The way you look tonight.

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Recostada en la cama de Jeongyeon, Nayeon no pudo evitar recordar a su novia. Parecía incorrecto, pero últimamente eran cada vez menos las noches que pasaba con ella, y sin embargo, esa noche en particular rodeada del aroma de su mejor amiga se encontraba ahí, pensando en su Japonesa tonta. Había pasado bastante tiempo ya, pero recordaba cada detalle de como había sucedido vívidamente.

Había sido una de las mejores noches de su vida. El aire silbaba suavemente mientras jugueteaba con los sus cabellos la joven de cabello rojo, nerviosa exhaló el aire que llevaba conteniendo de hace unos segundos. Un frío agradable se coló en sus ropas, podía escuchar el sonido susurrante que producían las cigarras, el frescor del ambiente y el dulce aroma floral de algún árbol que ella desconocía. No había muchas nubes de modo que la luna se podía contemplar en el firmamento fácilmente. Era una noche hermosa.

Aún así, su parte favorita del increíble espectáculo que estaba presenciando tenía nombre y apellido. Sentada en aquel pórtico de madera a la luz de la luna ella se veía hermosa, su cabello caía casualmente hacia atrás, peinado con una trenza que acentuaba sus facciones y le daba más impacto a su rostro, sus ojos negros miraban con curiosidad y adoración el cielo estrellado que se levantaba encima de ellas, sus labios entreabiertos estaban perfilados por la escasa luz que emitía aquel pálido astro. Nunca se le había antojado tan sublime como en ese instante, se quedó ahí sin ser capaz de moverse viéndola embelesada un par de segundos, amándola, admirando su figura de mujer que contrastaba con ese infantil pijama de pingüino que vestía. Sencillamente adorable, jodidamente perfecta.

Cuando estuvo segura de que podría acercarse a Mina sin caerse en el trayecto se aventuró a caminar sintiendo un nudo en su garganta y un temblor leve en todo el cuerpo. La Japonesa ni siquiera se inmutaba de su presencia cuando se detuvo en frente de ella. Carraspeó para llamar la atención y disimular los nervios. Cuando esos orbes negros repararon en su presencia supo que jamás sería capaz de olvidar esa noche. El silencio empezó a volverse pesado a medida de que transcurrían los segundos y ninguna decía nada.

Un millón de pensamientos fugaces cruzaron por la mente de Im, había tantas cosas que quería decirle a Mina. Un millón de "Te ves especialmente hermosa esta noche", "Eres preciosa", "No he podido dejar de pensar en ti en todo el día", "Estar contigo es la mejor parte de mi día" o incluso "Creo que te amo" se amontonaron en su cabeza y al final, cuando su garganta se sintió seca sin motivo aparente, decidió que tenía que decir algo.

"Di cualquier cosa, no es normal que te quedes mirándola sin decir nada como por dos horas, idiota" Pensó atontada y nerviosa.

—Te vas a resfriar si no te abrigas, Myoui Mina.—Fue lo que Nayeon fue capaz de formular con torpeza y elevando su tono casi una octava haciéndola parecer una loca escandalosa, de pronto lo único que le apetecía en ese instante era lanzarse a un estanque y quedarse ahí para no seguir haciendo el ridículo.

—Me alegra verte.—Respondió la Japonesa ignorando el tosco acercamiento de la presidenta mientras esbozaba una sonrisa de medio lado.

Im sintió que se sonrojaba visiblemente y agradeció que fuera solo la luna quien las iluminaba es noche. Se sentó en el pórtico junto a Mina de una forma tímida sin querer mirarla a los ojos, sintiéndose cohibida.

—Te ves linda cuando no sabes que decir.—Murmuró la pelinegra tocando repetidamente la mejilla ruborizada de la presidenta.

—¡N-no digas esas cosas tan vergonzosas!—Exclamó apenada la chica de cabello rojo mientras golpeaba a Mina en el brazo haciendo que la chica dejara de tocarla.

Mina se disculpó por ello a pesar de que no se molestó en ocultar la sonrisa traviesa que se dibujaba en sus labios y que confirmaba que no se arrepentía en lo más mínimo. Luego de ese torpe comienzo la pelinegra se puso a monologar sobre lo increíble que era el nuevo juego de zelda que había salido desglosando el tema con una fluidez impresionante, incluso para la Japonesa. Nayeon la contemplaba en silencio embelesada, había perdido el hilo de la conversación en el momento en el que la pelinegra empezó a hablar sin cesar de Juegos y Pingüinos.

➤Miénteme | 𝑴𝒊𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒈Where stories live. Discover now