"잘못된 문자" ««Wrong letter»» [Changlix]

Capítulo Veintitrés

Han Jisung

Minho terminó de ducharse y se vistió. Salió del baño y fue a su habitación, buscando su móvil para avisar a su novio. Al final no lo encontró. Pensaba haberlo dejado en el escritorio, pero tal vez lo dejaría en otro lugar, pensó.

Finalmente cogió su cartera y sus llaves y salió del apartamento.

Cuando salió a la calle, no vio a Changbin esperándolo. Creyó que llegaría tarde y esperó unos minutos.

Durante ese tiempo estuvo pensando en su relación con él.

¿Le gustaba? No.

¿Servía para distraerlo? Sí.

Distraer.

Changbin no era más que eso. Era una distracción para no pensar en Hyunjin y su rechazo.

Hacía varios días en los que ya se encontraba mejor. Aparte, al tener que fingir que le gustaba el bajito, tuvo que reprimir sus penas delante de su compañero de piso, porque si lloraba una vez, podía excusarse diciendo que estaba muy feliz de ser su pareja, pero si lo hacía más veces en frente de él, se notaría que algo no andaba bien. Entonces, fingir estar bien había influido en su mejoría.

Pero ya no podía dejar a su juguete.

¿Juguete?

¿Era el menor un juguete para él?

Prefirió no responder a su propia pregunta para no sentirse despreciable.

Él sólo no podía dejar a su novio así porque sí. Necesitaba una razón, algo que valiese. No podía ir y decirle: Lo siento, Changbin. Nunca me gustaste, sólo te utilicé para olvidar a Hyunjin.

Desde luego, no podía decirle eso.

Era un hijo de puta, pero no llegaba hasta tanto.

Y bueno, realmente, él no tenía especial interés en quedar mucho y liarse con el chico, pero como es algo que las parejas hacen, lo hizo.

Lo único que podía decir que le gustaba de la relación era que Changbin besaba maravillosamente bien, y que se sentía cómodo estando con él.

Después de esperar por unos diez minutos, o eso creyó que estuvo esperando, pues no ningún soporte con el que mirar la hora, se fue de allí para dar una vuelta, pues estaba muy bien vestido ese día y quería lucirse. Supuso que Changbin no podría quedar y que se lo había dicho, pero al no encontrar el teléfono, no pudo revisar sus mensajes y ver que él le había enviado uno.

Comenzó a caminar hasta llegar a una cafetería. Observó el lugar en busca de una mesa. Todas, desgraciadamente, estaban ocupadas, así que escrutó a las personas que ocupaban las mesas. Un chico con unas mejillas que parecían ser de una ardilla estaba sentado solo en una mesa apartada y al final del local. Miraba su teléfono tranquilamente y a veces le daba un sorbo a la bebida que había pedido.  Le pareció que era amable y fue hacia él.

- Perdona - le dijo, y el chico lo miró.

Qué guapo es, joder. Pensó en cuanto lo vio de cerca.

- Dime - le respondió el chico con una sonrisa que a Minho le pareció de las más preciosas que había visto nunca.

- ¿Te importa si me siento contigo? - No esperó respuesta porque siguió hablando -. Es que todas las mesas están ocupadas.