Llévame a casa (Bring me home)

Capítulo 2

El viaje al apartamento de Adrien se realizó en completo silencio por parte de ambos.

El joven intentó en numerosas ocasiones iniciar una pequeña conversación entre los dos, pero Marinette fue totalmente cabezota en su frustrante mudanza, encorvada sobre una estrecha bola de desesperación sobre el cuero del asiento del copiloto del coche, mirando a través de la ventana con llorosos ojos azules. Por otra parte, Adrien se recordó a sí mismo, ella acababa de perder todo lo que poseía en el trágico incendio de su edificio.

Nino y él habían estado tomando una taza de café después de unas semanas de silencio debido a sus ocupadas vidas cuando el joven DJ recibió un SMS de su novia. Los ojos de color ámbar se abrieron de par en par, había saltado de su asiento, agarrando su billetera y tirando de la manga de Adrien sin miramientos.

- ¡Santa mierda, amigo, el edificio de Marinette está en llamas! ¡Vamos, Alya está con ella! -

El antiguo modelo había tratado honestamente de ignorar la desagradable sensación de inquietud que se acumulaba en su estómago mientras ambos hombres se dirigían a su automóvil. Claro, había visto a Marinette en algunas ocasiones en el transcurso de los últimos años, siendo la mejor amiga de Alya asegurándose de que sucediera en varias ocasiones, pero cada encuentro le había dejado un desagradable sentimiento persistente durante horas después. Cierto, Adrien y Marinette se conocían superficialmente desde hacía mucho tiempo, pero incluso después de todos esos años pasados ​​como conocidos, Marinette seguía siendo un misterio para él, un enigma insoluble que se había retirado detrás de muros altos. Eso no es todo. Incluso Alya logró cruzar más hoy en día.

Todavía se había visto envuelto en esas infructuosas reflexiones cuando finalmente llegaron al edificio en llamas de Marinette. La desolación de la escena ante sus ojos había endurecido al instante el corazón de Adrien con mucho dolor en su pecho. El antiguo y encantador edificio donde vivía Marinette se había derrumbado bajo el despiadado asalto de las llamas hambrientas, y no quedaba nada más que cenizas humeantes y restos carbonizados. De pie en la acera al otro lado de la calle, Adrien vio a Marinette abrazada a Alya. A lo largo de los años, la chica tímida había sabido convertirse en una mujer increíblemente hermosa, con curvas en los lugares correctos, sus hermosos ojos azules aún tan penetrantes como siempre habían sido y su pelo sedoso tan oscuro como él podía imaginar que fuera. Ella temblaba impotente, todo el lenguaje de su cuerpo traicionaba su desdicha desgarradora. Con los ojos azules apagados, las mejillas manchadas de lágrimas, los hombros caídos, la joven estaba obviamente muy molesta, y cuando Nino y el rubio de ojos esmeraldas llegaron hasta ellas, Adrien logró escuchar lo suficiente de sus divagaciones para comprender su preocupación. A los veintitrés años de edad, era evidente que estaba más que renuente a volver a vivir con sus padres, algo que él podía entender perfectamente y quedarse atrás.

"Una vez que uno prueba la libertad, incluso la jaula más dulce no era más que una jaula."