Capítulo 3: "Posible lo Imposible"

4.2K 303 100
                                    

(Narra Betty)
~•~
"Posible lo imposible"
~•~

Santa Virgen De la Papaya... Esto sería imposible para muchos. Aunque desde lo personal, puedo hacer posible lo imposible.
Oh mierda, ¿A quién engaño? Jughead Jones es un maldito engreído, el cual debo salvarle su estúpido trasero.

-Bienvenida, Betty- el director de este infierno, alto y serio, me ofreció distintas cosas las cuales podría hacer aquí.- Me contaron que te gusta el arte y la literatura ¿Verdad?

-Desde niña, aquellas cosas que nombraste, fueron mi refugio. Me protegieron como un hogar.

-Bueno... Pues, hay una sala de arte que cerró hace varios años atrás. Puedes ir y pintar si gustas...- el director me entrego unas llaves, se notaba sus años. Lo miré a los ojos como agradecimiento.

-Gracias, Director- sonreí nuevamente, para luego retirarme e ir en busca de esa magnífica sala.

Cuando era niña, FP me había regalado una caja llena de pinturas, con distintos tonos y múltiples texturas.
Me salvó. Sí, de aquello que pensaba haber escapado... Es más; aún no comprendo si finalmente lo logré. Por lo que pintaba mi dolor, mi olvido, mi tristeza...
Hoy, por suerte, faltó el profesor de las dos últimas horas por casos familiares. Así que decidí pasarme el rato allí.

Giré la llave para la izquierda, mientras que esta generó un fuerte sonido.
Comencé limpiando, ordenando el nuevo espacio de arte para covertirlo en un refugio.
Finalicé colocando mis auriculares en los oídos, para que la sinfonía se propague por el conducto auditivo y siga hasta llegar a la cóclea.

-En parque Patricios, la ciudad de Buenos Aires.
Existe un refugio para la gente que no tiene a nadie.
Vivir y morir en la calle, allí siempre fui feliz.
Vivir y morir en la calle, que delirio sin ti.- Siempre tuve un maldito problema con cantar en todo momento. Bailar y moverme como una loca, mientras que el pincel actuaba como un micrófono y los malos recuerdos como olvidos.

-¡Betty!- escuché un alardido masculino detrás mío... Aunque me negué a darme vuelta, obviamente sabía quién era.

-Hola, Jones- dije, para seguir pintando las últimas pinceladas antes de darme la media vuelta.

-¿Qué haces aquí, Betty? Es de noche- susurró molesto. Abrí mis ojos, sorprendida. Me estremecí por las consecuencias que tendría.

-Me matarán- arrugué mi naríz como de costumbre, siempre lo hago cuando estoy molesta o algo me sale mal.- ¡Toni me dará con la chancla!

Jones soltó una carcajada. Nunca antes lo había hecho. Y honestamente disfrutaba su felicidad. Aquel chico ha pasado por mucho, aunque no sé en específico.

-Pintas... Hermoso- suspiró- . Y te recomiendo Los Dinosaurios, de Charly García. Fue una clave metafórica, de la última dictadura militar que asoló Argentina entre 1976 y 1983. Es... Excelente.

-Jones, ya la escuché, y al igual que a Charly, es una de mis favoritas- sonreí desfiante. Mientras que limpiaba los pinceles en agua y los deje reposar para el día siguiente.

-¿Quieres venir a Pop's, Jones? Tengo hambre- levanté mi cejas para luego cruzarme de brazos.- Yo pago.

-No lo creo- soltó una carcajada sarcástica- . No iré contigo, serpiente.

-Tú te lo pierdes- pasé por su lado, abandonando al arrogante muchacho que debía cuidar hasta la tumba.

-¿Por qué quieres ser mi amiga?- preguntó, antes de que atraviese esa puerta.

-Si te caigo mal, sólo escúpelo, no me importa- alcé mis cejas, desafiante.

-La puerta está abierta- se limitó a bajar la cabeza. Podía notar que aquellos ojos color océano, estaban contaminados de tristeza, locura, dolor.

Suspiré pesadamente, para luego agarrarle la oreja como niño pequeño.

-Jughead Jones, vendrás conmigo te guste o no- caminamos hasta mi moto, oía sus quejas y amenazas cada dos por tres, aunque no me importaba.

-Súbete- sonreí victoriosa, ya que me hizo caso.

El viento golpeaba suavemente mis mejillas, siempre lo sentí con un acto de libertad.

-Grita- le dije, siempre lo hacía cuando me colmaba. Había que librarnos del mal, de la tristeza. Debemos vivir, con una sonrisa y enfrentar el miedo... De lo contrario, explotaríamos.

Tomó aire y gritó, quitando la oscuridad que nos perseguía día a día. Gritó aquello que lo comía, arrebatando la felicidad que Jones tenía, la poca que sostenía.

Mordí mi labio para disimular mi sonrisa, es un acto completamente glorioso, liberador...

-¿Te ha gustado?- estacioné en frente de Pop's. Para luego peinar mi cabello con los dedos.

-Fue genial- admitió con una sonrisa. Aquellos ojos color océano, estaban divertidos, disimulando su liberación.

-Adivino ¿Pasado?- levanté una ceja. Él empujó la puerta con su cabeza, la cual tenía aquella gorra clavada.

-Sí- susurró- ¿El tuyo es... Fuerte?

Recordé a aquel hombre... Un maldito diablo. Mató a mi familia, ante mis ingenüos ojos. Las únicas personas que tenía. A las que más amaba...

-¿Estás en el Azul y Oro? ¿Verdad?- cambié rápidamente de tema. Disimulando con una sonrisa engañosa.

-Mmm... Sí, adoro los misterios, son...

-¡Betty!- un grito agudo que provenía de la puerta, interrumpió a Jughead, que hablaba contentamente sobre su trabajo.

-Toni, je je- Jughead frunció divertidamente el ceño, mientras que veía como mi amiga y el resto de mi grupo venía tras ella.

-Hay un pejelagarto- dijo Fangs, con una sonrisa.

-¿Un pejelagarto? Traéme la pala- contestó Toni, con una chancla rosa en su mano.

Me pego una, dos, tres, cinco veces.

-Ups- Toni bajó la prenda, al notar a Jughead con una sonrisa.

-Hey- dije riendo, antes de que todos soltemos carcajadas.

Sin pedir permiso, los chicos se sentaron para cenar junto a nosotros.

-Adivinen quién reprobó matemáticas- dijo Fangs, con un puchero en sus labios. Sweet Pea y Toni, pegaron suavemente su hombro.

-Púdrete- dijieron al unísono.

-¿Qué le dijo un zapallo a otro?- sonreí a mi nuevo chiste, era el mejor del mundo.

-Salchipapa- Toni era una idiota.

-No, te voy a dar un zapapo- estallé de risa, escupiendo la bebida que tenía en mi boca. Jughead se cayó de asiento, al matarse de risa por ver a todos hacerlo.

-Contando chistes, te quedas pobre, Betts- dijieron a la vez, mi grupo de idiotas, el cual, ya incluía a Jones.

-¡Esperen!- grité nuevamente. Al escuchar una de las canciones que amaba cuando era niña... Me dolía, aunque ya lo superé... O eso creía.
Me levanté del lugar, mientras que Sweet Pea tapaba su cara con sus manos, avergonzado. Ya que Toni venía conmigo.

-And I would do it for you, for you
Baby I'm not moving on
I love you long after you're gone
For you, for you
You would never sleep alone
I love you long after you're gone
And long after you're gone, gone, gone- canté entre risas, al ver a los chicos muertos de pena, menos Jughead, que reía dulcemente.

Tal vez no era la mejor persona para que lo ayude. Tal vez no era el mejor momento. Pero, con su sonrisa demostrada... Era mi mejor momento.

My Wonderwall •Bughead•Where stories live. Discover now