CAPÍTULO 11 - SEGUNDO INTENTO

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El Comandante Erwin Smith solo tenía una misión en mente. Y esa no era desenmascarar a los hombres que le querían muerto o asegurarse de que los nuevos reclutas entrenaran con más ganas para convertirse en los mejores del Cuerpo. Aquella mañana tampoco se levantó con el firme propósito de desvelar la verdad que llevaría a la humanidad a la victoria. Nada de eso tenía importancia al lado de su principal objetivo a cumplir: hablar con el Capitán Levi.

Pero ese objetivo fue más difícil de alcanzar de lo que jamás habría imaginado.
A cada paso que daba por el cuartel sus Jefes de escuadrón le seguían allí donde fuera, requiriendo su valoración para cualquier tema referente a la formación, a los nuevos reclutas o incluso a los nuevos racionamientos de comida, pues tras la última partida de presupuesto habían tenido que reducirse otra vez. También estaba Hange, siempre deseosa de compartir el más mínimo descubrimiento que había realizado con Eren. Aunque el Comandante siempre había agradecido el optimismo de su experta en investigación, hoy no estaba de humor. Y a medida que pasaba el día ese humor había ido disminuyendo. Especialmente cuando por fin conseguía localizar a Levi, justo entonces alguien solicitaba su atención y apenas segundos después, cuando volvía a mirar hacia el lugar donde le había visto, el soldado había desaparecido como por arte de magia.
Y así habían pasado las horas.
Erwin Smith jamás había estado tan frustrado. ¿Es que no veía que solo quería hablar y acabar de una vez con esa estúpida discusión? Para ser en teoría el más frío de los dos, aquel enano cabezón se estaba comportando como un crío estúpido en plena rabieta.

Finalmente, tras pasarse todo el día buscándole, dio con él en lo alto del muro que limitaba con el cuartel. Era la hora de la cena y tan solo estaban de servicio los centinelas. Probablemente Levi supuso que no había riesgo de que le viera a esas horas, ya que todos los oficiales estarían comiendo... salvo que el Comandante Erwin ni siquiera se dio cuenta de que no había comido en todo el día, más preocupado por hallar a su díscolo Capitán.
Fue verle y no perdió un segundo. Usó directamente su equipo tridimensional para engancharse a la pared del muro y aterrizar a pocos metros del soldado. Este no disimuló su sorpresa al verle allí, no siendo para nada una sorpresa agradable.
Erwin inspiró profundamente mientras se acercaba a él, tratando de recordar todas las técnicas de diplomacia que había aprendido en la Academia.
Apenas un segundo más tarde comprendió que era absurdo, pues con Levi lo mejor era ir directo al grano.

- Anoche no viniste –comentó, enfundando los anclajes en el arnés.
- Estaba ocupado -Levi no apartó la vista del horizonte cuando respondió, cumpliendo con su misión de vigía.
- Es la primera vez que no acudes cuando te lo pido.

Llegó entonces el primer chasquido. Aunque por la expresión que tenía, con el rostro especialmente pálido y las ojeras acentuadas, además de una mirada de perdonavidas, a Erwin le extrañó que hubiera tardado tanto en soltarlo:

- Será que ahora solo respondo a las órdenes.

Erwin no tuvo tiempo de reponerse del primer ataque. Como venía siendo habitual Levi llegaba más preparado al enfrentamiento y ya estaba recorriendo el perímetro del muro cuando el Comandante todavía estaba buscando una respuesta acorde.
El rubio observó durante unos segundos la espalda de Levi mientras se alejaba, con las flamantes alas de la libertad en el centro. Pese a haber pasado años desde que se conocieron, seguía sorprendiéndole que un hombre tan sumamente pequeño pudiera afectarle tanto y de mil maneras distintas.
Avanzó hacia él, aprovechando que sus zancadas eran muchos más grandes, y en cuestión de segundos ya caminaba a su lado. Levi no aumentó la velocidad pero tampoco hizo amago de detenerse.

- ¿Qué tal el tobillo?
- He de continuar con la ronda.

Erwin mantuvo la máscara inexpresiva para que Levi no fuera testigo de lo mucho que le molestaba su indiferencia. Se podría decir que ya estaba acostumbrado a todo tipo de desplantes a fuerza de acudir a reuniones con políticos que solo sabían disfrazar la verdad para obtener sus propios beneficios. Pero con Levi la situación era mucho más frustrante.
Y justo entonces el Comandante comprendió cuál era el verdadero problema.
Si tanto le molestaba el comportamiento de Levi, si tanto estaba odiando aquella situación, era porque ya no podían limitarse a buscar el mejor acuerdo posible.
Porque esta vez solo había un camino posible: la verdad.

El PactoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz