#3
Morgana
Ese nombre se repetía constantemente en la cabeza de Laila.
Morgana, Morgana, Morgana...
Pero ese no es el único problema de Laila, en su tercer año sus abuelos le tienen completamente prohibido de volver a Hogwarts, cuando el asesino, Si...
Agárrense de sus asientos estuve esperando mi vuelo desde las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana así que prepárense porque este capítulo está lleno de cuatro tazas de café e insomnio.
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Todos los pies que había ante nosotros volvieron a soportar los de sus propietarios. La parte inferior de las capas se balanceó y los llamativos tacones de la señora Rosmerta desaparecieron tras el mostrador. Volvió a abrirse la puerta de Las Tres Escobas, entró otra ráfaga de nieve y los profesores desaparecieron. —¿Harry? —¿Laila? Las caras de Ron y Hermione se asomaron bajo la mesa. Los dos nos miraban fijamente. Tarde unos segundos en siquiera decir algo y solo fue un quejido, Harry y yo nos quedamos en completo silencio antes de que ambos nos paráramos rápidamente de debajo de la mesa, corrí hacia la puerta, la ráfaga de viento me hizo dar un paso hacia atrás y casi entrar de nuevo, pero con toda la fuerza que pude comencéence a co ere como pude, daba codazos, golpeaba y empujaba a la gente, creo que hice caer a un, sin embargo con la visión borrosa choqué contra alguien mucho más alto que yo. —¿Estas bien?—preguntó en vez de decirme algo grosero. —Yo..uh...—sollocé sin saber que decir. —Soy Cedric, Cedric Di... —Lo siento—traté de no llorar antes de esquivarlo y salir. Después llegue a un esquina en donde no me viera mucho la gente y vomité todo lo que había comido en la mañana. Comencé a llorar no sabía si era por el vomito o porque tal ves estaba teniendo un ataque emocional pero apoyé mis manos enguatadas contra la fría nieve y di arcadas, sintiendo el vomito de nuevo. Sentí una mano en mi espalda y alguien que me recogía el cabello, mientras me daban palmaditas en la espalda. Me limpié la boca con la manga de mi chaqueta y me senté en la nieve a un lado de mi vomito, viendo a quien me había ayudado. Ron estaba frente a mi, con una cara de asco la cual no lo culpaba, se sentó a mi otro lado, tratando de no ver el vomito. —¿Donde...donde esta Harry?—pregunte con la voz temblorosa. —Cuando te fuiste, fuimos tras de ti pero Harry...fue en dirección contraria, Hermione fue por él. —No quiero hablar de esto—me seque la lagrima que me caía, tratando de controlarme—. Si alguno de ustedes me menciona Black... —No lo haremos—me prometio Ron, me ayudó a pararme y me dio un dulce—. Come esto, apestas a vomito y será mejor que te vayas, antes de que alguien sepa que estás aquí ¿de acuerdo? Te veo en el colegio.
Yo asentí, echándome el dulce de menta en la boca y tragándome todo el vomito que sentía.
—Gracias—murmuré.
—Aunque creeme vomitar babosas es como 100 veces peor
Traté de sonreír pero lo único que me salió fue una mueca.
🌙
No supe muy bien cómo logré regresar al castillo por el sótano de Honeydukes, pero agradecí que no me encontrara con Harry porque no sé qué diablos hubiera pasado, además deje mi vomito dos veces dentro del pasadizo, nada bonito vomitar en la oscuridad sola. El viaje de vuelta me había parecido un verdadero infierno; atravesar el pasadizo y entrar en el castillo, aunque no estaba muy segura de lo que estaba haciendo, en un momento después de vomitar ya no sabía que hacer y me apoye en la fría pared, pensando en todas las frases de diferentes voces que conocía. ¿Todos lo sabian? ¿Todos sabían menos yo? Dumbledore, Hagrid, el señor Weasley, Cornelius Fudge, McGonagall, genial ahora incluso la señora Rosmerta, pero lo peor era que estaba un 3000% segura de que mis abuelos lo sabían también, y me habían mentido todos estos años. Cubrí mi boca y tratando de no saborear el asqueroso sabor seguí adelante. No fui a cenar, además de estar terriblemente mareada y con nauseas no podía ni verle la cara a Harry después de eso. Creo que por primera vez pensé las cosas con calma y decidí lo mejor para mi; ir a la enfermería, Dios mío si que debo estar mal.
—¿Necesita vitaminas?—preguntó la enfermera, una vez toque la puerta luego se dio cuenta de mis ojos rojizos y de que de seguro debía tener por primera vez en la vida un aspecto fatal, menos mal nadie me había visto de vuelta—. ¿Está bien? —Uhh...me rompí el dedo—dije luego levante y di un sonido lastimero—. Auuu... Ella frunció el ceño y yo suspire. —De acuerdo, vomite todo mi desayuno y mi almuerzo y honestamente siento que me voy a desmayar.
La señora Pomfrey con un gesto algo desconcertado pero también preocupada me guió hacia una camilla y comenzó a preparar una especie de brebaje diciendo que me haría sentir mucho mejor. —¿Puedo...puedo pasar la noche aquí? —¿De verdad todo está bien Scamander? —¿Usted conoció a mi madre cuando estudiaba aquí, cierto?—pregunté de repente tratando de elegir mis palabras con cuidado. —Era muy gentil—dijo ella con una amable sonrisa—. Pero también le gustaba hacer algo de...desorden. Una vez llegó aquí convertida en un monstruo porque había comido uno de los Dulces de sus amigos. —¡Aquí estás!—exclamó una voz interrumpiendo a la enfermera que dejó un líquido en la mesa de al lado y vio a Fay con seriedad —Aún no se permiten visitas Dunbar. —Por favor—le pedí a la señora Pomfrey—. Necesito que me traiga algo. —¿Que tal si en vez de ser tu mula de carga me dices que te pasó? —Me rompí el dedo, la señora Pomfrey ya me curo pero creo que es mejor que me quede aquí esta noche. —¿Por el dedo roto?—ella frunció el ceño y luego se encogió de hombros—. Bueno por algo serás la reina del drama. ¿Que quieres que te traiga? —Es...bueno, son unas fotos, están en mi diario, pero ten cuidado Castiel y James tratarán de sacarte los ojos si no lo haces rápido. Ella alzó las cejas. —Oh vamos Fay ¿tú también querrías que alguien leyera tu diario? Unos minutos después llegó mi amiga de nuevo sin embargo había algo que colgaba del diario. —Ninguno de los dos estaba contento con sacar tu diario, y tenías razón, casi pierdo mi ojo y aunque sabes que me encantan las escenas de sangre no quiero ver la mía. Castiel y James se aferraban a el diario sin dejarlo ir, una vez me vieron parecían querer advertirme, yo les sonreí mientras Fay me daba el diario. —Hermione preguntó por ti, dijo que está muy preocupada y que deberías ir al dormitorio. —Estoy bien—sonreí lo mejor que pude—. Ahora vete antes de que sea el toque de queda. ¡Y riega mi Gardenia! Me despedí alzando la mano y tome el diario mientras Castiel y James se ponían en mis hombros. Saque una de las muchas fotos y vi una a la cual nunca le había prestado mucha atención porque eran muchas personas, eran la generación de Gryffindor de mi mamá. Lily Evans estaba sonriendo con una mano en el hombro de mi madre, mi tío Remus estaba detrás de ella siendo extremadamente alto, al otro lado de mi madre estaba James Potter quien era imposible de no reconocer y estaba abrazado con un chico que no veía a la cámara, veía a Elizabeth Scamander, la veía de la misma forma en la que mi abuelo Newt ve a mi abuela Tina o como Ron ve el pollo, o yo los Dulces. Ella no lo notaba porque estaba riendo viendo a la cámara pero él la veía como si fuera la única persona en la habitación y no tuvieran compañeros, parecía...enamorado. ¿Como un traidor psicopata puede estar enamorado? Debían tener unos 16 años y Sirius Black miraba por menos de un segundo a la cámara antes de poner toda su atención en mi madre viéndola como si fuera algo fuera de este mundo. Jamás habría reconocido a Black en esa foto; su rostro no estaba demacrado y amarillento o hundido, estaba joven y se veía muy apuesto y también noté algo que ojalá no me hubiera dado cuenta, compartíamos la misma sonrisa, la misma maldita sonrisa de lado. ¿Pensaba en unirse al lado oscuro en ese entonces? ¿Ya empezaban a agradarle las artes oscuras? ¿La idea de traicionar a sus amigos le era si se facil?
"¡Y la degolló! ¡Degolló a su propia esposa!"
Apreté los dientes con fuerza al igual que a el papel, lo apreté tanto que pensé que lo iba a romper pero fue una sorpresa cuando La foto se comenzó a quemar comenzando con el rostro de Black, teniendo cenizas en mis manos. La había matado, él la había degollado y había sido tan desquiciado para repetir mi nombre después de asesinar a mi propia madre, traté calmarme porque las cortinas empezaron a echar humo. No pude dormir en toda la noche por que cada vez que cerraba los ojos lo único que veía era a Black tratando de acercarse a mi, mi madre tratando de razonar con él, y luego...él cortándole la garganta, la sangre y ella... Sin embargo escuche una voz femenina, era alguien, familiar...aunque de alguna forma nunca la había escuchado una vez en mi vida y solo decía una palabra; Mátalo.