La final, parte 2.

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Durante el entretiempo me quedé en mi asiento hablando con mis hermanos, cada tanto yo miraba hacia atrás y veía a Antonella sonriendo, hablando con la familia de Paulo. Por un momento sentí envidia, claramente él me había bloqueado por todos lados porque había vuelto con su ex y quería borrar cualquier evidencia de que alguna vez hubiera estado con otra persona. ¿Ella lo sabría? Lo que había pasado... los besos, los maratones de netflix, las citas, las charlas, las risas, la competencia en la pileta, las manos de truco... el buen equipo que hacíamos, las videollamadas y las partidas de fortnite... su mano en mi cintura el día que jugamos al bowling...

Seguramente no lo sabía, eran cosas que por siempre iban a quedar entre nosotros dos, no porque fueran recuerdos valiosos y el mundo no mereciera conocerlos, sino porque en realidad no eran valiosos para nada y Paulo Dybala iba a fingir que nunca habían existido, porque al final del día (aunque me hubiera dicho lo contrario) solo me había usado y ahora había vuelto con la chica a la siempre había amado. Y yo iba a volver a Argentina e iba a tratar de conseguir hacer mis sueños realidad, iba a actuar, porque ya había pasado demasiado tiempo sin hacerlo y las clases de actuación me habían recordado lo mucho que lo amaba y extrañaba.

Nuestros caminos no estaban, y nunca habían estado, destinados a encontrarse y convertirse en uno. Éramos dos desconocidos que alguna vez habían compartido un poco de tiempo juntos y ahora volvían a seguir cada uno con su vida, en las cuales no había lugar para el otro.

Empezado el segundo tiempo Sampaoli no había hecho ningún cambio, todavía, mi hermano seguía en la cancha.

— Estoy demasiado nerviosa — miré a mi hermana, ella se veía más tranquila que yo —. ¿Vos no?

— Sí, obvio, pero esto no se termina hasta el último segundo del tiempo de descuento.

Ella podría haber dicho que todavía quedaban 45 minutos, pero no lo hizo, porque esto era el mundial y la verdad es que quedaba más tiempo que eso, y cada segundo contaba.

Durante los primeros diez minutos Argentina generó 2 oportunidades de goles, parecía que la pelota no quería entrar. En un momento Pavón la pateó directo a las manos del arquero, era el minuto 56 y Subašić apuró el tramite y se la pasó a un defensor croata en seguida para comenzar el contraataque. Iban por mitad de cancha cuando Gio le robó la pelota a Ivan Rakitić y se la pasó a Ángel, este se la pasó a mi hermano quien empezó a correr, estaba habilitado pero lo estaban alcanzando. Gracias al universo Lionel Messi corría un poco más adelante de él y Gonza se la pasó de una manera increíble, que me hizo sentir orgullosa, la pelota le quedó a Leo justa para patearla al arco desde el área grande, detrás de él llegaron los defensores corriendo pero la pelota ya estaba adentro del arco.

En ese momento sentí que el estadio se iba a caer, el público argentino se levantó todo al mismo tiempo, como un rascacielos, los gritos de todos decían una sola cosa al mismo tiempo, yo sentía que estaba en el cielo.

— ¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!

La escena era maravillosa, Gonzalo y Lionel abrazándose, sonriendo, sus caras iluminadas por algo que no podía ser menos que euforia por el momento que estaban pasando: Messi hacía su gol en una FINAL de la copa del mundo, Higuaín lo asistía. Era lo que se merecían después de tanto tiempo luchando, tantas críticas, tantos momentos de mierda... y volvían, siempre volvían porque momentos como los que estábamos presenciando, yo y el mundo entero, valían más que cualquier crítica de la prensa y de la propia hinchada, cualquier insulto, cualquier "váyanse y no vuelvan más"... todo eso se esfumaba cuando un equipo que había pasado por tantas cosas por fin marcaba en una final. Era el empate, pero era mucho más, era la energía que les hacía falta para seguir, no rendirse, conseguir lo que se merecían: la copa.

QUISIERA ALEJARME. {Paulo Dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora