Capítulo 22

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Adrien se recostó contra la silla, se quitó las gafas y se frotó los ojos cansados. Una rápida mirada en la sala de estar confirmó que, una vez más, Marinette se había quedado dormida en el suelo, con la mejilla apoyada en uno de sus libros de texto. Eso sucedía a menudo últimamente, ya que estaba trabajando hasta las tantas con las finales llegando. Todavía les quedaban algunas semanas, y luego podrían disfrutar de un merecido descanso de verano juntos.

Mientras la miraba durmiendo tranquilamente, Adrien sintió que su corazón se hinchaba de afecto en su pecho. Se había atado el cabello en una trenza suelta cuando salió de la ducha, y su camiseta sin mangas se había subido un poco, dejando al descubierto un pequeño parche de piel. Parecía vulnerable en su sueño, todas sus paredes caídas, y de repente él no quería nada más que abrazarla y quedarse dormido con ella.

Sacudió la cabeza. No sirvio. Estaba tan cansado como ella, tratar de calificar los papeles en este estado mental no terminaría bien. En cambio, se quitó las gafas y las empujó sobre el escritorio, y se levantó lentamente. Estirando sus extremidades rígidas por las horas, Adrien miró a su alrededor con una sonrisa cariñosa.

El joven era plenamente consciente de que Marinette todavía esperaba sinceramente que se cansara de esperarla sin siquiera saber si su paciencia sería recompensada algún día. Todavía temía que él la abandonara, o que su corazón encontrara el amor que ella no estaba lista para dar en ningún otro lado. Pero tenía toda la intención de permanecer a su lado todo el tiempo que ella lo tuviera, y cómo ella lo tendría.

Le gustaba esta vida, este pequeño nido que habían creado para ellos.

Después de todo, había un destino mucho peor que compartir su vida diaria con la mujer que amas profundamente, tenerla a tu lado durante los altibajos y cuidarla cuando lo necesite. Y si eso era todo lo que Adrien iba a salir de su relación con ella, estaba más que feliz.

Su apartamento se había convertido en su lugar favorito en el mundo. Fue donde pudo ver a Marinette hacer el desayuno del domingo en pijama, bailando canciones tontas en la radio. Fue allí donde regresó a las comidas caseras después de un largo día, el lugar donde se llenaron de risa con la mayor frecuencia posible. Era donde podía amarla tanto como ella se sentía cómoda, lejos de curiosear y juzgar los ojos.

Estaba en casa.

Adrien se acercó a su compañera de cuarto, evitando cuidadosamente no pisar los diversos proyectos a medio terminar a su alrededor. Apenas se movió cuando él la levantó, en vez de eso se acurrucó en su pecho y murmuró con satisfacción.

- Gracias, Gatito -

La llevó a su habitación, como lo había hecho innumerables veces y la acurrucó, sonriendo suavemente mientras ella volvía a un sueño profundo.

No le importaba si nunca podría ser llamado su novio, o formar una familia con ella, a pesar de lo maravilloso que sería. Le importaba aún menos si nunca pasaban esos abrazos de la noche, si todo lo que conseguía de ella eran abrazos y besos en la mejilla.

La amaba y nunca quiso estar sin ella otra vez.

Para él, era una razón más que suficiente para proteger el refugio seguro que habían construido juntos.

Para él, era una razón más que suficiente para proteger el refugio seguro que habían construido juntos

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Llévame a casa (Bring me home)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora