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Querido diario,

Hoy me decidí a tocar a la puerta de los del bajo. Me vestí con decencia y bajé con el paquete del chico en mano. Toqué al timbre, y esperé. Eran eso de las ocho de la mañana. Esperé no haberle despertado con el estridente sonido del timbre. Al escuchar pasos, creí estar soñando, pero creo que lo hice aún más cuando abrió la puerta. Estaba sonriendo al hacerlo, pero al verme, esta se transformó en una mueca y en una mirada seria.

Me preguntó que si podía ayudarme con algo a las ocho de la mañana un sábado con su voz grave, siendo cortés. Llevaba ropa que le quedaba demasiado grande, y sus pómulos marcados hacían su cara, que recordaba con facciones más suaves, algo afilada. Tardé algo en responder, hacía mucho que no hablaba con desconocidos. Yo al final pude responderle con un mínimo de decencia y le mostré el paquete a su nombre que había llegado de manera accidental a mi casa. Él me lo agradeció y me hizo pasar a su piso con la excusa de invitarme a algo para tomar a forma de agradecimiento. Yo obviamente acepté, y acabamos teniendo una plática amena sobre las marcas de té y los diferentes sabores de la manzanilla dependiendo del concentrado.

Al salir de su departamento a la hora de comer, no pude sentirme más feliz.

Lo malo es que esa felicidad fue demasiado efímera.

No pude parar de pensar en nuestra conversación, dándome cuenta de lo delgadas que eran sus muñecas, o de lo pálida que estaba su piel.

No le pregunté el porqué de que se quede en casa en todo el día.

Sólo hablamos de cualquier cosa y me fui. Dejándolo solo de nuevo.

¿Debería volver mañana para hacerle compañía?

˗ˋˏ ❁ ┋ Flower Boy Next DoorWhere stories live. Discover now