Vida nueva

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Las siguientes semanas en la capilla se hacían cada vez más fáciles. Bajábamos todos los fines de semana a la ciudad para colaborar en la iglesia. Aveces entraba sin problemas, pero otras veces me agarraba un dolor punzante en la cabeza apenas ponía un pie dentro y tenía que quedarme todo el rato esperando fuera o dando vueltas por ahí. Axel quien se había mostrado un poco lejano al principio de mi estadía ahora era mas formal y nos llevábamos bien, todo lo contrario de Anabel quien desde el primer día cada vez más se hacía antipática pero por suerte el me ayudaba a llevarla.

-¿Estas bien? -pregunta sentándose a mi lado fuera de la capilla-.

-Si -respondo un tanto distraída apartando mi vista del cielo y dirigiéndola hacia su mirada-. Solo miraba... -sonrío y aparto mi vista hacia el horizonte-.

-¿Nada que nos ayude a saber quien eres? -repone un poco animado, mi expresión se torna un poco decepcionada y el cae en cuenta que fue mala idea preguntar-. Disculpa.

-No hay problema -vuelvo a sonreír-.

Estar en este lugar me ha enseñado que debo permanecer tranquila, sea como sea estas personas me han ayudado en especial el Pastor Antony y Axel, el resto de pastores y Anabel también se hospedaban en la capilla, pero salían más seguido que nosotros. La mayor parte de mi tiempo si no estaba en la biblioteca o en el jardín de dentro leyendo permanecía fuera sentada en las escaleras o recostada en el prado mirando al cielo, no tenía mas que hacer y si no sabía ni un poco de mi, no tenía idea ni de por donde empezar a buscar.

La biblioteca en su mayoría estaba compuesta por textos sagrados o cosas así, hablaban de Ángeles y demonios. Nombres y una lista interminable de conjuros en latín que a duras penas entendía; el pastor no me daba mucha información y mientras averiguaba mi verdadero nombre me llamaban Lee, no tenía nada en contra de eso pero me comía por dentro la curiosidad. Las historias eran fantásticas e irreales, pero algo me decía que estaban incompletas faltaba una parte que las hiciera mas reales y tal vez esa parte faltante me ayudaría a mi, lo que faltaba para entender por que estaba aquí y para recordar, pero yo entendía que eran solo historias y en gran parte falsas.

Axel se levantó de mi lado al oír la voz de uno de los pastores desde dentro yo me quedé allí mirando al suelo, luego de un momento de que hubiera desaparecido por la puerta una pluma cayó a mis pies, blanquisima y algo brillante; la tomé en mis manos y luego miré hacia arriba para observar al ave del que posiblemente pudo desprenderse, nada; causó en mi curiosidad y entré a la capilla para meterme en el cuarto de libros, no podía ser posible que esas historias fueran ciertas.

Allí lo encontré: era un ángel, no lo podía creer pero tal vez era cierto y esta era la pluma de uno de ellos. Busqué información a cerca de por qué se les caían las plumas lo que encontré fue muy concreto. ¿Por qué un ángel querría comunicarse con migo? ¿Que quería de mi? Me dio una necesidad extraña de ir hasta donde yo había despertado, quería ir a ver aquel agujero, salí tan deprisa que casi me llevo por delante a Axel que estaba entrando en la biblioteca, de seguro buscándome.

-¿Pasa algo? -grita a mis espaldas-.

-No -respondo de prisa-. Solo es un ángel.

En mi cabeza se formó la imagen de la expresión que debió colocar, sonreí al imaginarlo y al salir de la capilla comencé a correr hacia el enorme hoyo del que yo había salido. Unos minutos de carrera y estaba en el lugar del que había salido, se veía tal cual como la primera vez, sentí un escalofrío correrme por el cuerpo. La mitad reseca seguía igual no había forma de que el pasto creciera en aquel lugar, pero la otra mitad se veía aun mas hermosa, incluso más que el pasto de fuera, me quedé viéndolo estupefacta.

-Oye enserio a ti te pasa algo -gritó Axel a mis espaldas con un tono un poco enojado-. No es común en ti salir corriendo de la nada y decir cosas sin... -se detuvo al caer en cuenta que era lo que yo miraba-. ¿Que es eso? -preguntó abriendo los ojos de par en par-.

-Aquí fue donde desperté cuando llegué a la capilla -le expliqué-. Sigue igual.

-¿Estaba así cuando despertaste? Osea...

-Si.

-Ah...

No dijo nada más era lógico que estaba sorprendido, aunque no tanto como lo esperaba, era como si ya hubiera visto una parte de esto.

-Encontré una pluma -solté-.

-¿Qué? -dijo sin entender a que se debía mi comentario-.

-Cuando te levantaste... Una pluma cayó a mis pies -la saqué de mi bolsillo y se la mostré-. Miré al cielo para ver al ave que se le había caído pero estaba despejado, ya podrás saber que hice luego.

-Creíste que era un Ángel y fuiste a la biblioteca -continuó con la mirada clavada en la parte verde del hoyo-.

-Si...

-¿Que decía lo que encontraste en la biblioteca?

-Que un ángel deja señales para comunicarse con nosotros. Plumas u otros objetos pequeños, signos, no lo se. No creía en las historias de los libros del pastor hasta que eso cayó a mis pies.

-Bueno... ¿Y porqué viniste exactamente aquí? -siguió interrogando-.

-No lo se... -respondí con la mirada perdida en el bosque que había mas al fondo-. Todo el aspecto de la pluma y eso me pareció extraño y este lugar fue lo mas sobrenatural que recordé, pensé que tal vez encontraría respuestas.

-¿Y las encontraste?

-Regresemos -repuse inmediatamente, me comenzaba a sentir mareada y el no encontrar respuestas me abrumaba mucho-.

Volvimos sin decir ni una sola palabra, algo en la actitud de Axel me decía que escondía un secreto, tenía que averiguar que era, tal vez sabiéndolo encontraría mas fácil mi verdad. Nos demoramos más de lo que gastamos en ir, lo mas probable era por que esta vez nos devolvimos caminando, pero fue tortuoso, el no pronunciar ni una sola palabra me enfermaba, al llegar el pastor Antony nos esperaba para llevarnos al comedor.

-¿Donde estaban? -preguntó sonriente-. Ya nos estábamos preocupando por que algo les había pasado.

-Lee salió a toda prisa de la biblioteca, quise saber que pasaba y la seguí, nada mas.

-¿Hasta donde fueron? -preguntó con curiosidad-.

-No muy lejos -respondí cortante, algo en mi me decía que no tenían que enterarse del lugar de donde salí-.

Nos lavamos las manos y nos dirigimos al comedor, como siempre Anabel y los otros tres pastores ya se encontraban allí.

-Los dábamos por perdidos chicos -comentó Anabel con una sonrisa maliciosa-. ¿Dónde estaban?

-Caminando -respondí serena-.

-Calma Lee solo decía -responde en tono irónico-. Tu si me puedes decir donde estaban ¿verdad? -pregunta dirigiéndose a Axel-.

-¿Cómo es que lo llaman ustedes? -responde-. ¿El agujero dual?

Así que ya sabían de ello eso era lo que Axel escondía, por eso me hizo tantas preguntas, espero que no le diga a nadie que yo salí de allí, miradas curiosas era lo menos que necesitaba en estos momentos.

-¿Lo conoces de algún lado Lee? -Pregunta Anabel, yo niego con la cabeza-. Ah claro querida como lo harías si no sabes nada-.

-¡Anabel! -exclama Axel enojado-.

-Solo digo, quien sabe, tal vez se dirigió allá por si misma, como también puede que la hubieses llevado tu para comprobar lo que nosotros te habíamos contado -terminó de hablar y siguió comiendo-.

Le dirigí una mirada disimulada a Axel, tenía la mandíbula apretada, se notaba que estaba enojado, aparentemente Anabel también le causaba dolores de cabeza.

Como siempre luego de los comentarios poco agradables de esa chica terminábamos de comer en silencio y nos dirigíamos a nuestros dormitorios. Antes de entrar en el mio el pastor Antony me atajó.

-Lee... Ese lugar es peligroso -me dijo en voz baja cuando abrí la puerta-.

-¿Peligroso en que sentido? -respondo mirando dentro de mi habitación-.

-No vuelvas a ese lugar ¿entendido? -no dijo nada mas y se alejó por el pasillo hasta su dormitorio-.

DUAL: OriginsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora