13.

1.2K 140 36
                                    

Alguna vez...

¿Has roto una promesa?


.


—He hecho una lista de lo que haría sin ti —le comento a la soledad —y lo que haría sin ella, porque son lo contrario ¿Lo ves? —reviso el trozo de papel con tan solo tres puntos —descubrí que sin ella estas tu, sin ti ella estaría —suspiró —Soledad, sin ti dejaría de ser tan miserable, sin ti dejaría de hundirme en la melancolía, sin ti posiblemente dejaría de atormentarme tanto —prosiguió —y con ella —giro la lista, leyendo su caligrafía —sin ella... —su respiración se volvió pesada, tratando de contener las lágrimas que acuchillaban su barrera construida con nubes, tan frágil que con un soplido se desmoronaría —sin ella no sería feliz, lo sé porque lo estoy viviendo.

La soledad tan persistente, rodeándolo con sus brazos helados, susurrándole al oído que su destino era vivir con esa sensación de vacío, con el saber que nunca más estaría completo, tal vez así lo convencería de ser su amigo.

Y el silencio inundando la estancia, apagando los sonidos propios de la ciudad, ahogando el canto de las avecillas, esperando a que aquel con un corazón frágil colapsara.

Adrien comprendía por fin a que se referían cuando Marinette mencionó "Adrien ¿Sabías que la felicidad y la tristeza van de la mano?".

Lo había dicho con tal simpleza que no entendió el mensaje trasfondo, ella había tomado su mano besando sus nudillos, algo que él haría.

"¿Por qué lo dices?" Se había atrevido a preguntar.

"Porqué... Pelean por su turno, en el juego de piedra papel o tijera no sabes que puede pasar" había contestado, ella sabía de que hablaba, aunque al parecer la tristeza había dejado noqueada a la felicidad, maldita tristeza que invocaba los recuerdos.

Esos en los que la miraba pasar, pasar muy cerca de él, con sus mejillas adornadas con un carmín que no reconocía en nadie más, con esa peculiar sonrisa embobada, con el brillo es sus ojos siempre tan peculiar, con su cabello algunas veces acomodado a la perfección o siendo un caótico al no saber como era este.

Pero cuando la miraba a su lado era totalmente diferente, el ambiente tranquilizador al que entraban estando juntos, sin necesidad de tocarse, solo mirándose.

Había perdido la cuenta de las veces que pasaban sus tardes recostados apreciando al otro, hasta caer en los brazos de Morfeo y aproximar sus cuerpos en busca de una pizca de calor para calmar el frío que los atormentaban al estar lejos.

Aunque ahora no podía acercarse a nada para calmar el frío que calaba sus huesos, ahora no podía sacudir sus ropas para alejar al invierno.

—estoy volviéndome loco —soltó abrazándose a si mismo, aquella posibilidad tan certera —pero Marinette... Aun tenía tantas cosas que contarte —murmuró, le hacía falta y necesitaba un abrazo pero solo habían un par de brazos que logran reconfortarlo —bien... —logró separar sus brazos, tratando de retomar la postura se puso de pie, escucho la alarma de fondo que enunciaba que era el momento de abandonar su mísera.

Suspirando volvió a tomar sus papeles junto a su saco azul marino, mordió su labio inferior, una gran oportunidad estaba en puertas y sabía que sí la perdía Marinette no lo perdonaría.

¿Era tonto seguir buscando la aprobación de un muerto?

Tal vez, pero era lo único que le daba las fuerzas de seguir.

Una vez fuera sintió el aire golpear su rostro, acariciando sus cabellos con delicadeza, cerrando los ojos no le molestaba imaginar que era Marinette quien lo hacía.

Alguna vez... [Terminada] Where stories live. Discover now