CAPÍTULO 7 - CAMBIO DE ESTRATEGIA

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Al final el Comandante sí pudo disfrutar de unos días de descanso.
Esa no había sido su intención y en el fondo no se sentía cómodo teniendo al Cuerpo de Exploración parado y esperando a que sus heridas terminaran de curarse para iniciar una nueva expedición. Pero aquellas semanas fueron lo más parecido a unas vacaciones que Erwin recordaba haber tenido en toda su vida.
Esa sensación estaba patente en todo el cuartel. Ser conscientes de que no saldrían del muro hasta dentro de un tiempo indeterminado, lo que significaba que sus vidas no estaban en riesgo, había conseguido que el buen ánimo de los soldados mejorara. El ambiente era lo más parecido a volver al período de instrucción, cuando hablar de matar a titanes se hacía con la tranquilidad que daba el no haber visto de cerca al enemigo.

Mientras paseaba por el cuartel para terminar de recuperarse de su lesión en el tobillo, Erwin respondía al saludo de sus soldados con lo más parecido a una sonrisa que ninguno de sus hombres había visto jamás en él. Y ellos devolvían el saludo con una camaradería que, debía admitir, echaba de menos de sus tiempos en la Academia.
Al regresar a su estancia, donde debería pasarse las próximas horas estudiando los planos de los nuevos territorios explorados, el Comandante se preguntó si el cambio producido entre sus hombres con él era la consecuencia de haber estado a punto de morir salvando a dos soldados, o si tal vez el único cambio que se había producido había sido en sí mismo y gracias a un hombre en concreto.

Un leve rubor cubrió sus mejillas, alegrándose de estar a solas. ¿Qué pensaría Mike si le veía sonrojándose como una colegiala al pensar en Levi? Probablemente no se extrañaría, decidió rápidamente, pues que estaba loco era algo que comprendió desde el mismo instante en que se conocieron.
Locura o no, sentaba bien poder experimentar algo tan infantil como un sonrojo.
Dentro de unos días, cuando se iniciara una nueva expedición, tendría que encerrar ese sentimiento en lo más profundo de su corazón. Pero hasta entonces por qué no disfrutar de las pocas oportunidades que le daba la vida, aunque fuera con algo tan inocente.

El Comandante tomó los rollos de la estantería que debería estudiar y los depositó con cuidado en su mesa. Antes de ocupar su asiento miró a través de la ventana, observando la parte del edificio que se levantaba a unos treinta metros de distancia, en la otro ala del cuartel.
Lo que vio le dejó paralizado.
Abrió la ventana para observar mejor, no fuera a ser que se trataba de una ilusión. Tal vez no estaba tan recuperado como creía.

No se había equivocado.
En el último piso, en el alfeizar de una de las habitaciones destinadas a los soldados, concretamente la que ocupaba el Cabo Levi, destacaba un pequeño jarrón con una rosa roja y otra blanca.
El contraste de los colores sobre el fondo de piedra de la pared llamaba poderosamente la atención.
Se preguntó en qué demonios estaría pensando, sintiendo en el acto un leve retortijón en la boca del estómago.
Apenas se produjo se dio cuenta de que esa reacción visceral no se debía tanto al desagrado por pensar que el Cabo estaba jugando con él, como a los nervios por comprender que Levi le estaba llamando.

No tardó ni medio minuto en decidirse. Dejó los rollos donde estaban, se puso la chaqueta del uniforme, ajustándose bien las solapas y el medallón que le identificaba como Comandante, y fue en pos de su soldado.

**********

La puerta se abrió dos segundos después de haber llamado. Levi se había quitado las correas del equipo tridimensional e incluso la chaqueta del uniforme, lo que le daba un curioso aspecto.
Al principio Erwin pensó que era porque nunca antes le había visto sin el equipo, ni siquiera cuando se conocieron en la Ciudad Subterránea. Pero enseguida comprendió que en realidad era porque, tal y como estaba ahora, irradiaba un aire de confort y de relax que en alguien tan frío y calculador como era Levi llamaba bastante la atención.
Aquel hombre se le antojó más contradictorio que nunca, lo que hizo que un leve escalofrío recorriera la espalda del Comandante. En cuestión de segundos la invitación de Levi se había convertido en una encerrona.
Trató de disimular su nerviosismo con un saludo de lo más formal.

El PactoWhere stories live. Discover now