36: Ataques

5.2K 643 103
                                    

Me abrigue más en mi manta mientras veía salir a los jugadores que fueron recibidos con un aplauso tumultuoso. El equipo de Ravenclaw, de color azul, aguardaba ya en el campo.
—Wood, Davies, dense la mano —ordenó la señora Hooch.
Y Wood le estrechó la mano al capitán de Ravenclaw.
—Monten en las escobas... Cuando suene el silbato... ¡Tres, dos, uno!
Cada uno despegó del suelo, yo por mientras y por primera vez poco interesada en el partido, puse el pergamino en la espalda de Ron y comencé a escribir.

Queridos abuelos;
Muchas gracias por el vociferador, todos se rieron de mi en el Gran Salón además de que casi se me rompieron los tímpanos...

Me detuve sin saber si el sarcasmo sería mi manera de sacarme el castigo, escuche los comentarios de Lee Jordan de fondo;
—Han empezado a jugar y el objeto de expectación en este partido es la Saeta de Fuego que monta Harry Potter, del equipo de Gryffindor. Según la
revista El mundo de la escoba, la Saeta es la escoba elegida por los equipos nacionales para el campeonato mundial de este año.
—Jordan, ¿te importaría explicar lo que ocurre en el partido? —interrumpió la voz de la profesora McGonagall.
—Tiene razón, profesora. Sólo daba algo de información complementaria. La Saeta de Fuego, por cierto, está dotada de frenos automáticos y...
—¡Jordan!
—Vale, vale. Gryffindor tiene la pelota. Katie Bell se dirige a la meta...
Pestañee cuando vi a la snitch y que revoloteaba en mi cara, vi hacia arriba y como ninguno Harry ni Cho, se daban cuenta.
—Vete de aquí, hermosa pelota—dije antes de darle una manotazo para que se fuera.

Decidí que el sarcasmo no era lo mejor por lo que arranque el pedazo y comencé de nuevo;

Queridos abuelos;
De verdad lo siento mucho por no haberles avisado. Se que no tengo justificación pero...no ha sido un buen momento para mi. Espero que la hayan pasado bien y que hayan comido mucho.

—¡Gryffindor gana por ochenta a cero! ¡Y miren esa Saeta de Fuego! Potter le está sacando partido. Vean cómo gira. La Cometa de Chang no está a su altura. La precisión y equilibrio de la Saeta es realmente evidente en estos largos...
—¡JORDAN! ¿TE PAGAN PARA QUE HAGAS PUBLICIDAD DE LAS SAETAS DE FUEGO? ¡SIGUE COMENTANDO EL PARTIDO!—McGonagall le gritó y no pude evitar reírme.
Ravenclaw jugaba a la defensiva. Ya habían marcado tres goles, lo cual había reducido la distancia con Gryffindor a cincuenta puntos. Si Cho atrapaba la snitch antes que Harry, Ravenclaw ganaría.

...aquí en Hogwarts todo está completamente bien. No ha pasado nada fuera de lo normal. Cuidado de Criatudas Mágicas es genial, espero el día en que Hagrid nos muestre otros animales, conocí a un hipogrifo lo que me hizo extrañar a Gabe, mándenme fotos de él por favor! También hablando de Hagrid, abuelo Newt aunque sé que están enojados conmigo puedes por favor considerar la opción de venir aquí y ayudar Hagrid con el juicio del hipogrifo, un idiota de mi clase se hirió por su culpa llamó al hipogrifo algo muy feo y ahora quieren ejecutar a la criatura. Abuelo incluso si estás enojado conmigo ¿puedes considerarlo?

Levante la vista cuando sentí una luz sobre nosotros; algo blanco y plateado, enorme, salió de la punta de la varita del jugador que creo que era Harry. Alargó la mano, con la que aún empuñaba la varita, y pudo hacerse con la pequeña y rebelde snitch.
Se oyó el silbato de la señora Hooch. Todo el equipo se abrazó en el aire mientras todos los Gryffindors comenzábamos a gritar, algunos con las varitas hicieron salir serpentinas, Ron al igual que yo gritaba con emoción, aunque yo me hubiera perdido la mitad del partido.
—¡Éste es mi valiente! —exclamaba Wood una y otra vez.
En completo desorden, el equipo se las ingenió para abrirse camino y volver al terreno de juego. Todos los de Gryffindor saltamos al campo, con Ron en cabeza. Toda la multitud alegre ovacionaba a Harry.
—¡Sí! —gritó Ron, subiéndole a Harry el brazo—. ¡Sí!
—Bien hecho, Harry —le dijo Percy muy contento—. Acabo de ganar diez galeones. Tengo que encontrar a Penelope. Disculpa.
—¡Estupendo, Harry! —gritó Seamus Finnigan.
—¡Muy bien! —dijo Hagrid con voz de trueno, por encima de las cabezas de los de Gryffindor.
En estos momentos probablemente me hubiera subido sobre Harry y los dos nos hubiéramos caído al suelo; pero ahora que los dos al parecer nos odiábamos mutuamente, me quede junto a Fay quien saltaba emocionada.
—Eh, Laila, tienes que ver esto—Fay me sacó de la multitud mientras me guiaba hacia el borde del terreno de juego, se puso un dedo en los labios, en signo para que me callara, fuimos lentamente, ocultándonos entra las gradas.
Tendidos en confuso montón estaban Malfoy, Crabbe, Goyle y Marcus Flint, el capitán del equipo de Slytherin, todos forcejeando por quitarse unas túnicas largas, negras y con capucha. Parecía como si Malfoy se hubiera puesto de pie sobre los hombros de Goyle. Delante de ellos, muy enfadada, estaba la profesora McGonagall.
—¡Un truco indigno! —gritaba—. ¡Un intento cobarde e innoble de sabotear al buscador de Gryffindor! ¡Castigo para todos y cincuenta puntos menos para Slytherin! Pondré esto en conocimiento del profesor Dumbledore, no les quepa la menor duda. ¡Ah, aquí llega!
—Eso Minnie. Diles quien manda—sonreí, matándome de la risa, Fay estaba rodando en el suelo. Me agarre el estómago viendo a Malfoy Quien ridículamente trataba de quitarse la capucha.
Todos fuimos a la salida del campo en dirección al castillo, para celebrar obviamente la victoria en nuestra Sala Comun.
Era como si hubieran ganado ya la copa de quidditch; la fiesta se prolongó todo el día y hasta bien entrada la noche. Fred y George Weasley desaparecieron un par de horas y volvieron con los brazos cargados con botellas de cerveza de mantequilla, refresco de calabaza y bolsas de dulces de Honeydukes.
—¡Dulces!—casi me tire encima de Fred como un animal salvaje, desde que me han limitado el azúcar mis abuelos, lo extrañaba mucho.
—¿Cómo lo hicieron? —preguntó Angelina Johnson, mientras George arrojaba sapos de menta a todos, yo, aunque él lo sabía, nos quedamos mirando mientras yo sacaba cinco y me los guardaba en el bolsillo sin culpa.
Sólo había una persona que no participaba en la fiesta. Hermione, inverosímilmente sentada en un rincón, se esforzaba por leer un libro enorme que se titulaba Vida doméstica y costumbres sociales de los muggles británicos. Tome una cerveza de mantequilla y un par de Dulces más dirigiéndome hacia mi amiga mientras reía al ver a Fay quien se había subido a una mesa, aunque vi a Harry a su lado igual fui hacia ella.
—No puedo, Harry, aún tengo que leer cuatrocientas veintidós páginas — contestó Hermione, que parecía un poco histérica.
—Eh Hermione, ten—dije ignorando a Harry, ofreciéndole la cerveza de mantequilla y un par de Dulces.
Ella negó con la cabeza.
—Tengo que concentrarme. Además... —también miró a Ron—, él no quiere que vaya.
No pude negarlo, porque Ron escogió aquel preciso momento para decir en voz alta:
—Si Scabbers no hubiera muerto, podría comerse ahora unas cuantas moscas de café con leche, le gustaban tanto...
Hermione se echó a llorar. Antes de que Harry o yo pudieramos hacer o decir nada, se puso el enorme libro en la axila y, sin dejar de sollozar, salió corriendo hacia la escalera que conducía al dormitorio de las chicas, y se perdió de vista.
—¡Hermione!—le grite para detenerla pero ella no me hizo caso y no se detuvo.
—¿No puedes darle una oportunidad? —preguntó Harry a Ron en voz baja.
—No —respondió Ron rotundamente—. Si al menos lo lamentara, pero Hermione nunca admitirá que obró mal. Es como si Scabbers se hubiera ido de vacaciones o algo parecido.
—Pero...
—¿Y tú le vas a pedir perdón a Laila?—Ron respondió de vuelta, me hice como si la que no oía, tomando uno de los libros que Hermione dejó sin que se hubiera dado cuenta.
—No...no...lo sé—dijo Harry, definitivamente esa no era la respuesta que esperaba, sin querer mi cabello perdió su color, volviéndose un poco grisáceo, tome rápidamente el libro y me fui al dormitorio, golpeando a Harry en el hombro con fuerza y a propósito.

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanWhere stories live. Discover now