Capítulo 10

253K 17.1K 4.5K
                                    

El beso continuó aún cuando ninguno de los dos tenía planeado alargarlo tanto pero la realidad es que se dio solo y al menos Maddox no se oponía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El beso continuó aún cuando ninguno de los dos tenía planeado alargarlo tanto pero la realidad es que se dio solo y al menos Maddox no se oponía.

   Se separaron cuando la voz de alguien los interrumpió.

—¡Caramba! —dijo Max—. Ahora entiendo por qué mi despacho siempre está sucio. Te la pasas seduciendo al servicio.

   Maddox se puso de pie al verlo sonreír y acercarse.

—No puedo culparte —dijo acercándose y colocando su mano en la mejilla de la chica—. Admito tu buen gusto.

   Se acercó a ella para oler su fragancia pero Maddox tiró de ella y la colocó tras él mirando a su amigo.

   Sintió a la chica temblar mientras este lo miraba con curiosidad.

—Deja tus juegos estúpidos para otra persona —dijo retando a Maximilian—. No te acerques.

   Su amigo sonrió y miró a la chica y después a Maddox con actitud sospechosa.

   Por su parte el diablo no se amilanó, al contrario, enfrentó estoico la mirada de su amigo antes de enviar a Brooke fuera de ahí.

  Se dijo que en condiciones normales le habría importado un carajo que su amigo sedujera a la chica, el problema es que conocía a Max y conocía su infalible método de conquista. El monstruo, como era llamado por todos se había ganado a pulso el alias con el carácter indomable y el corazón helado.

   Parecía ser que nada lo tentaba a dejar de ser lo que era. Era incluso un hombre más rudo que Hurs quien además de ser un excelente peleador callejero y tener tatuajes que lo hacían ver un tipo rudo era solo un jovenzuelo pacífico.

   Max, por el contrario, no tenía escrúpulos, ninguno a decir verdad, tan así que no importaba compartir amantes con nadie, incluso ambos habían compartido a una y aunque creía que ella era importante para su amigo, este nunca se opuso a nada.

   Ambos se conocían muy bien y estaba seguro de que si su amigo se decidía a perseguir a Brooke al mismo tiempo que él, tendría una fuerte competencia y sus posibilidades de lograr su cometido se reducían a un lastimero cincuenta por ciento.

   Max no erraba jamás, sus hábitos de conquista consistía en seducir y con su rudeza y descaro conseguía todo un grupo de admiradoras.

—No te acerques a la chica —dijo y Max enarcó una ceja—. Es mía y no quiero a buitres rodando.

—¿Pero a dónde ha ido toda la cortesía? —dijo burlándose—. ¿Ya no hay amor fraternal?

—Deja las ridiculeces —respondió—. ¿La chica sabe que vas a ser su perdición?

—¡Cállate! —dijo tomándolo de la chaqueta—. No te atrevas a abrir la boca de más.

—Si abro la boca te voy a aventajar más de una vida —dijo divertido—. La chica te importa una mierda. Si quieres tirártela está bien pero no pasa nada si también lo hago.

Complacer al diablo. (serie El club de los desterrados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora