CAPÍTULO 10 - INTENTO DE TREGUA

1.1K 131 15
                                    

La calma que esperaba recuperar hablando con Levi, evidentemente, no volvió. Tras discutir con su Capitán, al que por primera vez en años trató como a un subalterno más, Erwin se encerró en su habitación esperando a que la tormenta amainara.
Lo único que consiguió fue que empeorara.
Era lógico, después de todo. Desde que Levi entrara en el Cuerpo de Exploración, especialmente a raíz de que le diera el puesto de Capitán, se había convertido en su principal e incuestionable apoyo.
Después de aquellas primeras veces en que le hizo llamar a su habitación y tuvo la sensación de que en realidad estaba jugando con él, Erwin había aprendido a aceptar todo lo que Levi le propusiera. Y al igual que ocurría fuera de los muros, cuando daba órdenes que no tenían mucho sentido, sabía que dentro de ellos las tornas se cambiaban y le tocaba obedecer a Levi sin dudar, confiando plenamente en su juicio.

Al principio le costó aceptarlo, pues nunca antes sus decisiones, su comportamiento e incluso su propio juicio habían dependido tanto de otra persona. Menos aún cuando esa persona era un hombre al que apenas conocía y que era un misterio andante.
Pero debía reconocer que las técnicas de Levi, por cuestionables que parecieran, daban sus frutos.
Así, pronto aprendió que cada vez que su Capitán exigía su presencia él debía acudir sin rechistar. Y cada vez que eso ocurría se sentía profundamente agradecido por tener a su lado a un hombre que se preocupara tanto por él, más incluso que él mismo. Especialmente en las ocasiones en que esos encuentros furtivos en plena noche llegaban cuando Erwin no creía que estuviera atravesando una de esas crisis que en el pasado le habrían llevado a castigar su cuerpo.
Porque cuando eso ocurría, tan pronto como se presentaba ante Levi convencido de que lo único que estaba haciendo era perder el tiempo, este le desarmaba con una simple mirada de superioridad que le dejaba claro que estaba justo donde necesitaba estar.
Entonces Erwin se sometía a la voluntad de su Capitán, aceptando lo que quisiera que fuera a proponerle aquella noche. Y todas y cada una de las veces que había acudido a él en los seis años que ya llevaban de pacto, Levi había conseguido sorprenderle y al mismo tiempo darle lo que necesitaba.

A veces bastaba con quitarle su capacidad de decisión y que Erwin aceptaba como un sediento, consciente de que tenía que saborear esos preciados momentos tan ajenos al día a día de un Comandante.
Pero otras, cuando lo que necesitaba era abstraerse de tanto dolor y pérdidas humanas que no sabía si servirían de algo, Levi le sorprendía simplemente invitándole a tumbarse en la cama y ofreciendo sus brazos para que se refugiara en ellos.

La primera vez que le propuso algo así Erwin le miró como si se hubiera vuelto loco. Una cosa era follar como animales, incluso dejarse someter por otro hombre cuando hasta entonces jamás se había planteado algo así... ¿Pero pretender que le acunara un hombre que además era la mitad de grande que él? Tenía que ser una broma.
La mirada que Levi le ofreció en esa ocasión, y que no tenía nada de broma, fue lo que le llevó a obedecer la orden. Y tan pronto como el Capitán estrechó su espalda, sin decir una sola palabra, Erwin sintió que una parte de él, una que ni siquiera sabía que estaba conteniendo, se liberara.
Al menos consiguió alejar las lágrimas, pues por nada del mundo debía permitir que le viera así, llorando como un niño pequeño. Y aunque sabía que Levi jamás le criticaría por ello, principalmente porque era el primero que comprendía que eso era justo lo que necesitaba, nunca llegó a llorar en sus brazos. Como mucho ocultaba su rostro en su cuello, dejándose acunar por sus manos menudas mientras jugueteaban con su pelo hasta que acababa quedándose dormido.
Y todas y cada una de esas veces en las que la cama de Levi no fue solo un lugar para la lujuria y simplemente disfrutar y sentir, sino también el refugio que por una noche le mantendría apartado del dolor, Erwin despertaba sintiéndose increíblemente liviano y feliz.

Lo mejor de todo era que después Levi nunca mencionaba lo ocurrido en esas raras noches de tranquilidad. Así había sido desde que firmaron su acuerdo, siendo precisamente una de las cláusulas del contrato que no podían mencionar nada de puertas para afuera.
Aun así, Erwin había aprendido a identificar un nuevo chasquido que su Capitán solo soltaba cuando quería echarle en cara lo echo polvo que le había dejado después de una noche de sexo salvaje.

La primera vez que lo escuchó, y que el moreno soltó mirándole fijamente a los ojos, el Comandante tardó un segundo en recuperar su máscara inexpresiva. Afortunadamente Hange, quien estaba a su lado en esos momentos, no se percató de nada. El caso contrario, por supuesto, era el de Levi, que desde entonces se aseguró de soltar ese peculiar chasquido cada vez que tenía ocasión... Pero nunca después de una noche en la que su única misión había consistido en dejar que Erwin durmiera entre sus brazos.

Ahora, mientras daba vueltas en su habitación, rememorando una y otra vez la nueva discusión con Levi, el Comandante Smith se preguntó si no habrían llegado a esa situación precisamente porque hacía demasiado que no se veían. No al menos en la quietud de su dormitorio.
Fuera de este, desde que Eren entró en el Cuerpo de Exploración no habían tenido una mísera noche solo para ellos. Siempre había algo que les mantenía ocupados: la operación de limpieza de Trost, el juicio de Eren frente a la Corte Marcial, el descubrimiento del Titán Hembra y la misión secreta para atraparla...
Los días se habían sucedido sin descanso, agotando las reservas de energía de todos los soldados. Y en el caso del Comandante, su necesario tiempo de descanso para abstraerse de su cargo y ser simplemente un hombre. Ese tiempo que Levi se encargaba de gestionar, indicándole en cada momento cuándo debía presentarse ante él para recargar fuerzas.

Pero parecía que esta vez Levi no había sido consciente de que era hora de otra sesión. Y por su culpa había acabado discutiendo con el único hombre que le mantenía entero, daba igual lo mal que estuviera la situación.

Tan pronto como pensó en ello, Erwin se recriminó por su comportamiento. No podía culpar a Levi por lo sucedido. Él mismo fue quien decidió poner en juego su propia humanidad para alcanzar la victoria. Si no hubiera sido por Levi hacía mucho que habría perdido la cordura y la vida.
Por una vez que su Capitán no había estado al tanto de sus dilemas internos no podía criticarle. Menos aún cuando él también estaba en horas bajas a raíz de la lesión y de haber perdido a su escuadrón personal.

Soltando un suspiro, se aproximó a la ventana para observar la ventana del dormitorio de Levi, al otro lado del edificio. Podía imaginárselo perfectamente tumbado en la cama, tal vez rememorando una y otra vez la batalla contra el Titán Hembra, preguntándose si el resultado habría sido distinto si hubiera tomado otra decisión. El que siempre dijera que arrepentirse de las decisiones tomadas no servía de nada, no tenía por qué significar que ahora no lo estuviera haciendo, aprovechando que no tenía otra cosa que hacer que pensar.

Decidido a cambiar esa situación, Erwin tomó el jarrón de su escritorio y lo colocó en el alféizar de la ventana.
Desde la primera vez que se acostaron no había vuelto a ser él quien enviara la señal. Nunca le había hecho falta pedir la atención de Levi, pues su Capitán siempre sabía lo que debía hacer y cuándo.
Pero no podía esperar a que siguiera cuidando de él. Esta vez le tocaba mover pieza.

Fue colocar el jarrón y sintió un nerviosismo de anticipación. Se sentó en la cama, esperando a que se presentara en su dormitorio, pensando qué podrían hacer esta vez. Ya que él había organizado el encuentro, lo suyo es que también estuviera al cargo y decidiera en todo momento qué ocurriría. Y después de todo, eso era justo lo que su Capitán necesitaba.
A medida que pasaban los minutos una idea terminó de formarse en su mente.
Había ocurrido en muy pocas ocasiones después de su primer encuentro. Cada vez que utilizaba el cuerpo de Levi para dar rienda suelta a todo el dolor contenido se sentía repugnante cuando al final le dejaba en la cama agotado y cubierto de marcas; por mucho que Levi le dijera que eso era lo que necesitaba y que podía soportarlo.
Pero también se sentía increíblemente liberado.
Al rememorar aquellos encuentros tan salvajes intuyó que eso era lo que Levi necesitaba ahora. Sexo salvaje y sin ataduras. Poder follar a alguien sin contenerse y sin preocuparse por estar siendo demasiado agresivo con su compañero de cama.
Un compañero no era lo que Levi necesitaba esta noche; ni siquiera un Comandante al que obedecer. Tan solo un cuerpo que usar hasta que todo el dolor y la frustración desaparecieran. O al menos hasta que fueran un poquito más soportables.

Erwin se preparó mentalmente para ello. Ser usado de mil maneras posibles tal vez no era la manera más adecuada de pasar la noche cuando lo que tendría que estar haciendo es prevenir los futuros movimientos de sus enemigos.
Pero por su Capitán Levi estaba dispuesto a correr el riesgo.

**********

La mañana sorprendió a Erwin en la cama tras una noche prácticamente en vela.
El jarrón con las dos flores seguía en el alféizar de la ventana.
Levi nunca se presentó en su dormitorio.


Continuará...

El PactoWhere stories live. Discover now