25.

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Alguna vez...

¿Sentiste el amor de una madre?

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Sonrió al ver las flores que inundaban la habitación con su particular aroma, dándole un toque menos melancólico del que debía, dejó la revista en la el buro, junto a las demás que poco a poco se acumulaba.

Era la revista favorita de Chloé, se había empeñado de comprar la edición diaria, para que así cuando ella despertará no se sintiera tan fuera de lugar en la moda.

Arrastró una silla hasta dejarla a un lado del cuerpo que se mantenía vivo gracias a una máquina, la observó sin saber que decirle, sintiendo la culpa apoderarse de ella.

Acaricio su mano, notando esa pulsera con significado que no entendía, de ella resaltaban 7 bolitas de diferentes colores, según le había escuchado decir una vez, los 7 chakras.

Aquel rollo de energías, así como la protección de símbolos, pulseras y collares, le parecía ridículo, la vida no podría ser más fácil con una piedra o poder del universo, creía con firmeza que las cosas podían controlarse con la suficiente fuerza misma.

Bueno, eso había sido antes de perder todo.

No había creído en poderes superiores, bueno eso había sido hace unos meses, como si su vida fuera construida con legos, cada pieza iba cayendo, por lo que ahora dudaba del crucifijo en su mano.

Pero en ese mismo instante buscaba aferrarse a algo, para no perder la esperanza que su hija despertará.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas, pero en ese instante no podía venirse abajo.

Se aferro a la mano fría, para comenzar a orar en voz baja, esa acción que repetía todos los días, esperando que algún poder mayor perdonara sus errores y le devolviera a su hija.

Porque habían tantos que sí el famoso infierno existiera, ardería por años en él.

Audrey Bourgeois no creía en dios, de igual manera le parecía absurdo poner su fe en algo tan tonto, creer en alguien que no había movido un pelo para hacer consciencia en sus creaciones, había escuchado a miles de personas hablar que la salvación vino con la muerte de cristo.

Pero ella no lo veía así, ni cuando perdió por primera vez a su hija y le dijeron que era el karma por no creer.

Y ahora de nuevo, volvía a pensar que quizás aquel ser, quería que creyera para ofrecerle un milagro.

Pues una curiosa mujer que aseguraba conectar con los del más allá, le había confirmado lo que ya había pensado, una maldición había caído en ella.

Ya había recorrido lo suficiente en busca de una salvación, de un intercambio, para que expulsaran a los seres que volvían sus días un delirio.

Así fue hasta llegar a un curioso hombre con barba, el cual le había ofrecido unas tartaletas y una taza de té, él le había respondido que no había tal maldición, que no era bueno atribuirle sus desgracias a posibles entidades, que cada uno debería de vivir sus guerras y superar sus pérdidas.

Esa frase que había escuchado antes de quien quería demasiado.

Horas después había regresado, deseando entrar y odiarlo por romper sus esperanzas, sin embargo se quedó frente a su puerta, después sintió entrar en ataque de locura, porque esa noche había cometido más de un error.

Aquella vez había discutido por la incompetencia de lo doctores a no depertar a su hija, por lo que se vio obligada a pasar una semana sin verla.

Alguna vez... [Terminada] Où les histoires vivent. Découvrez maintenant