𝐄𝐫𝐞𝐬 𝐌𝐢𝐨 [윤민] 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞

Parte 2.

"Capítulo 2: ¿Predestinados?"

No no...

Me alejé de él y me acomodé de nuevo en el asiento, todo estaba tan sofocante, arranqué nuevamente y me dirigí a casa, era el único lugar que tenía seguro. Ahora debía andar con todos mis hombres.

Había raptado al omega, Hoseok movería cielo, mar y tierra para poder encontrarme, estoy seguro.
No observé al cachorro en ningún momento en el camino, sin embargo seguir escuchando sus sollozos aún con la venda me estaba sacando de mis casillas.

─── ¡Podrías hacer el favor de callarte! ─grité y le volví a poner la venda en la boca, soy de muy poca paciencia y este niño me la estaba consumiendo.

Aceleré el auto mirando varias veces por el retrovisor estando seguro de que nadie me siguiera, esperaba que Minho no abriera su boca, ni dijera quien era, peor el nombre de mí empresa, de lo contrario estaría muerto muy pronto.

Al llegar a casa abrí el garaje lo más rápido que podía y cerré todo, mandé a los guardias a que vigilarán toda la casa, así podría estar tranquilo. Se suponía que a partir de ese día ya no tendría nada que ver con ese tipo, pero cómo es el mierda destino, ¿no?

Estaba ahí, encerrado, tratando de pasar desapercibido, con un omega que tomé sin razones. Pero no me importaba, lo tendría el tiempo que quisiera.

Lo saqué del auto tomándolo con fuerza del brazo, cerré la puerta y caminé con él hasta mi cuarto, en cuanto entramos lo tiré sobre la cama y me tiré sobre de él, su aroma me estaba alborotando, pero en cuanto quise hacer algo, me golpeó en el rostro, eso fue mi explosión.

Empecé a romper su ropa, ya no había rastro de mí, mi lobo tomó totalmente el control de la situación y estaba actuando sin darme cuenta de nada, quité una parte de su ropa, procediendo a la venda pero a esta no la retiré, me quedé anonado, su cuerpo era perfecto, completamente precioso.

Las ganas me mataron y lentamente fui quitando la venda de sus labios nuevamente, siguiendo con mis dedos hasta la línea de sus ojos, y la retiré.

No me quedaba duda.

Era un ángel.

Esculpido por los Dioses.

Cuando estuve a punto de tomarlo por la fuerza empezó a gritar, me empecé a desesperar y sin tomar nada en cuenta mi mano estaba en su mejilla.

─── No, no, déjame, suéltame te lo suplico... ─murmuró en llanto, me levanté y empecé a dar vueltas por toda la habitación, estaba desesperado y él sólo lloraba, sus lágrimas eran inmensas y empapaban todo su rostro.

─── Cúbrete y deja de gritar por favor. ─él tomó las sábanas y se cubrió lo más que pudo, me miraba con tanto terror que por un momento me puse a pensar en lo que estuve a punto de hacer.