CAPÍTULO 21 - EL LUGAR MÁS SEGURO DEL MUNDO

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Llevaba más de una hora bajo el chorro de agua caliente. Tenía la piel en carne viva, también de la fuerza con la que se la había restregado para quitarse la suciedad. Y aun así tenía la sensación de que en su piel quedaban restos de polvo y moho; que si inspiraba lo suficiente aún podría notar el olor de la humedad.

Desesperado por no poder deshacerse de esa sensación tan desagradable Levi acabó sentado en el suelo del cubículo y con la espalda apoyada en la pared. Alzó la cabeza, dejando que el agua empapara su cara para que, de ese modo, la sensación de estar ahogándose no solo fuera fruto de su imaginación.

No entendía por qué estaba así. Debería estar contento porque todo hubiera acabado bien. Se habían desecho de Nile, Erwin volvía a gozar del prestigio que le correspondía y él no había acabado en la horca. ¡Si hasta había recibido una disculpa oficial del mismísimo Comandante en Jefe! Por no hablar de que sus compañeros no le habían dado la espalda, aun conociendo todos sus secretos.

Tal vez eso era lo que lo complicaba todo. Lo que aún le costaba creer.

Chasqueó la lengua, tapándose la cara para protegerse de la cascada de agua. No era tanto que no creyera que sus soldados le aceptaban con sus defectos y virtudes, sino que en el fondo no creía merecerse ese apoyo.

No estaba acostumbrado a esa situación. Siempre había sido el marginado, al que todos tenían miedo y él estaba conforme con eso. Era lo único que había vivido. Con Furlan e Isabel le costó dar ese paso en que su vida dejó de ser solo él a tener que compartir un hogar las 24 horas del día.

Tiempo después, con Erwin, la cosa fue a más cuando directamente se vio obligado a que su seguridad dependiera de las decisiones de otra persona. Una persona que, por si fuera poco, no ponía las cosas fáciles en cuanto a confianza se refería, pues lo que le pedía era que directamente tuviera una fe ciega en él.

Y acababa de demostrarle que esa confianza no había caído en saco roto.

Erwin le había prometido que jamás le fallaría y había cumplido su promesa. No le había abandonado. Incluso se había enfrentado al ejército, poniendo en marcha un plan que solo podía definirse como locura, con tal de cumplir esa promesa.

¿Y qué había hecho él a cambio? Durante un tiempo no le creyó. Odió a Erwin porque no le explicara las cosas, cuando tendría que haber sido el primero en comprender que si no decía algo era por una razón y por un buen motivo. Siempre.

Así, en lugar de esperar paciente a que Erwin mostrara las cartas por las que había apostado, como siempre hacía, el tiempo que estuvo en los calabozos temió que le hubiera abandonado. Pensó incluso que durante todos esos años su relación no había sido más que un juego del Comandante para aprovecharse de él.

Y se sentía despreciable por ello.

Tal vez eso era lo que le impedía sentirse limpio, daba igual el tiempo que llevara en las duchas. Sí, sabía que en aquel instante fue el miedo lo que resquebrajó su confianza. Y lo importante era que al final siguió la orden de Erwin y confió en él... Pero durante un tiempo sí dudó de él. Y para Levi eso era como si le hubiera traicionado.

Había fallado al hombre que había cambiado su vida.

Capitán Levi Ackerman.

Levi golpeó la pared al recordar a Erwin pronunciando su apellido por primera vez.

Esa era la otra carga que le impedía celebrar las buenas noticias. Aceptar que todo había acabado y que ya podía pasar página.

Había sido humillante escuchar a un cerdo como Nile desgranar su pasado, con cada palabra que salía de su boca trayéndole al presente esos recuerdos que jamás podría olvidar. Pero ahora, además, descubría que Erwin lo sabía todo de él.

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