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—Adrien, puedes contarme como fue ese día —habló, tan bajo como la seguridad que ella misma tenía.

—Rose, no estoy seguro de poder hacerlo —murmuró.

—ya ha pasado un mes —acarició su brazo tratando de brindarle apoyo.

—la mañana cuando murió Marinette, yo... Lo había sentido, había sido una mañana fría, me desperté con ansiedad, incluso llegué a tener un ataque de pánico, llevaba ya dos días desaparecida, el padre de Sabrina, nos ayudó a movilizar a policías, ya habían carteles con su cara, tenía tanto miedo —murmuró —pero ese día, cuando me desperté y me di cuenta de que todavía no estaba conmigo, yo sentí que mi mundo se venía tan abajo, solo había logrado dormir una hora esa noche, me hice un café y mire por nuestro balcón, no soy religioso, pero esa vez yo recé, a todos los dioses que conocía, lloré y grite, fue cuando... Y-yo-yo —su llanto le impidió hablar, Rose sujeto su cabeza, sintiéndose pavorosa por hacerlo revivir aquel recuerdo.

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Un mes antes.

Acomodó su corbata, cepillo su cabello rubio hasta que creyó estaba bien, su abogado le había aconsejado verse totalmente pulcro, era el segundo día de juicio, según las palabras de Deán "Si te ves excesivamente mal, pensaran que quieres que te compadezcan".

Afortunadamente no había tenido que pasar los días de espera en una celda, claro que no podía salir de su departamento y que el caso había tomado especial atención del público.

Habia recibido una bofetada de Sabine apenas llegó a las oficinas policiales el primer día, unas lágrimas de Tom y un intento de abrazo, dentro de todo ese mar de voces culpandolo, Tom confío que todo era una vil patraña, lo cual lo aliviaba de sobremanera.

Un oficial lo escolto hasta unas grandes puertas de caoba, su abogado llevaba un maletin junto a otras cosas que no percibía bien, un hombre más bajo que Dean llevaba otras cosas y parecía muy concentrado, sintió un pequeño temblor pero decidió ignorarlo, era el mismo que lo abrazaba en los días anteriores.

Sentía un frío extraño calar sus huesos, no sabía si eran los nervios de lo que podía aclararse ese día.

—¡Adrien! —escuchó, giro un poco su cabeza hasta ver el rostro lleno de felicidad así como de nervios de Audrey —¡Chloé despertó! —habló con tanta felicidad, que se la compartió al instante, Adrien miró a su abogado, después como Audrey se marchaba.

No lo pensó mucho, ponía en riesgo toda su vida por un simple detalle, que lo llenaba de esperanza.

Todos parecían en shock por la revelación de Audrey, incluso Gabriel quien miró a su asistente pidiendo una explicación, pero Adrien movió sus pies en dirección a donde la cabellera descolorida se despedía, nadie lo detuvo y él sabría que habría luchado para seguir en su camino.

Subió al auto de Audrey, ninguno habló ni colocaron música, simplemente miraban expectantes, con sus corazones rebotando y gritando.

[—Leí que puedes morir y reencarnar en un gato —murmuró, sorprendiendo a su rubio amigo quien dejó la malteada a un lado —¿Crees que sea posible? —cuestionó, recibiendo una negativa —es ridículo, totalmente ridículo —Adrien rio mostrando que le faltaba un diente, cosa que también la hizo reír a ella.

—Tu no serías un gato, serías un camaleón —la rubia parpadeó y después infló sus mejillas molesta —sabes ocultarte bien cuando jugamos a las escondidas.

—tu eres un pollo, estoy segura que mataste pollitos para tener ese cabello.

—¡eso es asqueroso! —Volvieron a reír dentro del ambiente lújubre del hospital.

Alguna vez... [Terminada] Where stories live. Discover now