¿Qué tal, Draco? —dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta, rodé los ojos—. ¿Te duele mucho?
—Sí —dijo Malfoy, con gesto de hombre valiente. Y guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy apartaba la vista.
—Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente. ¿Tendría que romperme el hueso para que Snape me tratara amablemente?
El puesto a mi lado estaba desocupado , ya que le había dicho a Hermione que mejor se sentara con Neville.
Por favor no te sientes aquí, por favor no te sientes aquí, por favor no te sientes aquí.
Cerré los ojos y casi hundí mi cabeza en mis brazos decepcionada, cuando sentí como Draco Malfoy se sentaba a mi lado, poniendo sus cosas con una sonrisa vanidosa; esto no podía ser más incomodo. Harry y Ron me vieron como si se acabara de morir mi escarbato.
Aquel día elaborábamos una nueva pócima: una solución para encoger.
—Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.
—Scamander, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista.
Casi pierdo un dedo cuando dijo eso, vi a Malfoy, mordiéndome el interior de la mejilla antes de tomar con violencia las raices de margarita y el cuchillo.
—Le va a pasar algo a tu brazo en verdad si no dejas de molestarme, Draco—murmuré la amenaza antes de verlo con una sonrisa más falsa que mis ganas de estar en esta clase .
Malfoy me dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa.
—Ya has oído al profesor Snape.
Tome el cuchillo y respire profundamente antes de cortar las raíces lo mejor posible por que o si no Malfoy me volvería a decir que lo hiciera de nuevo.
—Estas roja—me evaluó Malfoy.
—Créeme no es por tu belleza—le murmure.
—No. Me refiero a tu cabello—clarifico.
Tome un mechón de mi cabello y efectivamente estaba rojo sangre.
—Oh—en un segundo comencé a volverlo rubio desde las raíces; Malfoy parecía interesado desgraciadamente.
—¿Ves? Ya me estás haciendo perder el control.
Malfoy levantó las cejas.
—¿Te hago perder el control, Scamander?
—¡Si!—susurre luego al ver su rostro entendí la indirecta—. Quiero decir no, ¡me estas enfermando!
—Profesor; necesitaré que me pelen este higo seco —dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.
—Potter, pela el higo seco de Malfoy —dijo Snape, echándole a Harry la mirada de odio que reservaba sólo para él. Harry cogió el higo seco de Malfoy mientras yo seguía cortando raíces. Harry peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplia que nunca.
—¿Habéis visto últimamente a vuestro amigo Hagrid? —preguntó Malfoy en voz baja.
—¡Auch!—trate de no quejarme sin embargo atraje la atención de Harry y Malfoy mientras siseaba a causa del corte que me había hecho, me soplé el dedo viendo el hilo de sangre que me corria.
—A ti no te importa —dijo Ron entrecortadamente, sin levantar la vista, solo Malfoy y Harry se habían dado cuenta; como el que no quiere la cosa Malfoy me quito el cuchillo y comenzó a cortar el mismo.
—Te va entrar una mosca, Scamander—él murmuró, al ver que yo seguía con la boca abierta—. Me temo que no durará mucho como profesor —comentó Malfoy, haciendo como que le daba pena—. A mi padre no le ha hecho mucha gracia mi herida...
—Continúa hablando, Malfoy, y te haré una herida de verdad —le gruñó Ron.
—... Se ha quejado al Consejo Escolar y al ministro de Magia. Mi padre tiene mucha influencia, no sé si lo sabéis. Y una herida duradera como ésta... —Exhaló un suspiro prolongado pero fingido—. ¿Quién sabe si mi brazo volverá al gún día a estar como antes?
No sabía si darle las gracias o darle un golpe en la nariz.
—¿Así que por eso haces teatro? —dijo Harry, cortándole sin querer la cabeza a un ciempiés muerto, ya que la mano le temblaba de furia—. ¿Para ver si consigues que echen a Hagrid?
—Bueno —dijo Malfoy, bajando la voz hasta convertirla en un suspiro—, en parte sí, Potter. Pero hay otras ventajas. Weasley, córtame los ciempiés.
Malfoy había terminado de cortarme los ciempiés y los tiro de mala gana en mi lado.
Unos calderos más allá, Neville afrontaba varios problemas. Solía perder el control en las clases de Pociones. Era la asignatura que peor se le daba y el miedo que le tenía al profesor Snape empeoraba las cosas. Su poción, que tenía que ser de un verde amarillo brillante, se había convertido en...
—¡Naranja, Longbottom! —exclamó Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo—. ¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Longbottom?
Neville estaba colorado y temblaba. Parecía que se iba a echar a llorar.
—Por favor; profesor —dijo Hermione—, puedo ayudar a Neville a arreglarlo...
—No recuerdo haberle pedido que presuma, señorita Granger —dijo Snape fríamente, y Hermione se puso tan colorada como Neville—. Longbottom, al final de esta clase le daremos unas gotas de esta poción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a hacer las cosas correctamente.
Snape se alejó, dejando a Neville sin respiración, a causa del miedo.
—¡Ayúdame! —rogó a Hermione.
—¡Eh, Harry! —dijo Seamus Finnigan, inclinándose para cogerle prestada a Harry la balanza de bronce—. ¿Has oído? El Profeta de esta mañana asegura que han visto a Sirius Black.
—¿Dónde? —preguntaron con rapidez Harry y Ron. Alce la mirada y escuche con atención.
—No muy lejos de aquí —dijo Seamus, que parecía emocionado—. Lo ha visto una muggle. Por supuesto, ella no entendía realmente. Los muggles piensan que es sólo un criminal común y corriente, ¿verdad? El caso es que telefoneó a la línea directa. Pero cuando llegaron los del Ministerio de Magia, ya se había ido.
—No muy lejos de aquí... —repitió Ron, mirando a Harry de forma elocuente. Dio media vuelta y sorprendió a Malfoy mirando.
—¿Qué, Malfoy? ¿Necesitas que te pele algo más?
Pero a Malfoy le brillaban los ojos de forma malvada y estaban fijos en Harry. Se inclinó sobre la mesa.
—¿Pensando en atrapar a Black tú solo, Potter?
—Exactamente —dijo Harry.
Los finos labios de Malfoy se curvaron en una sonrisa mezquina, mientras yo rodaba los ojos en blanco.
—Desde luego, yo ya habría hecho algo. No estaría en el cole como un chico bueno. Saldría a buscarlo.
—¿De qué hablas?—le pregunté a Draco.
—¿No sabes, Potter...? —musitó Malfoy, casi cerrando sus ojos claros.
—¿Qué he de saber?
Malfoy soltó una risa despectiva, apenas audible.
—Tal vez prefieres no arriesgar el cuello —dijo—. Se lo quieres dejar a los dementores, ¿verdad? Pero en tu caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo, y bueno tal vez Laila ayudaría considerando que también buscaría venganza .
—¿Sabes lo que tiene que ver Laila en todo esto? —le preguntó Harry de mal humor.
—¡Estoy aquí sabes!
En aquel momento, Snape dijo en voz alta:
—Deberíais haber terminado de añadir los ingredientes. Esta poción tiene que cocerse antes de que pueda ser ingerida. No os acerquéis mientras está hirviendo. Y luego probaremos la de Longbottom...
Crabbe y Goyle rieron abiertamente al ver a Neville azorado y agitando su poción sin parar. Hermione le murmuraba instrucciones por la comisura de la boca, para que Snape no lo viera. Harry y Ron recogieron los ingredientes no usados, y fueron a lavarse las manos.
—¿Sabes lo que Black tiene que ver conmigo?—pregunté con curiosidad, su sonrisa solo se ensanchó más.
—Tal vez.
—Dime—dije con insistencia y tomándole la muñeca herida sin querer, el hizo casi un quejido y alce una ceja—. Lo siento.
No, te ves mejor quedándote con la duda.
—Eres un idiota, Malfoy.
Cuando faltaba poco para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se encogió de miedo al lado de su caldero.
—Vengan todos y pónganse en corro —dijo Snape. Los ojos negros le brillaban—. Y vean lo que le sucede al sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.
Los de Gryffindor observabamos con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Snape se puso el sapo Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la poción de Neville, que había recuperado el color verde. Echó unas gotas en la garganta de Trevor.
Se hizo un silencio total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y el renacuajo Trevor serpenteó en la palma de la mano de Snape. Sonreí de alivio y aplaudí como mis otros compañeros de Gryffindor. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga, echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.
—Cinco puntos menos para Gryffindor —dijo Snape, borrando la sonrisa de todas las caras—. Le dije que no lo ayudara, señorita Granger. Se pueden retirar.
Harry, Ron, Hermione y yo subimos las escaleras hasta el vestíbulo. Yo seguía pensando en que se refería Malfoy, en tanto que Ron estaba furioso por lo de Snape.
—¡Cinco puntos menos para Gryffindor porque la poción estaba bien hecha! ¿Por qué no mentiste, Hermione? ¡Deberías haber dicho que lo hizo Neville solo!
Ella no contestó. Ron miró a su alrededor.
—¿Dónde está Hermione?
Alce la mirada. Estábamos en la parte superior de las escaleras, viendo pasar al resto de la clase que se dirigía al Gran Comedor para almorzar.
—Venía detrás de nosotros—dijo Ron, frunciendo el entrecejo.
Malfoy nos adelantó, flanqueado por Crabbe y Goyle. Dirigió a Harry una sonrisa de suficiencia y desapareció.
—Ahí está —dijo Harry
Hermione jadeaba un poco al subir las escaleras a toda velocidad. Con una mano sujetaba la mochila; con la otra sujetaba algo que llevaba metido en la túnica.
—¿Cómo lo hiciste? —le preguntó Ron.
—¿El qué? —preguntó a su vez Hermione, reuniéndose con ellos.
—Hace un minuto venías detrás de nosotros y un instante después estabas al pie de las escaleras.
—¿Qué? —Hermione parecía un poco confusa—. ¡Ah, tuve que regresar para coger una cosa! ¡Oh, no...!
En la mochila de Hermione se había abierto una costura. No era una sorpresa; contenía al menos una docena de libros grandes y pesados.
—¿Por qué llevas encima todos esos libros? —le preguntó Ron.
—Ya sabes cuántas asignaturas estudio —dijo Hermione casi sin aliento—. ¿No me podrías sujetar éstos?
—Pero... —Ron daba vueltas a los libros que Hermione le había pasado y miraba las tapas—. Hoy no tienes estas asignaturas. Esta tarde sólo hay Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Ya —dijo Hermione, pero volvió a meter todos los libros en la mochila, como si no la hubieran comprendido—. Espero que haya algo bueno para comer. Me muero de hambre —añadió, y continuó hacia el Gran Comedor.
—Genial, no soy la única.
—¿No tienes la sensación de que Hermione nos oculta algo? —preguntó Ron a Harry.

ESO ES LO MÁXIMO QUE PODRÍAN OBTENER DE DRAILA.
SERÁ UN LARGO CAMINO PARA QUE LAILA SOPORTE A DRACO.

pero no es imposible

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα