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Querido Diario,

Wonwoo vino a verme contra todo pronóstico. Se presentó en mi departamento a eso de las doce del mediodía usando solamente una camiseta que le llegaba hasta las rodillas. La grandeza de la prenda sólo puso en evidencia su ya evidente flaquez, lo que sólo consiguió ponerme más nervioso. Llevaba unas zapatillas de deporte, perfectamente atadas. Estaba despeinado, tenía ligeras bolsas bajo los ojos. me preguntó con voz algo ronca si podía pasar. Por supuesto que lo dejé, aunque mi piso fuese un cuchitril lleno de telas blancas, hilos y alfileres. Por suerte mis plantas estaban presentables.

Me dijo que no le dijese a nadie que había estado en mi departamento, porque un tal Seungcheol no debía saberlo. Lo hubieses visto, tan preocupado. Me pidió un teléfono y yo le di el mío, aunque sólo tuviese registrado el número de mis médicos, el de la policía y el de los bomberos. Estuvo un tiempo con el teléfono en la oreja. La persona a la que llamaba no contestó, lo que causó que sus ojos se llenaran de lágrimas. No paraba de murmurar un "¿Dónde estás?" Que me ponía los pelos de punta. ¿Porqué la otra persona no le contestaba?

Le pregunté con quién quería hablar, él me dijo que con Seungcheol. Me contó que estaba preocupado porque no había vuelto a casa en una semana. Luego rompió a llorar en mis brazos, diciendo que todo era culpa suya. pero yo no lograba entender bien de qué estaba hablando. Luego recordé que no lo conocía, así que tampoco sabía algo sobre su relación.

Decidí preguntarle sobre esto. Él me dijo que Seungcheol se fue de casa por su culpa. Volvió a llorar.

Hacía tiempo que no abrazaba tanto a alguien. Wonwoo es cálido. Es huesudo. Es frágil. No es el chico que yo hasta hace poco veía por la ventana. Ya no es el chico sano y fuerte que regresaba de vete a saber donde con su pareja. El chico del que me fijé por primera vez. Ahora se ha vuelto igual a un muñeco a punto de romperse.

No pude preguntar nada más.

Le ofrecí algo de té y galletas que preparé anoche para recuperar peso de a poquito y con el ingrediente de la felicidad: El azúcar. Comimos en silencio, pero no fue incómodo. Él empezó a hablar algo más calmado sobre las galletas, y terminamos hablando de cosas triviales otra vez.

Solo que hoy, quise preguntar por qué no salió de casa antes.

Él me respondió que lo estaba esperando.

˗ˋˏ ❁ ┋ Flower Boy Next DoorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora