Inicios

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Desperté en un lugar desconocido, no sabía como había llegado allí ni por qué, tampoco quien era ni como me llamaba, me encontraba en el centro de algo, en un agujero enorme, como si un Meteoro hubiera chocado contra la tierra, hubiera desaparecido y a cambio me hubiera dejado a mi en su lugar. Me levanté con un dolor punzante en la cabeza que casi hace que volviera a caer, por suerte mantuve mi equilibrio y cuando reuní nuevamente fuerzas mire a mi alrededor; efectivamente estaba en el centro de un hoyo a poca profundidad de la superficie que había perforado, lo curioso es que en una mitad del agujero crecía un pasto verde, brillante, fresco y suave al tacto con los pies, bueno con mi pie derecho; pero la otra mitad la tierra estaba reseca y quebradiza y pareciera que hubiese lava en medio de las ranuras. Era la creación y el caos en un mismo lugar y ambas bajo mis pies. Quise gritar, pero no podía y no era por que no tuviera voz, sino por que extrañamente no tenía palabras que pronunciar, mi mente parecía un papel en blanco que necesitaba que empezaran a escribir en el, era como si acabara de nacer en un cuerpo y una forma no apropiada.

Trastabille al caminar y salí a rastras de aquel agujero, mis manos estaban sucias al igual que mis pies y vestía una túnica blanca que igualmente estaba desagradable a la vista, mi cabello enmarañado terminaba de darme aspecto de pordiosera la mitad oscura de este solo se veía desaliñada, pero la otra mitad, se veia no solo desaliñada tambien llena de polvo y maltratada estaba con un aspecto espantoso, necesitaba ayuda, pero estaba en medio de la nada solo había pasto a mi alrededor y a unos pocos metros el hoyo del que había salido, pero mas adelante noté una pequeña construcción, no sabía que era, pero caminé hasta donde mis agotados pies me lo permitieron y antes de poder llegar a lo que parecía mas de cerca una capilla de una iglesia, me desplomé como si una fuerza invisible me arrastrara al suelo y quedé allí inconciente.

Me levaté en una habitación pequeña en una cama angosta y un tanto incomoda al lado derecho había un chico de unos 18 años que me miraba fijamente con una sonrisa y expresión aliviada, quería preguntar donde estaba y quienes eran, pero ya sabía que de mi boca no saldría ni una sola palabra, se me había olvidado como hablar; o simplemente no lo sabía.

-¿Cómo te llamas? -inquirió el chico, solo me quedé atónita mirandolo-.

"¿cómo te llamas? ¿cómo te llamas?" Esa pregunta resonó en mi mente una y otra vez, cómo si la estuviera captando y buscando significado; fue cuando me di cuenta que aprender nuevamente a hablar sería sencillo, mi mente no era un papel en blanco en sí, cada vez que alguien me decía algo, lo lograba interpretar como lo de ahora: la pregunta se refería a mi nombre: el cómo era una forma de interrogante, también estaba el qué, donde, cuando, porqué... y otros más; el te se refería a mi, o me; dependiendo de como se utilice y el llamas se refiere a nombre, específicamente el mio, solo pude repetir la pregunta.

-¿Cómo te llamas? -respondí con la mirada fija en el-.

-Yo soy Axel ¿Cuál es tu nombre?

Mi mirada estaba fija en el esperando a que dijera alguna otra cosa, el cual no fue el caso, solo me miró esperando alguna respuesta y al no obtener nada apartó sus brillantes ojos azules de mi vista con una expresión un poco decepcionada.

-¿Ya la estas interrogando? -preguntó un viejo de unos sesenta y tanto de años que había entrado por la puerta de la habitación-. Por lo menos deja que tome un baño.

"Tomar un baño" era justo lo que necesitaba, tenía que recordar algo y tal vez el agua cayendo sobre mi piel me ayudaría. Asentí tímidamente con la cabeza. El anciano me condujo por un pasillo igual de desgastado a la habitación y al final de este abrió una puerta que llevaba a un pequeño cuarto de baño, caminó hasta un rincón donde encendió el grifo y empezó a llenar un recipiente gigante.

-Tomate tu tiempo, si necesitas algo llama a Axel, yo iré a traerte un poco de ropa para que uses. Anabel no debe demorar.

Después de esas palabras cerró la puerta y me dejó allí. Extrañamente ya sabía que hacer, así que me desnudé y entré a la tina, el agua estaba tivia, desprendí todo rastro de suciedad de mi cuerpo y luego procedí con mi cabello, al terminar me sentía como nueva, renovada; sin embargo, nada de recuerdos en mi.

Salí del cuarto de baño y Axel me esperaba sentado en una silla ojeando una revista, levantó la vista al sentirme de pie a su lado, no dijo nada, me condujo de nuevo por el pasillo y me llevó a una habitación a la mitad de este "este va a ser tu cuarto por el momento -me explicó al abrir la puerta-." Y luego cerró nuevamente. Era pequeña al igual que donde había despertado, solo que estaba mas cuidada que la anterior y encima de la cama había unos shorts y una camisa ancha y a los pies un par de tenis.

Me cambié y salí a explorar, mas allá del pasillo había un hermoso jardín, en el centro había una pequeña fuente y en las vigas del techo del corredor las enredaderas las escalaban y la luz entraba radiante, le di la vuelta sin salir al prado y llegue a una puerta doble de una sala llena de libros, no pude evitar entrar. Tomé uno al azar y comenzé a ojearlo y poco a poco mi vocabulario se iba extendiendo, alcancé a mirar unos cuatro cuando Axel entró en la sala.

-Aquí estas -dijo en tono distraido-. El pastor quiere que pases a la mesa, ya se va a servir la cena.

-¿El pastor? -pregunté extrañada, luego caí en cuenta, "¿así que si es una capilla eh?"-. Ah. Vale voy.

Le seguí a la sala de enseguida y había más gente en el comedor, todos me miraron expectantes, tres hombres mas que rondaban la edad del viejo que me llevó hasta el cuarto de baño se encontraban allí junto a una chica cercana a la edad de Axel, yo parecía un poco menor que ellos, les miré y finalmente me senté a la izquierda de Axel, no hablamos mucho pero era con quien mas me sentía segura.

Ya ibamos a la mitad de la comida y nadie había soltado ni una sola palabra hasta que la chica (que estaba sentada al lado derecho de Axel por cierto) clavó sus ojos color miel sobre mi.

-Axel me dijo que no sabes tu nombre -soltó sin disimulo-.

-Ah... -dije con un tono inseguro-. No -respondí finalmente mirando fijamente mi plato de comida casí vacío-.

-La verdad es que tienes un aspecto bastante peculiar -prosigue-.

-Anabel... -susurra en advertencia Axel-.

-¿Qué? -responde la chica a la defensiva-. Solo digo ¿o a quién más has visto con una piel tan blanca y el cabello que la mitad es negro azabache y la otra es de un rubio claro?

Seguí mirando al plato, una reacción bastante cobarde pero ella tenía razón, mi aspecto era bastante peculiar a comparación de todos ellos. Los adultos iban todos vestidos igual una camisa manga larga, pantalones y zapatos, los tres con un corte bajo y bien afeitados, quien estaba con Axel cuando llegué era el mas bajo de todos. Anabel traía un vestido rosa, ojos color miel y cabello castaño claro y largo atado en una coleta un poco alta y Axel una remera de manga larga azul oscura y jeans con el cabello negro y ojos azul intenso, era el que menos parecía de este mundo.

No tuve ganas de seguir comiendo y abandoné el comedor. Sentí como todos le enviaban miradas de reproche a Anabel y la escuché responder a la ofensiva "¿Qué?" Al salir; me dirijí a mi nueva habitación y me tumbé en la cama mirando al techo; no sabía quien era, pero de una cosa estaba segura y era que tenía que averiguarlo. Y allí mirando a la nada me quedé dormida.

DUAL: OriginsWhere stories live. Discover now