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— Mirá esto Kia — me dijo mi amiga Cami la noche antes del estreno de la obra, me mostró su celular y mi corazón dió un mini-vuelco cuando vi las palabras "A paulodybala le gustó tu publicación."

Mi amiga sabía todo lo que había pasado entre Dybala y yo, se lo había contado unas semanas después de que nos hicimos amigas, le expliqué por qué había llorado el día que la invité a mi casa a ver la semifinal del mundial (bueno, o el día que LAUTARO la invitó, pero era casi lo mismo).

Hubieron muchas conversaciones sobre cómo costaba superar lo nuestro por más corto que hubiera sido, Camila me escuchaba y me ayudaba como podía, me distraía y eventualmente me ayudó a olvidarlo. Ahora habían pasado muchos meses... y aún así ahí estaba, en la pantalla del celular de mi amiga, como un fantasma apareciéndose frente a mis ojos de la manera más exttraña posible.

Dándole like a una foto de hacía semanas que había subido Cami en la que aparecía yo.

— Okay, eso es muy raro... — dije yo arráncandole el celular de sus manos.

— Sabés qué significa esto ¿no? — me preguntó ella.

— Mmm no.

— Tu cuenta es privada, seguramente encontró la mía y quiso verte y ¡bam! like accidental — se rió Cami.

— ¿Decís que esto es por mí?

— Y... en la foto estás vos.

— Vos también — respondí insegura.

— Pero a mí no me conoce Kiara... estaba pensando en vos.

— ¿En mí? Cam, su novia está embarazada, va a tener un hijo, no le intereso yo — puse los ojos en blanco.

Había puesto mi cuenta en privada cuando me empezaron a llegar comentarios de fans de Dybala que me preguntaban por él sin parar, algunas chicas habían reunido "pruebas" de que él y yo habíamos estado juntos, eran más que nada teorías de conspiración que se basaban en likes y comentarios que nos habíamos dejado en instagram y algunas fotos que habían salido de nosotros en Rusia sacadas durante algunas de nuestras "citas". Después de un tiempo de recibir estos comentarios me di cuenta que me molestaban y me hacían mal y decidí hacer mi cuenta privada y bloquear a cualquiera que me siguiera desde antes y que todavía me dejara esos comentarios.

— Quizás no le intereses de una manera obvia, pero le importas en algún nivel inconsciente, al menos lo suficiente para stalkearme a mí — dijo Camila.

— Sí, bueno, ya está, mejor no hablemos de esa persona, prefiero comer, repasar el guión e irme a dormir.

Mi amiga asintió y se dirigió a la cocina después de avisar que iba a poner al horno unas hamburguesas.

Cerré los ojos pensando en Dybala, en algún lugar del mundo, en su teléfono, mirándome a mí comiendo un pedazo de pizza. Agarré mi celular y entré al perfil de Camila intentando imaginarme que era él, viendo todo lo que él seguramente había visto, hasta llegar a la foto a la que le dió me gusta.

Habría visto esa foto, el sillón blanco de mi apartamento, mi pantalón rojo, mi sweater negro y mi pelo atado en una cola alta, la pizza en mi mano y mi boca pintada con gloss abierta como si estuviera a punto de darle una mordida a mi porción. Mis ojos cerrados porque estaba riéndome, intentando posar al mismo tiempo, porque el Kun estaba al lado de mi hermana, quien sacó la foto, diciendo boludeces para hacernos reir y que no pudiéramos sacar una foto decente.

Había visto las luces de navidad sobre la pared detrás del sillón, había visto a mi amiga posando igual que yo, también riéndose con la boca abierta y la pizza cerca de sus labios. Y después de ver todo eso, sin querer, había apretado dos veces la pantalla y había dejado una marca que ya no podía borrar ni retractar. Y eso había llegado a mí, y me había dejado pensando. ¿En dónde estaría su novia en ese momento?

Pensaba en todo eso mientras le hacía zoom en mil lugares distintos a la foto, y apretaba dos, cuatro, seis, ocho y 16 veces mi dedo contra la foto viendo como un corazón blanco aparecía y desaparecía sobre ella.

Esa noche soñé con él, como no lo había hecho hacía meses. En el sueño nos encontrábamos en una fuente, en la mitad de una cancha de fútbol vacía, el cielo era rosa y él estaba sentado en la fuente esperándome.

Yo me acerqué, él sonrió y me dió una rosa roja.

— Noche de estreno — me dijo, yo miraba hacia todos lados, porque cada cosa que veía era más linda que la otra, hasta que mis ojos se detuvieron sobre sus ojos verdes —, estoy orgulloso de vos.

En cuanto me desperté esas palabras quedaron rebotando en mi cabeza en forma de un eco interminable: "estoy orgulloso de vos".

Me levanté y vi la hora, eran las 5 de la mañana. Me paré y me dirigí a la habitación de Camila, la desperté sacudiéndola y se ve que la asusté porque ella se despertó gritando, segundos después me vió y se dió cuenta de qué había pasado.

— Kiara, ¿qué carajo te pasa?

Me senté en su cama y la miré directo a los ojos.

— Necesito que me pegues una cachetada — le pedí.

— ¿Qué? No

— Necesito que lo hagas, es un ejercicio fundamental de las artes escénicas para el día de estreno de una obra — mentí. Ella por un segundo se rió y luego volvió a mirarme confundida.

— No te creo, y no te voy a pegar.

— POR FAVOR CAMILA.

— BASTA KIARA — me gritó ella —. ANDA A DORMIR BOLUDA.

— Dios... por favor, tuve un sueño con Dybala y — no llegué a terminar la oración que su manó ya había impactado contra mi cachete. Me había dolido lo suficiente como para que mi mente se enfocara en eso y me despabilara pero no tanto como para que me quedara la marca —. Gracias.

Ella ni siquiera me respondió y se volvió a dormir en cuestión de segundos.

•••

El día que audicioné para "Tormenta Perfecta" estaba muy nerviosa, había sido en frente de el director y un par de productores y guionistas, mi papel era el de Amelia, la amiga de la protagonista Juliette. Mi personaje ayudaba a su amiga en un viaje en búsqueda de una razón para vivir, justo después de su intento de suicidio. Era una obra dramática en la cual tenía más de una escena en la cual debía llorar, pero eso, como buena pisciana que era, era la parte más fácil.

El día de la audición los nervios casi me habían hecho desmayar, pero el día del estreno eran incluso peor que aquel día. Fue un alivio distraerme un rato cuando almorcé con mi familia recién llegada a Madrid, exclusivamente para verme a mí.

— ¿Y Kiara dónde está? — preguntó Gonzalo al verme.

— Acá estoy boludo — respondí.

— Mmm, imposible — él entrecierra los ojos —. A la única que veo acá es a la futura Celeste Cid.

Yo me reí ¿Celeste Cid? Cuántos delirios tenía este hombre.

— Futura Celeste Cid, por dios — le dijo Palo —, cuantas boludeces que decís hermano.

— Más que futura Celeste Cid esta es la futura Yanina Latorre — se rió Lautaro, mi otro hermano. Yo puse los ojos en blanco pero internamente me encontraba más feliz que nunca.

— Mirala vos a Kiarita — me abrazó el Kun —, a punto de lanzarse al estrellato. Hoy se debuta fuerte perrita malvada.

Yo me reí y cuando vi la reacción de mi papá frente a las palabras del Kun me reí todavía más.

Todo era más que perfecto, ahí con mi sobrina, mis hermanos, mis papás y amigos, sabía que no se podía estar mucho más feliz de lo que estaba en ese momento.

Había sueños y sueños: sueños que se tienen en la mitad de la noche, con fantasmas extraños del pasado, de los que te tenés que despertar y rogar que alguien te cacheteé para no pensar en ellos.

Y sueños como el que estaba viviendo ese día, llenos de alegría y amor, rodeada de ángeles hermosos que me soportan más que nadie, a horas de subirme a un escenario y hacer lo que más había querido hacer en toda mi vida.

Había sueños y sueños, y algunos (los lindos), por suerte, se hacían realidad.

QUISIERA ALEJARME. {Paulo Dybala}Where stories live. Discover now