❄«Think.»❄

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Después de pasar juntos la tarde, el par se separó para terminar sus respectivos pendientes; Plisetsky debía practicar y Usui tenía que terminar los trajes, sin embargo, la chica no lograba concentrarse

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Después de pasar juntos la tarde, el par se separó para terminar sus respectivos pendientes; Plisetsky debía practicar y Usui tenía que terminar los trajes, sin embargo, la chica no lograba concentrarse. Frustrada, se levantó del pequeño banquillo en el que trabajaba y removió varias cosas de una pequeña caja, de ahí saco unas cuantas monedas y las metió dentro de la bolsa de su jersey. Con cuidado de no ser vista, salió de la pequeña habitación y se encamino a la zona de máquinas expendedoras fuera de su hogar.

Inmediatamente salió, el frio le golpeo el rostro. Se apresuro a depositar las monedas en la ranura de la máquina, presiono los botones correspondientes y cruzo los brazos en espera de su bebida energética. Pero el sonido de la lata al impactar contra la superficie de la maquina nunca llego, extrañada se inclinó y metió su mano en donde debería estar, tanteo el interior y como temía no había nada. Golpeo varias veces la maquina, pero esta no cedió y justo cuando estaba por dar media vuelta e irse, escucho como la lata caía. Volteo solo su rostro y reparo de inmediato en el castaño que le extendía la bebida. Tomo la lata mientras le susurraba una inaudible gracias y se disponía a irse, sin embargo, el muchacho empezó a hablar.

- La comida ni las calorías son tus enemigas, Eira-san. - El chico hizo un ademan con la mano despidiéndose antes de que la chica le preguntase cualquier cosa. Entretanto la chica seguía sorprendida y un tanto molesta.

¿Quién se creía para llamarla por ese nombre?

...

Nació con un nombre, vivió con uno completamente diferente y por lo visto se llevaría a ambos a la tumba si no mejoraba.

El chico la había dejado pensando y ella odiaba hacerlo, no porque fuera tonta o muy floja. Cuando lo hacía, sobre pensaba todo y la dejaba metida en una crisis donde la culpabilidad y la tristeza no la dejaban tranquila. Por eso casi siempre se mantenía ocupada o escuchando música, eso la distraía de malos pensamientos. El silencio es ensordecedor y eso ella lo sabía muy bien.

Un par de días después, logro terminar los trajes con un poco de ayuda. En cuanto Víctor los vio la alago por su trabajo y le recordó su destino inminente; La clínica a la que iría después de la competencia. Con toda la calma del mundo, ordeno sus cosas en la pequeña maleta que le había facilitado Hiroko, empaco solo unas cuantas cosas y las dejo encima de su escritorio.

No estaba lista para irse.

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Stexlty♪

𝐖𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭 ❄︎ 𝑌𝑢𝑟𝑖 𝑃𝑙𝑖𝑠𝑒𝑡𝑠𝑘𝑦 Where stories live. Discover now