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Alguna vez...

¿Has recordado de más?

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[—entonces ¿Me tocara una pieza señor Agreste? —su voz sonaba tan melodiosa que el joven se cuestionó si era real.

—todas las que quieras —respondió embobado por sus ojos azules, la de piel pálida sonrió, acercándose al piano a unos metros de ambos, acaricio la plataforma polvosa.

—¿Perdera el tiempo seduciendo a esta joven diseñadora hija de panaderos?

—Por mi perdía una vida para enamorarla —la azabache río —pero usted parece enamorada de ese viejo piano —exclamó agitando sus manos fingiendo tristeza —y de ese músico de quinta —soltó con molestia.

—más bien estoy enamorado de la persona que toco la más hermosa pieza en él —explicó con una sonrisa, aunque una parte de ella seguía molestia con el rubio, sus celos sin duda eran adorables.

—yo podría tocar una mejor —argumento tratando de no flaquear.

—pues hazlo —reto con un leve puchero.

—¿te casaras conmigo si logro una mejor pieza que ese patán que se robo tu corazón?

—eres un bobo —soltó con sus mejillas llameando —cuando me lo pregunté usted, sin titubear yo te diré que sí, ha logrado cortejarme —confesó —y ha ganado su perdón.

—¿eso significa que volvimos? —cuestionó con pavor de recibir una negación.

—Adrien, no lo entiendes, por más que lo intentemos no podemos separarnos].

Un suspiró brotó de sus labios, recordando esos momentos, esos que parecieran, se desvanecían en sus manos.

Los aplausos inundaron en salón, las lámparas se encendieron cegandolo unos segundos, mientras trataba de distinguir algún rostro en la multitud, la cual soltaba gritos y palmeaba sus manos, ver a un público de pie lo hizo sentir orgulloso, tal vez después de todo lo había logrado.

El telón se cerró con maestría, sus demás compañeros celebraron entre ellos, felicitando al Agreste por su increíble presentación, después de unos segundos tratando de asimilar que en realidad había sucedido, regresó las felicitaciones, siguió el camino trazado de amarillo, hasta detrás del escenario, donde se dejó caer en la silla con su nombre, observando su reflejo en el pequeño espejo ante él.

—Marinette... —pronunció observando la fotografía que aguardaba pegada en la esquina superior derecha del espejo —lo logré —pronunció conectando con los zafiros enmarcados en la fotografía, admirando como a pesar de la buena definición, la cámara no lograba captar a precisión la belleza de sus orbes similares al mar durante la noche.

Sonrió, cerró sus ojos conteniendo la respiración imaginandola, aplaudiendo entre desconocidos, con sus ojos levemente humedecidos.

—Hey Agreste ¿No saldrás a llenarte de palabras motivadoras? —uno de sus compañeros de grupo guardaba en un estuche su instrumento.

—solo espero un momento... —dolía pensar que quizás no vería caras conocidas.

—apuesto que tu chica aguarda allá afuera para besarte —habló sin tomarle importancia, provocando que una mueca se viera reflejada en su rostro —nos vemos —se despidió sin mirarlo, obligando al rubio a suspirar para después recargarse en su asiento.

—bueno fuera —mencionó para sí, mordiendo su labio inferior arreglo su aspecto ante el espejo, rememorando como Marinette solía acariciar sus cabellos rebeldes, murmurando que parecía un niño desconsiderado; sus pequeños dedos acariciando siempre la raíz de sus cabellos.

Alguna vez... [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora