Maddox Gaskell es llamado en el bajo mundo como el diablo por la despiadada forma de operar su casino y por su frialdad al tratar con los deudores.
Para él no existe la bondad; nunca la ha recibido de nadie y mucho menos la otorga.
Brooke...
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Maddox miró a la chica recoger la basura y colocarla en la bolsa para después agacharse a limpiar.
La observó de forma detenida, su vestuario, su piel; todo.
Llevaba un pequeño overol y una polera de mangas transparentes y corta que dejaba al descubierto sus costados.
Maddox sabía muy poco de moda y desconocía si eso estaba actual entre las mujeres, pero debía admitir que la chica lucía bonita, no solo porque tenía un aire fresco, sino porque era joven y dejaba a la vista una piel tersa.
A él nunca le habían gustado las chicas jóvenes, siempre había tenido gusto por las mujeres de mayor edad. Admitía que le gustaba verlas pero jamás tenía ni había tenido una amante de su edad o menor que él.
Pepper era mayor que él un poco más de doce años y aún seguía siendo importante para él, tan así que las mujeres que habían compartido su cama eran en físico parecidas a ella, rubias, mayores que él y con la misma complexión que la recordaba y quizás un aire físico similar.
Algo dentro de él se negaba a dejarla ir y a olvidar.
Recordó a las mujeres que compartieron su cama después de ella: Celeste, Rita, Tamara, Victorie, Lisa, Anne, Aurore, Caroline, Betsy, Mary, Esthela y cualquier otra que hubiera existido y de las que quizás no recordaba su nombre no eran más que una réplica de ella. Todas mayores que él y con el parecido físico.
Brooke por su parte era todo lo contrario. Evidentemente algunos años menor que él, morena, castaña y aunque voluptuosa tenía un rostro de inocencia y tan joven que no le apetecía, al menos no de momento.
La chica era linda, solo no era la clase de mujer que a él le gustaba.
La vio girarse y dar un salto al verlo y cambiar su semblante relajado a uno tenso.
Quiso reír al verla ponerse a la defensiva pero decidió que lo mejor era no molestarla a menos no de momento.
—Continua con lo que haces —dijo moviéndose hacia el escritorio—. Yo voy a hacer otras cosas y no tardo.
Ella asintió y continuó haciendo sus actividades solo que ahora con la tensión de verlo ahí.
La vio limpiar y agacharse para tomar algo del carro.
Maddox desvió la vista y la paseó a través de su trasero y sus piernas.
Tenía que admitir que se veía bastante bien, tan así que dejó lo que hacía para verla.
Max entró a su oficina deteniéndose al verla dentro.
Brooke se puso de pie sosteniendo el pequeño atomizador para empezar a limpiar los muebles. Vio al nuevo hombre llegar y se removió incómoda al sentir su mirada recorrerla de arriba a abajo.
