Pride Club ✧ kookmin

029.

Parpadeó lentamente mientras se sumía en la hipnotización que le provocaba los movimientos de Jimin mientras bailaba. Perdiéndose en sus pasos suaves y expresiones cautivadoras al interpretar un baile contemporáneo. Contemplando como sus ropas negras y holgadas se elevaban y se hundían como olas del mar. Era fascinante, Jimin tenía tanto talento y no podía sentirse más orgulloso de él por demostrarlo.

Estaban en un estudio, habían pasado tres semanas y pronto sería el mes del orgullo gay. Jimin había sido contratado para presentarse en aquella marcha. Así que debía de ensayar constantemente, mejorar sus técnicas, sus giros y sus movimientos específicamente. Jungkook lo acompañaba a todas y cada una de esas prácticas. Amaba a ver a Jimin bailar. Además de verse increíblemente sexy haciéndolo, era demasiado maravilloso.

Desde él primer día sus movimientos le cautivaron.

La música finalmente terminó. Jimin se quedó inmóvil en una pose, con la respiración agitada y esperando unos segundos. Entonces soltó un largo suspiro y se desplomó cayendo al suelo. Jungkook llegó a su lado rápidamente y le tendió una botella de agua.

—Eso fue increíble, amor —le felicitó besando su mejilla sudorosa.

Park aún agitado sonrió levemente para después llevar la botella a sus labios.

—Si eso crees...

—Ay vamos, ¿piensas que no estás dando lo suficiente?

—No lo pienso. No estoy dando lo suficiente —suspiró— Lo haré otra vez... —Jimin hizo ademán de levantarse pero al hacerlo sus piernas temblaron y cayó de nuevo al suelo.

Bueno, no completamente pues Jungkook le había sostenido a tiempo.

—Amor, no. Deja de sobre esforzarte.
—pidió con voz suave— Ya es suficiente por hoy.

Jimin negó con la cabeza y volvió a levantarse, su cuerpo tembló pero esta vez no cayó.

—No, debo seguir —dijo caminando hasta el parlante para poner de nuevo la música.

Pero entonces Jungkook lo toma antes y lo guarda rápidamente en una mochila , mientras le tiende una chaqueta a Jimin.

—Vamos.

—Kook...

—Jimin, siempre es lo mismo. Nadie te está obligando a hacer esto, lo hiciste genial. Vamos a casa para que tomes una ducha y descanses.

El rubio entonces recapacita y baja la mirada, asintiendo. Sabía que no debía de sobre exigirse, sabía que su cuerpo ya no podía más. Pero eso era lo que menos le interesaba a sus padres, en ese entonces. Años atrás, Jimin había estado en clases de danza contemporánea. Quizo hacerlo cuando un día en su iglesia, siendo un niño, llegaron unos bailarines a presentarse. Al instante quedó enamorado del baile e insistió a sus padres que le inscribieran en clases. Y eso hicieron, al principio fue todo maravilloso, interesante e inclusive divertido. Pero poco a poco comenzó a tornarse más exigente y extricto. Sus padres comenzaron a explotarlo, y presionarlo por mucho tiempo, hasta que finalmente lo dejó. Desde ese entonces siempre tiene la costumbre de ensayar y ensayar, hasta que su cuerpo colpasara totalmente. Le habían acostumbrado a eso. Y le había quedado como un pequeño trauma.

Jungkook lo sabía. Por eso comenzó a acompañarlo, para cuidarlo y vigilarlo.

En fin, recogieron sus cosas y salieron del estudio, abrazados. Se dirigieron al parqueo del edificio, donde estaba estacionado el nuevo auto de Jungkook. El cuál recibió hace unos días, por parte de su padre, para su cumpleaños. Literalmente casi llora cuando lo obtuvo.