Capítulo 6.

21 2 0
                                    




Frederick.



- Tierra llamando a Erick - parpadeo confundido - aterriza König que no tengo tu tiempo - me paso la mano por el pelo por enésima vez en los últimos veinte minutos. Si sigo oyendo la voz de Klaus durante un minuto más, dios, voy a olvidar, que somos amigos y que somos socios, y lo voy a lanzar por la ventana de la sala de juntas.


- Necesito que lo dejemos por hoy - me levanto - me va a estallar la cabeza si no salgo de aquí - sin darle tiempo a decir nada más me levanto de la silla y sin ponerme la chaqueta del traje, ni el abrigo, salgo de ahí como alma que lleva el diablo. Hoy no me apetece despedirme de nadie.


Después de dos minutos andando fuera de FHK maldigo mi estupidez, no debería haberme ido de allí sin chaqueta. Le pongo un mensaje a mi guardaespaldas para que no venga a buscarme, que se vaya directo a casa.


Necesito pensar.


Necesito aclarar mis ideas, desesperadamente, de lo contrario me voy a volver loco. Candace no deja de llamar y de mandar mensajes y mi adorada hermanita Hannah no deja de intentar metérmela por los ojos, y para ser sincero con estos cuatro meses teniendo que aguantarla he tenido más que suficiente. Y sin embargo sigue llamando, así que opto por apagar el teléfono.


Llevo años sin salir a dar un simple paseo por las calles de la ciudad, vivir a las afueras no ayuda demasiado, aunque prefiero la tranquilidad de la urbanización, sin embargo, ahora que estoy aquí solo, caminando entre cientos de miles de personas, me siento tan pequeño y tan insignificante y aunque suene hasta ridículo, necesitaba volver a sentirme un ser humano normal, sin tantas cargas y responsabilidades.


Entro en el bar del hotel Hilton y me pido un vaso de absenta. No soy un kamikaze, pero, no puedo evitar beberme el vaso en dos tragos y pedir otro y otro y otro más, hasta que ya no soy capaz de distinguir las facciones de la camarera ni de entender lo que me está diciendo. Intento ponerme en pie, en busca de algo de aire fresco, sin embargo, lo único que consigo es caerme de la silla.


- Yo me hago cargo, no se preocupe - siento como unos dedos se clavan en mi brazo derecho y tiran de mi hacia arriba. Aún sin verle la cara, solo guiándome por el olor de su perfume sé perfectamente que es Siegrid. Ella siempre llega al rescate - Mierda Erick, coopera un poco.


Me agarro a su cintura con toda la fuerza que soy capaz de ejercer y al instante un frío que cala los huesos me golpea de lleno y luego la oscuridad.


Un fuerte dolor me atraviesa de sien a sien y una arcada horrible hace que habrá los ojos de inmediato, aunque al instante tengo que volver a cerrarlos, tengo un fluorescente encima de la cabeza.


- ¿Es dura la resaca e? - se burla. En este instante la voz de Siegrid me taladra los tímpanos, no quiero oír nada, ningún sermón absurdo. Vuelvo a abrir los ojos esta vez enfocando la mirada hacia otro lado y, en efecto, de pie, a los pies de la cama está Sieg, con cara de preocupación y con unas ojeras que le llegan al suelo. Una vez que mis pupilas se acostumbran un poco a la luz que hay en la habitación, miro a mi alrededor. ¡Mierda! Estoy en una habitación de hospital, intento incorporarme pero me tira la vía que tengo puesta en el brazo izquierdo.

LIES.Kde žijí příběhy. Začni objevovat